El pasado 16 de junio, la Central Eólica Punta Lomitas, de Engie Energía Perú, entró en operación comercial en el distrito de Ocucaje, ubicado en la región Ica. Se trata de un hecho doblemente significativo; no solo porque es el mayor parque de molinos de viento del país (con 57 aerogeneradores), sino también porque la energía que producirá (296,4 megavatios o MW) abastecerá la mina de cobre y molibdeno Quellaveco, de Anglo American, la primera mina ‘digital’ del país.
Como este proyecto, en Perú hay varias unidades mineras que están usando energías renovables convencionales (de centrales hidroeléctricas) y no convencionales (de plantas solares y eólicas, entre otras) en sus operaciones y otras que están explorando la posibilidad de implementarlas.
Entre las primeras están Compañía Minera Antapaccay, que el año pasado consumió 1.066MW y usa energía proveniente de la hidroeléctrica Cerro del Águila, ubicada en Huancavelica. Otro proyecto involucrado en el uso de renovables es Las Bambas, controlada por la corporación china Minerals and Metals Group (MMG). La mina ubicada en Apurímac, que hasta el año pasado producía el 2% del cobre del planeta, también utiliza energía hidroeléctrica de centrales de la firma generadora Enel Generación Perú (en 2022, la operación consumió 1,03 millones de MW).
Varias razones explican la apuesta por las renovables por parte de las empresas mineras. La principal es la necesidad de emitir menos emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera para contribuir con la lucha contra el calentamiento global, tomando en cuenta que la minería es uno de los sectores que demanda más energía y, justamente, el sector energético es el que más emisiones produce, explica Javier Perla, gerente de servicios de sostenibilidad de la certificadora SGS.
“Si queremos abordar el cambio climático, este sector es uno que debemos priorizar. Además, necesitamos seguir produciendo minerales, que son elementos fundamentales para la transición energética”, comenta Perla. El ejecutivo también anota —citando datos del Banco Mundial— que hacia 2050 la producción de minerales podría aumentar en casi 500%. “Se estima que se requerirán más de 3.000 millones de toneladas de minerales y metales para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica y para el almacenamiento de energía”, añade.
En el caso del sector privado —aunque aún se trate de compromisos voluntarios— es cada vez más frecuente que las empresas establezcan metas propias de carbono neutralidad.
Sin embargo, más allá de los objetivos corporativos, se encuentra la necesidad de controlar una variable estratégica del negocio: el suministro energético. Hasta ahora, solo un 12,7% de las empresas mineras en Perú autogenera su energía y un 87,3% la adquiere del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN). De este último grupo, el 52% usa energía térmica y el 48% utiliza energía renovable, de acuerdo con datos oficiales de hace dos años.
De esta manera, en un escenario de lucha contra el calentamiento global y riesgos climáticos (como la menor variabilidad de recurso hídrico para centrales, por ejemplo) y una mayor demanda proyectada de energía para proyectos mineros (1.213 MW adicionales en el periodo 2021-2025, anota Gabulle), la apuesta por nuevas fuentes renovables no convencionales es alentadora.