Hans Rothgiesser
Director adjunto de la Revista Stakeholders
Es muy fácil salirse cada cierto tiempo con un concepto que no es particularmente nuevo, pero que suena novedoso y que deslumbra a la gente. A veces al hacer esto corremos el peligro de ignorar los avances en el campo que ya se han hecho, solo por crear una etiqueta nueva que no incluye a los que ya han estado trabajando el tema.
Pongamos un ejemplo. Quizás pocos hayan oído hablar del francés Ferninand Lop, a pesar de que fue quien perfeccionó el arte de prometer lo que sea en una campaña. Comenzó su carrera política a mediados de los años 30, cuando Francia indiscutiblemente tenía preocupaciones bastante serias encima. Postuló en repetidas ocasiones hasta finales de los años 40. Por suerte nunca ganó, a pesar de tener un fuerte apoyo de estudiantes.
Probablemente la más amena de sus propuestas fue la eliminación de la pobreza. Pero con un detalle: Solamente a partir de las 10 pm. ¿Cómo era la logística de esta eliminación por apenas unas horas del día? Nunca se explicó específicamente, como nunca se llega al fondo de las propuestas más populistas. Los planteamientos que parecen positivos para todos suelen venir con trampa en alguna parte. Después de todo, como bien lo dijo el célebre economista Milton Friedman, no existe el lonche gratis.
Otras propuestas de Lop fueron reubicar a Paris en el campo, para que los parisinos pudieran disfrutar de aire puro, y nacionalizar los burdeles, para generar ingresos suficientes que permita bajar los impuestos a la población en general.
Hoy en día estas propuestas pueden sonar ridículas. Pero en ese entonces fueron bastante creíbles. Como lo son otras propuestas hoy en día aquí, cuando nos las plantean como originalísimas ideas que ofrecen grandes beneficios extraordinarios. Ciertamente el populismo ha avanzado muchísimo en ese sentido.
La horrible realidad de las cosas es que las cosas cuestan. ¿Quieres vivir en el campo con aire puro? Pues, eso implica irte de la ciudad. No puedes llevar a la ciudad contigo, porque eso sería una contradicción. ¿Quieres eliminar la pobreza del país? Pues hay que trabajar duro por muchos años para generar oportunidades a los de menor ingreso.
No hay lonche gratis. Es un concepto tan simple y a la vez nos cuesta tanto interiorizarlo.
Esto también pasa cuando un nuevo paradigma se pone de moda y todos corremos a ponernos detrás de él, cuando en realidad no es nada nuevo o se puede resumir a “hacer las cosas bien”.
Por lo menos podemos aplaudir que estas modas ponen sobre los tapetes asuntos que son importantes y que en realidad todos deberían de estar haciendo.
Una de estas modas recientes es la de la economía circular. Muchos la hemos visto en brochures, en memes y en posters. Yo, personalmente, lo veo como la siguiente etiqueta de la que se colgarán varios organizadores de eventos, cazadores de fondos y similares. Mientras tanto, los sinceramente interesados en la reducción de la generación de residuos a través de la aplicación de una nueva serie de criterios verán su impacto reducido.
Nadie discute la nobleza de la causa. Los verdaderamente transformados por los principios de la economía circular (que además es una redundancia… los flujos en la economía ya son circulares desde siempre) deben seguir adelante y continuar divulgando los beneficios de estas prácticas. Toda la sociedad y en especial el planeta se los va a agradecer.