¿Cómo se viene avanzando en el logro de diversos objetivos frente al cambio climático y otros desafíos globales?
Existen dos grandes compromisos internacionales relacionados con la sostenibilidad: la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París. En ambos casos, quedan muy pocos años para el horizonte de cumplimiento acordado y la realidad es que vamos retrasados.
Al día de hoy, solo el 17 % de las 169 metas que contienen los 17 ODS están en camino de conseguirse. El 50 % tiene un progreso mínimo o moderado y, aproximadamente, un tercio está estancado o en retroceso; según los últimos datos de la ONU. Los avances climáticos actuales también son insuficientes para lograr los objetivos del Acuerdo de París. El primer balance mundial de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se presentó a final del 2023, aseguraba que las emisiones globales no se estaban reduciendo con la rapidez necesaria para limitar el calentamiento a 1.5°.
¿Qué factores cree que son claves o influyen determinantemente en la consecución de la Agenda 2030?
Sin duda alguna, a nivel global se necesita una cooperación internacional más fuerte y efectiva relacionada con el desarrollo de una nueva arquitectura financiera global, estabilidad geopolítica y un impulso a la implementación.
Se necesitan cerca de 4 billones de dólares anualmente para financiar los ODS con miras al 2030, así como más recursos y espacio fiscal en los países en vías de desarrollo. También es importante terminar con las guerras de Gaza, Sudán y Ucrania, y desviar el gasto bélico a otras cuestiones prioritarias mientras se trabaja en asociaciones efectivas que ayuden en la transición energética, seguridad alimentaria, protección e inclusión social, etc.
Además, ante el requerimiento de inversiones masivas, lo cierto es que el sector público no lo puede hacer solo. Se necesita, hoy más que nunca, de una coordinación efectiva con la sociedad civil y el sector privado para dar solución a los grandes retos a los que nos enfrentamos.
¿Qué le parece la manera cómo se encamina Perú en la agenda climática?
Es importante mencionar que, aunque Perú es responsable de solo el 0,4 % de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel mundial, es un país especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático ocupando la tercera posición. Así, por ejemplo, en los últimos años, se ha perdido el 22 % de su superficie glaciar con consecuencias directas en la disminución de agua para consumo humano y ha aumentado la periodicidad del Fenómeno de El Niño que impacta con inundaciones y sequías. Además, estos hechos están afectando de forma directa la salud de las personas y la vida de las comunidades.
En todo caso, es también relevante resaltar que Perú tiene objetivos ambiciosos en esta agenda. En el marco del Acuerdo de París, se ha comprometido en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) a reducir sus emisiones de GEI en un 30 % para el final de esta década; y un 40% con ayuda internacional, así como a implementar medidas de adaptación de gran alcance y a ser carbono neutral para el 2050 junto con otros países de la región y el mundo.
En cuanto a finanzas sostenibles, ¿cuánto se ha progresado en la región al respecto?
A nivel global, quien está a la cabeza es Europa con una estrategia muy ambiciosa y una taxonomía que sirve de referencia para el resto del mundo. En general, creo que América Latina ha avanzado bastante en los últimos años. Probablemente Brasil fue el pionero, luego le siguieron México, Colombia y Chile, pero, al día de hoy, hay otros países que están avanzando a buen ritmo como Perú y Ecuador e incluso otros más pequeños como Panamá y Costa Rica.
¿Las publicaciones de las taxonomías han sido un paso fundamental para Latinoamérica?
Sí, considero que las taxonomías están jugando un papel importante en el desarrollo de las finanzas sostenibles y la movilización de capital, ya que dan una definición transparente de lo que es y no sostenible dentro de una jurisdicción determinada lo que da credibilidad, integridad y transparencia al mercado, a la vez que evita el famoso greenwashing o ecoblanqueo y ayuda a desarrollar distintos tipos de productos financieros. En poco tiempo, la región ha desarrollado cuatro taxonomías. Primero fue Colombia, seguida por México, Panamá y, recientemente, Costa Rica; Perú está trabajando al respecto.
¿En qué punto se encuentra Perú en finanzas sostenibles?
Perú se encuentra avanzando en la implementación de las finanzas sostenibles si tomamos en cuenta estudios como el Informe de Progreso Social 2024 de la Red de Banca y Finanzas Sostenibles (SBFN). Este evalúa tres pilares para clasificar a distintos países del mundo: Integración ESG, Gestión de riesgos del clima y la naturaleza, y Financiamiento de la sostenibilidad. No obstante, Perú ha sido pionero en algunos aspectos. Por ejemplo, el primer bono verde de América Latina lo emitió la empresa peruana Energía Eólica en el 2014, y el primer bono social emitido por un banco en la región fue el de Banco Pichincha Perú en el 2019.
¿Qué otros avances destacan desde las políticas y el sector público en el país?
Es muy interesante el impulso que se está dando desde el sector público. Algunos ejemplos serían la Hoja de Ruta de Finanzas Verdes impulsada por el Gobierno, los esfuerzos que se están haciendo para desarrollar una taxonomía nacional de finanzas verdes con el objetivo de movilizar hasta 20 000 millones de dólares al 2030, la celebración del reciente primer Foro Internacional de Finanzas Verdes de Perú, y la presentación por parte de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) de su visión institucional sobre cambio climático y finanzas sostenibles.
