El tráfico vehicular en Lima y Trujillo no solo atrapa a miles de ciudadanos en un embotellamiento interminable, sino que genera pérdidas económicas millonarias y afecta la salud pública. Según Luis Quispe, presidente de la ONG Luz Ámbar, la solución requiere voluntad política, semaforización inteligente y un sistema integrado de transporte sostenible.

El caos vehicular en Lima genera grandes pérdidas.

Por Denisse Torrico

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Lima y Trujillo figuran en los primeros puestos de las ciudades con peor tráfico vehicular a nivel global, según el Índice de Tráfico de TomTom 2024. La capital peruana ocupa la séptima posición, mientras que la Ciudad de la Eterna Primavera se ubica en el noveno lugar. El impacto del congestionamiento vehicular va más allá de la frustración diaria de los ciudadanos, pues afecta la economía, la salud y el medio ambiente.

Luis Quispe, presidente de la ONG Luz Ámbar, atribuye este problema a la falta de decisión política para establecer un sistema integrado de transporte. «Desde hace más de tres décadas, las soluciones adoptadas han sido fragmentadas e insuficientes», señaló.

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Tráfico en Lima: Más de S/ 20 mil millones

“La situación del transporte público en Lima es absolutamente caótica”, explicó Quispe. La liberalización del sistema en la década de los 90 permitió que las empresas alquilen rutas en lugar de ser propietarias de los vehículos, lo que ha generado un mercado desordenado. Aunque en 2010 se implementó el servicio de Metropolitano con el corredor segregado COSAC I, de los nueve inicialmente proyectados solo se materializó uno. De los corredores complementarios previstos, solo operan tres y con serias deficiencias.

El impacto económico es alarmante: “La congestión vehicular en Lima provoca pérdidas anuales de 20,000 millones de soles”, advirtió Quispe. Este monto incluye tiempo perdido, mayor consumo de combustible y deficiencia generalizada en el transporte. Además, la calidad del aire se deteriora, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, mientras el estrés por largos trayectos afecta la salud mental de los ciudadanos.

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Soluciones urgentes

Según Quispe, las soluciones deben abordarse en dos frentes. A corto plazo, es fundamental la implementación de semaforización inteligente para optimizar el flujo vehicular. A largo plazo, plantea que solo un sistema integrado de transporte, con buses modernos de gas natural o eléctricos. “Necesitamos adquirir 10,000 buses financiados mediante asociaciones público-privadas”, detall´p.

El costo estimado asciende a 1,800 millones de dólares para buses a gas natural y 2,100 millones para eléctricos. El proyecto, según su propuesta, debe incluir subsidios al pasaje similares a los aplicados en la Línea 1 del Metro, donde el Estado recupera parte del costo a través de los ingresos por pasajes.

Hacia una movilidad sostenible

La transición hacia un transporte eficiente y sostenible requiere de una visión integral que priorice el bienestar ciudadano y el cuidado ambiental. La inversión en infraestructura moderna y en políticas de movilidad urbana no solo aliviará la congestión, sino que impulsará la competitividad económica del país. La experiencia global muestra que las ciudades con sistemas de transporte robustos experimentan mayores índices de productividad y mejor calidad de vida.

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