Si bien la economía mundial muestra incipientes signos de recuperación, 43 países en desarrollo de ingreso bajo continúan sufriendo las consecuencias …
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Si bien la economía mundial muestra incipientes signos de recuperación, 43 países en desarrollo de ingreso bajo continúan sufriendo las consecuencias de la recesión mundial, lo que acentúa la necesidad de incrementar el apoyo a los países más pobres afectados por crisis e inestabilidad económica, afirma el Banco Mundial.
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En un documento elaborado con motivo de la próxima reunión del Grupo de los Veinte (G-20) que tendrá lugar en Pittsburgh, el Banco Mundial manifestó que, como resultado de la crisis, para fines de 2010, 89 millones de personas más se encontrarán viviendo en la extrema pobreza con menos de US$1,25 al día. La recesión mundial también ha puesto en riesgo US$11.600 millones para gastos básicos en áreas como educación, salud, infraestructura y protección social en los países más vulnerables.
“Los más pobres y vulnerables son quienes corren más riesgos durante las crisis económicas: familias enteras caen en la pobreza, se deterioran las condiciones de salud, disminuye la asistencia a la escuela y se estancan o revierten los progresos en otras áreas de importancia crítica”, declaró Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial. “Es posible que los países más pobres no estén bien representados en el G-20; de todos modos, no podemos ignorar los costos a largo plazo de la contracción de la economía mundial para la edad y la educación de sus habitantes”. “InterAction se complace en observar que el Banco Mundial continúa incorporando las necesidades de las naciones más pobres en las conversaciones del G-20”, afirmó Samuel A. Worthington, presidente y funcionario ejecutivo principal de InterAction, la principal coalición de organizaciones no gubernamentales con sede en los Estados Unidos dedicadas a ayudar a los pobres del mundo. “Los países del G-20 deben poner en práctica de inmediato el compromiso asumido en la Cumbre de Londres de destinar US$50.000 millones a los países de ingreso bajo para ayudarlos a diseñar y llevar a la práctica las políticas y las redes de protección social que ya establecidas en la mayor parte de las naciones más desarrolladas”. En el documento se afirma que, a pesar de los decididos esfuerzos internacionales para amortiguar el impacto de la recesión mundial en los países de ingreso bajo, los países en desarrollo pertenecientes a esa categoría continúan sufriendo las consecuencias de las crisis financiera, de los alimentos y de los combustibles, y que los países más pobres necesitarán más asistencia para hacer frente a la recesión mundial y seguir avanzando. En el documento se recomienda que el G-20 y otros actores adopten medidas de política coordinadas en las siguientes esferas: Agricultura: La crisis de los alimentos no está superada en los países pobres y para abordar la seguridad alimentaria en los países de ingreso bajo habrá que incrementar la productividad y los ingresos de los agricultores pobres del mundo. En el documento se insta al G-20 a ratificar el compromiso que asumió en la Cumbre del G-8 celebrada en L’Aquila (Italia) de destinar US$20.000 millones al desarrollo agrícola y se incluyen detalles concretos sobre cómo se cumplirá el compromiso de los países, cómo se hará efectiva la ayuda con la activa participación de los países y cómo se evaluarán los resultados y la eficacia. Pequeñas y medianas empresas: Las pymes son fundamentales para que los países de ingreso bajo puedan retomar el camino del crecimiento. En el documento se sostiene que el G-20 debería respaldar la intensificación de los esfuerzos encaminados a incrementar el financiamiento para las pymes. El Grupo del Banco Mundial tiene previsto duplicar a US$15.500 millones la movilización de financiamiento destinado a dicho sector para 2013. Fondo para hacer frente a la crisis: El crisis actual —y las que se producirán en el futuro— acentúa la acuciante necesidad de contar con un fondo para hacer frente a la crisis a fin de garantizar que se suministre asistencia a los países de ingreso bajo en forma rápida y eficaz llegado el caso. Si no se atiende esta necesidad, se podrían poner en riesgo los avances que muchos países pobres han logrado con decididos esfuerzos de reforma realizados recientemente, lo que generaría costosos retrocesos. Desde el comienzo de las crisis de los alimentos y los combustibles, hace casi dos años, y la crisis financiera y la recesión mundial que siguieron, los donantes y los organismos de desarrollo han movilizado considerables recursos adicionales destinados a los países de ingreso bajo. Sin embargo, los países en desarrollo de ingreso bajo se han visto duramente castigados por crisis que no han provocado y enfrentan enormes desafíos que ponen en riesgo años de progresos obtenidos en la lucha contra la pobreza. En el documento se señala que varias conmociones económicas derivadas de la crisis financiera están perjudicando gravemente a los países más pobres: Comercio: Los países de ingreso bajo se han visto muy afectados por la contracción del comercio internacional: se estima que en 2009 la demanda del mercado de exportaciones disminuyó entre un 5% y un 10%. Flujo de capital privado: Los flujos de capital privado a los países más pobres desminuyeron considerablemente de US$30.000 millones en 2007 a US$21.000 millones en 2008, y se prevé que en 2009 seguirán cayendo hasta llegar a US$13 000 millones. Remesas: Como consecuencia del marcado deterioro de las condiciones económicas, han disminuido significativamente las remesas de los trabajadores a los países de ingreso bajo; según las previsiones, dichas remesas se reducirán entre un 5% y un 7% en 2009 y se recuperarán levemente en 2010. Turismo: Muchos países de ingreso bajo, en particular los pequeños Estados insulares, dependen en gran medida del turismo como fuente de divisas y de empleo tanto en los sectores formales como informales. Los ingresos derivados del turismo en todo el mundo disminuyeron un 8% entre enero y abril de 2009, tras la fuerte registrada durante la segunda mitad de 2008. Según se indica en el documento, la crisis está frenando drásticamente los constantes progresos obtenidos en la reducción de la pobreza mundial. En Camboya, 62.000 trabajadores textiles han perdido sus empleos en este sector clave de la economía, cuya fuerza de trabajo está constituida en un 90% por mujeres. En 2008, la caída de los precios del cobre dio lugar al despido de un cuarto de los trabajadores mineros de Zambia. En el documento se describe cómo el Grupo del Banco Mundial ha incrementado su asistencia financiera durante su último ejercicio para ayudar a los países en desarrollo a mitigar el impacto de la crisis. Para el Grupo del Banco Mundial en su conjunto, el resultado se traduce en niveles de actividad sin precedentes: en el ejercicio de 2009 se comprometieron US$58.800 millones para apoyar a los países afectados por la crisis mundial, lo que representa un incremento del 54% con respecto al ejercicio anterior y un alza histórica. Fuente:
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