“Actualmente, se las ve (finanzas sostenibles) como una oportunidad de negocio que se plasma de distintas maneras”.
También se han emitido bonos soberanos etiquetados en el mercado local e internacional. Justamente, el país fue reconocido hace poco como “Pionero de la Transición Justa” en los Premios de Climate Bonds Initiative en mención de un último bono sostenible emitido por el país en moneda local.
También se han instituido diversas alianzas o asociaciones. ¿Cuánto pueden aportar?
A nivel de ecosistema, hay varios agentes que están impulsando el desarrollo del mercado uniendo a distintos actores, trayendo buenas prácticas, fomentando la formación y el intercambio de experiencia y trabajando de la mano con el sector público. Por ejemplo, el Programa de Inversión Responsable (PIR) que une a varios actores del ecosistema de finanzas e inversión sostenible del Perú o la asociación Aliados de Impacto que fomenta la inversión de impacto, una de las estrategias de la inversión sostenible.
¿Cómo ha visto la evolución de los instrumentos o productos financieros sostenibles a lo largo de los años?
He trabajado 30 años en el sector financiero, los últimos 15 en el Grupo BID donde he estado involucrada directamente y he sido testigo de cómo han evolucionado las finanzas sostenibles en la región. Primero se empezó con la gestión del riesgo a través del desarrollo de los sistemas de gestión social y medioambiental (SARAS) para pasar después a ver una oportunidad de negocio brindando distintos tipos de productos financieros a clientes, principalmente préstamos.
En este sentido, se empezó por la agenda verde con el desarrollo de líneas verdes, pero poco después se vio también una oportunidad en la agenda social desarrollando productos específicos para colectivos tradicionalmente desatendidos por el sector financiero, como las pymes lideradas por mujeres. Recientemente hemos visto que esas oportunidades cada vez son más concretas y se centran, por ejemplo, en la economía azul, la biodiversidad o se expanden a otros colectivos como la economía plateada.
Después de los préstamos vinieron los bonos temáticos. Se empezaron por los verdes, seguidos por los sociales y los sostenibles y en la última época, aparecieron y han tenido mucho éxito lo bonos vinculados a la consecución de ciertos objetivos (lo que en inglés se llaman sustainability linked bonds), donde el emisor paga menos o más interés (cupón) dependiendo de si logra o no ciertas métricas ambiciosas en temas de sostenibilidad; mientras que por el contrario, el inversor consigue más o menos rentabilidad dependiendo de si el inversor deja de alcanzar o logra dichos objetivos.
Los beneficios en torno a la rentabilidad o tasas de interés son un aliciente sustancial…
Sin duda alguna. Hemos visto un gran boom recientemente de este tipo de productos que vinculan el coste de la financiación o la rentabilidad de la inversión a la consecución de ciertos objetivos relacionados con la sostenibilidad. Los hay de deuda privada – préstamos y de deuda pública – bonos. Dentro de estos últimos, hemos visto emisiones del sector privado, como de San Miguel Industrias PET, que fue el primer emisor de este tipo de producto en el Perú y también algunos emisores públicos o soberanos como Chile, que se convirtió en el primer país del mundo en emitir un bono vinculado a la sostenibilidad.
Más allá de préstamos y bonos, ¿qué otros productos se han desarrollado?
En los mercados privados, existen oportunidades de inversión en capital semilla, en crecimiento o privado pudiéndose invertir bien directamente o a través de fondos de inversión y en los mercados públicos existen los índices de sostenibilidad como el S&P/BVL Perú General que engloba las acciones de las 16 empresas más sostenibles que cotizan en la bolsa.
¿Qué se va a necesitar para aumentar el financiamiento hacia iniciativas o programas?
Se van a necesitar varias cosas. Por un lado, que haya un cierto apoyo del sector público, así como un entendimiento claro de cuáles son proyectos sostenibles y cuáles no lo son. Por otro, que haya iniciativas financieramente viables, intermediarios financieros e inversionistas que estén dispuestos a invertir en el desarrollo sostenible de América Latina, y a tomar riesgos y/o a usar estructuras de mitigación como garantías y financiamiento mixto (blended finance). Esto último es especialmente importante en el caso de muchas de las tecnologías que se necesitan para la transición y que a veces no son aún económica y financieramente viables.
¿Qué visión tiene en el mediano y largo plazo para las finanzas sostenibles en el Perú y la región?
Soy positiva respecto al desarrollo de las finanzas y la inversión sostenible en la región en general y en Perú en particular. Aún quedan cosas por hacer, pero sin duda se ha avanzado mucho en los últimos años y se va por la buena senda. Animo a los distintos actores del sector financiero y a los inversionistas locales e internacionales a contribuir a través de su inversión a lograr una región más verde e inclusiva.
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*Ex Directora general de BID Invest y Jefa de la División de Mercados Financieros del BID