Por Stakeholders

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Son bastante conocidas las alarmantes cifras que reflejan la realidad de la región latinoamericana, de la cual el Perú no es ajeno y que lamentablemente…

Son bastante conocidas las alarmantes cifras que reflejan la realidad de la región latinoamericana, de la cual el Perú no es ajeno y que lamentablemente, por haberse convertido en parte del panorama cotidiano, nos hemos acostumbrado a convivir con ellas y a no sorprendernos por su existencia.
América Latina es una de las regiones más pobres del mundo. Y nuestra pobreza es la más inmoral de todas porque se trata de una pobreza que existe debido a un alto grado de desigualdad producto de las malas (egoístas) decisiones de los dirigentes (gubernamentales y empresariales) de nuestros países.

Así tenemos que el 41% de la población latinoamericana se acuesta sin haber cubierto sus necesidades básicas. En el Perú, 5 de cada 10 personas no se alimenta debidamente o no tiene acceso a un servicio de salud digno.

Aproximadamente sólo el 10% de la población latinoamericana posee los ingresos más altos y consumen casi el 50% del PIB regional, mientras que el 10% con los ingresos más bajos, consume sólo el 1.6%. Se trata pues, de una diferencia de más de 40 a 1. En los países desarrollados, esta diferencia es de 8 a 1 (España), 13 a 1 (Italia) y de 16 a 1 (EE. UU.).

Esta enorme brecha de desigualdad es nefasta para el progreso económico regional porque mientras mayor sea ésta, mayor será el porcentaje de la población que consume menos o que deja de consumir.

Por ejemplo, en el caso de la educación, el proceso democrático vivido en nuestra región en los últimos años, ha facilitado el acceso a los servicios educativos a través de diversos programas; sin embargo, a pesar de estas medidas, aún existe un
alto índice de deserción escolar. Así tenemos que en Latinoamérica, sólo 4 de cada 10 personas terminan la escuela secundaria, y los que desertan son pobres en su mayoría (de cada 10 chicos pobres, sólo uno culmina la secundaria).

¿POR QUÉ?

• Los niños pobres tienen que trabajar para aportar al hogar (22 millones de niños pobres que trabajan son menores de 14 años en América Latina)

• A los niños pobres, la familia no los acompaña en el estudio (no hay un seguimiento por parte de los padres ya que éstos están fuera del hogar buscando los recursos para subsistir)

• Los niños pobres sufren de un alto grado de desnutrición (estos niños no pueden concentrarse cuando no tienen nada en el estómago que les de energía y nutrientes para desarrollar sus capacidades)

• Invertimos tan sólo 2% del PIB en educación, cuando la UNESCO solicita que esta inversión sea como mínimo del 6%

¿Y qué consecuencias traen estas desigualdades?

• Al desertar de la escuela, estos niños cargarán con ese lastre por el resto de sus vidas ya que no podrán ingresar a la economía formal, por lo que no conseguirán un empleo bien remunerado que les permita vivir dignamente.

• Hoy en día, con menos de 12 años de escolaridad, se está CONDENADO a ser pobre.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Ante una situación tan grave como ésta, las buenas cifras macroeconómicas no son suficientes para alcanzar el desarrollo humano, ya que por sí solas no van a eliminar las desigualdades.

En Perú 2021 consideramos necesario que cada actor de la sociedad reconozca y asuma el rol que le corresponde para lograr este cambio; así tenemos que el estado debe, en su rol de legislativo, promover políticas públicas a favor de la población en general y no de grupos reducidos. Estas políticas deben ser transparentes, éticas, sin corrupción y eficientes.

Los medios de comunicación tienen una Responsabilidad Ética para con la población. El poder de influencia e información con el que cuentan es fundamental para contribuir con este proceso de cambio.

Asimismo, a la Sociedad Civil le corresponde una responsabilidad de apoyo entre sus miembros, siendo cada uno un ente activo en este proceso.

Finalmente, la empresa, en su rol de agente de desarrollo, debe actuar con Responsabilidad Social, involucrándose en las causas de interés colectivo, aportando diversos recursos como tiempo y conocimiento, mostrando un legítimo interés por el desarrollo de la sociedad en la que opera.

El compromiso empresarial debe venir desde lo más alto de la organización. Hace poco más de un año, Bill Gates declaró que dejaría de gerenciar Microsoft para dedicarse exclusivamente a impulsar la RS de la empresa. Lamentablemente, parece que los empresarios latinoamericanos aún no han comprendido, y por ende asumido, este nuevo reto. Según el Reporte de Riqueza Mundial 2007, realizado por Capgemini y Merril Lynch, los empresarios más ricos de Latinoamérica (con Carlos Slim a la cabeza) sólo destinan el 3% de sus activos financieros a temas sociales; mientras que los asiáticos hacen lo propio con 12%, los de Medio Oriente con 8%, los estadounidenses con 8% y los europeos con el 5%.

Es necesario que el empresariado se eduque en temas que van más allá de los negocios. Necesitamos alimentarnos con conceptos  nuevos e innovar. En ese sentido, los invito a reflexionar sobre este fragmento de una noticia que leí en un diario local “…es tonto asumir que como hay crecimiento va a disminuir la pobreza. No importa si crecemos a 15%, porque es como asumir que
un pobre extremo que se muere de frío y hambre en Puno va a poder beneficiarse, en esas condiciones, del TLC con EE. UU.”







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