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Por: Josep Lozano

El libro de David Remnick, El puente. Vida y ascenso de Barack Obama(2010) describe la biografía del presidente norteamericano y aporta pistas de su personalidad, de las fuentes que le inspiraron y de las claves de su liderazgo hasta la llegada a la Casa Blanca. Remnick narra cómo es percibido Obama por amigos y adversarios y cómo va definiendo su propia identidad problematizada por ser hijo de un matrimonio mixto. Quisiéramos presentar a partir de este estudio algunas claves de su liderazgo. 

En su etapa adulta tendrá tres grandes escuelas de liderazgo: Chicago, Harvard y las comunidades de base. Chicago le dará una comunidad, una iglesia, una esposa, un trabajo, un propósito vital y una vocación política orientada finalmente a la consecución del poder. En Harvard obtendrá importantes méritos en el mundo del derecho, un compromiso intelectual liberal y una base cultural que marcará inicialmente en él un estilo elitista en la forma de hablar y actuar. Por último, Obama madura en el compromiso cívico como organizador comunitario a través del trabajo diario en los sótanos de las iglesias, los gimnasios de los institutos y las salas de espera de las burocracias. Será en la acción comunitaria donde recibirá una educación política y sentimental basada en preguntar y escuchar. Era un orador fatal: estentóreo, demasiado serio y académico, estirado, grandilocuente, con aires de suficiencia y superioridad, a veces seco y arrogante. El cambio vendrá después de cientos de discursos en los púlpitos de las iglesias. Será aquí donde encontrará el sentido de la cadencia, la diferencia de entonaciones, el lenguaje corporal, el desparpajo, la oportunidad de la cita bíblica y el uso del vínculo emocional, de la narrativa y de la biografía. Sin embargo, incluso en la etapa política, nunca improvisará. En la célebre convención demócrata de 2004 ensaya su discurso más de quince veces con el teleprompter, pule los errores, prueba nuevas técnicas, trabaja los énfasis, las pausas ante las frases efectivas, el ritmo y el timbre. 

Destacamos cinco rasgos de su personalidad que le ayudan en su función de líder. 

1. Es accesible a la gente. Tiene inteligencia inspiradora y el don de poder comunicarse con todos, ser buen narrador y de ganarse a las personas. Transmite esperanza a la comunidad y proporciona estructura organizativa para impulsar el cambio. Es un seductor disfrazado de informalidad. 

2. Domina la media distancia. Es un observador reservado, capaz de averiguar lo que quiere la gente, sociable pero distante, sin involucrarse del todo, con un aire cultivado de misterio, reticente a revelar información sobre sí mismo, su pasado y sus emociones. 

3. Hace de mediador. Asimila y sintetiza los argumentos de los demás haciendo que el oponente se sienta comprendido. Es conciliador, negociador, persuasivo, integrador buscando siempre el consenso sin imponer su punto de vista. Hace de intérprete, tiene talento diplomático, sabe acoger y escuchar, sabe construir una red de relaciones y formar alianzas, se hace sentir sin ostentación, sabe ganarse a la gente con la que está en desacuerdo, aprecia la complejidad sin ser relativista, es firme pero educado. Un punto clave a su favor es que domina las dos culturas (americana y extranjera, blanca y negra, la de la élite y la popular) y sabe cambiar de tono y lenguaje activando y desactivando las señales lingüísticas que realmente funcionan en cada situación. 

4. Es pragmático y nada ideológico. Ambicioso y hábil, a veces altivo, arrogante y creído, con un ego notable y falta de modestia, enérgico, analítico, no emocional, perfeccionista, con determinación, seguro de sus capacidades y objetivos, hombre de mundo, de mente abierta y flexible, sabe en todo momento donde se encuentra el lugar adecuado. Es previsor, calculador, planificador, adaptativo, camaleónico. 

5. Es muy equilibrado y tiene una calma excepcional. Es amable, centrado, alejado del radicalismo, prudente, paciente, tolerante, cauteloso, comprometido pero sin visceralidad, ecuánime en el análisis de los hechos. Puede ser contemplativo, reflexivo, deliberante y trabaja el autoconocimiento. Sabe distanciarse de los problemas. Soluciona las cosas paseando y pensando. Tiene sensibilidad, es sumamente honesto, concienzudo y muy disciplinado y austero en su forma de vivir. 

El libro contiene algunas frases memorables del mismo Obama. «Hubo una época, dice, en el que muchas cosas que llevaba dentro de mí (cuestiones de identidad y propósito …) comenzaron a converger … Hubo un momento en que mis propósitos cobraron una seriedad que antes no tenían «. Llegó un momento, dice Remnick, en el que Obama «ya no se esforzaba por ser alguien que no era». Justamente eso es la autenticidad. «Mi instinto me dice que los que están preparados (para ser presidentes) son personas que ocupan el cargo comprendiendo la seriedad de su trabajo, y son capaces de combinar visión y juicio». «Si no tienes suficiente conciencia de ti mismo para ver el elemento de megalomanía implícito al pensar que deberías ser presidente, probablemente no deberías ser presidente. Hay una ligera locura al pensar que deberías ser el líder del mundo libre». Son frases que nos ayudan a comprender mejor cuatro factores clave presentes en todos los liderazgos: el despertar del propósito, el logro de la autenticidad, la definición de una visión y el difícil intento de control del ego. 

Éste fue el Obama que llegó a la Casa Blanca. ¿Qué Obama se presentará a la reelección?







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