Por Stakeholders

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En entrevista con Stakeholders, Jorge López-Doriga, Director Ejecutivo de Comunicaciones y Sostenibilidad del
Grupo AJE, dialogó sobre los planes que tiene la empresa en relación a su línea de bebidas BIO, su cambio de imagen orientada a la Revolución Natural, sus proyectos de protección de la Amazonía peruana, el impulso de la economía circular y el manejo que han tenido durante la crisis del COVID-19.

 

POR EQUIPO DE STAKEHOLDERS

 

¿Qué motivó a la empresa a hacer un cambio de imagen más acorde con su visión de sostenibilidad?

El inicio de AJE es muy diferente al esto de empresas. Sus dueños crecieron en el campo y tuvieron contacto con la naturaleza y con la biodiversidad peruana desde pequeños. AJE se convirtió, con el tiempo, en una empresa multinacional y se expandió por el mundo desarrollando cada vez más sus categorías. Sin embargo, siempre había sido el sueño de sus fundadores poner en valor la biodiversidad del país. Cuando se consolidó como la cuarta empresa latinoamericana con más presencia internacional, el Grupo sintió que era momento de apostar por una etapa más madura, especialmente porque el modelo la revolución industrial, venido de Europa y Estados Unidos, no está funcionando y ha empezado a colapsar.

Cuando decidimos poner en valor productos peruanos creamos el proyecto BIO, que busca proteger un espacio de suma importancia no solo para el Perú, sino para el mundo: la Amazonía. Por eso BIO se ha consolidado como una nueva categoría, dando inicio a lo que llamamos Revolución Natural. Si bien tenemos productos en varias categorías, consideramos que ésta puede ser la que transforme la empresa completamente tras 30 años en el mercado.

Basándonos en la revaloración de aquello que tiene una gran importancia en el Perú, lo natural, decidimos  realizar el cambio de imagen. AJE siempre se ha caracterizado por democratizar el consumo de bebidas, pero esta vez queremos ir un paso más  allá, democratizar también el bienestar y la salud. Es decir, tener bebidas naturales a un precio más accesible.

Empezamos con BIO y Agua Cielo, pero poco a poco fuimos evolucionando hasta que este objetivo permitió el desarrollo de un modelo más natural.

¿Cómo se inserta la visión de negocios y de sostenibilidad de Grupo AJE dentro de los programas de protección del medio ambiente?

Tenemos varias aristas. Pensamos que otro tipo de empresa debe nacer, una que piense más en la naturaleza y forme parte de la Revolución Natural. Perú no es un país muy industrializado, por lo que la mayor cantidad de emisiones de carbono del país no vienen de la industria sino de la deforestación. Si deforestamos nuestros bosques ponemos en peligro la sostenibilidad de todo el planeta, porque el Perú es el segundo país con más bosque amazónico. Por eso debemos ser conscientes de que la supervivencia de la humanidad depende de la Amazonía.

En AJE nos hemos dado cuenta de esto, por lo que sentimos que era  necesario poner en valor los frutos del bosque, a los que les llamamos “oro verde”. Nuestra misión de negocios esta allí. Queremos convencer al mundo de  que este “oro verde” tiene mucho más valor que el “oro negro” (petróleo) o el amarillo. Al optar por crear bebidas de frutos amazónicos que antes no tenían  valor, pero ahora sí, podemos proteger el bosque. Mientras más botellas de BIO se vendan, más protegido estará el Amazonas, porque uno está estrechamente ligado al otro.

Por otro lado, trabajamos fuertemente en la reducción de residuos y sostenibilidad bajo la marca Agua Cielo. Por ejemplo, con Cielo protegemos Machu Picchu. Para ello creamos un proyecto que busca la sostenibilidad de la ciudad. Y qué mejor que tener como promotor principal a una marca de agua, un recurso natural necesario para nuestra industria y nuestra vida. Esperamos poder replicar este proyecto en otras ciudades y regiones del Perú.

¿En Grupo AJE se manejan programas de economía circular como parte de su visión de protección del medio ambiente y mejor empleo del reciclaje?

Estamos migrando cada vez más hacia un modelo de economía circular, creando protocolos internos que se adapten y formando proyectos que giren en torno a este concepto.

Felizmente, ya contamos con varios.  Por un lado, tenemos el proyecto que busca proteger a los bosques y que está relacionado con los frutos amazónicos, las comunidades amazónicas que nos venden estos productos y toda la cadena de transformación hasta que este fruto se convierte en una bebida.

Por otro lado, trabajamos el proyecto de Machu Picchu, junto con Inkaterra y la Municipalidad de Machu Picchu, en el que donamos máquinas que le permiten a la municipalidad cuidar sus residuos. Una de ellas es una compactadora para que todo el plástico que llegue a Machu Picchu se compacte y se venda, evitando así que termine en un relleno sanitario del Valle Sagrado.

La intención es poner en valor los desechos. Para ello buscamos enseñarle a la gente que recicle sus residuos porque estos tienen valor. En ese sentido, lo que hacemos es darle valor al PET, permitiendo que las botellas que dejan los 3,000 turistas que visitan diariamente Machu Picchu sean compactadas y vendidas, convirtiéndolas en un recurso.

También colocamos una máquina que transforma el aceite de cocina en biodiesel y glicerina, evitando que termine en el río Urubamba. Una vez más, un desecho que terminaba en  el río contaminándolo, se convierte en un bien. Por último, junto con la municipalidad estamos desarrollando un proceso para transformar la  basura orgánica en biocarbono para poder reforestar las áreas dañadas del Santuario de Machu Picchu.

Todo el trabajo en la zona no sería posible si no contáramos con el apoyo de Inkaterra y la colaboración de la Municipalidad de Machu Picchu. Las autoridades locales tienen un modelo de segregación de los residuos en los hogares muy bueno, que permite su posterior tratamiento. Considero que el trabajo de esa municipalidad es encomiable y un modelo a seguir en el Perú.

En el país hay entre 20 y 30 rellenos sanitarios ubicados en las principales ciudades, pero hay muchas otras que no tienen cómo gestionar su basura.

Este piloto representa un sueño, uno que queremos llevar a otras ciudades en todo el Perú en colaboración con el Ministerio del Ambiente (MINAM) para, así, tener un modelo de transformación de los desechos. Apuntamos a que este modelo se pueda replicar.

Tenemos también un programa con Agua Cielo Alcalina que es comercializada con una botella hecha con material 100% reciclado. Nuestra  meta es que, para diciembre del 2021 nuestras botellas tengan de 30 a 50% de material reciclado, por lo menos.

¿Cuál es la estrategia que tiene la empresa en relación con el cuidado y protección de la Amazonía Peruana?

Queremos proteger la Amazonía, aún más ahora tras los incendios forestales ocurridos en Brasil. El Perú es el segundo país con mayor superficie amazónica del mundo, por eso proteger la Amazonía debe considerarse una prioridad mundial, sobretodo en estos tiempos de crisis y cambio climático.
En nuestro país hay más de dos mil comunidades que viven en la Amazonía y que son, además, los guardianes del bosque. Ellos saben cómo cuidar estos espacios porque son bosquesinos y han vivido allí por generaciones. Nuestra política y estrategia es empoderar a estas comunidades para que ellos mismos puedan proteger su hábitat.

La economía de mercado ya ha llegado a la Amazonía y ellos necesitan recursos, pero debemos dárselos a  través de bionegocios sostenibles. De esta forma, podrán tener los recursos para enviar a las escuelas a sus hijos, así como ingresos que evitarán su migración y permitirán que protejan el bosque. Esta es la razón por la que elegimos los frutos amazónicos que nunca habían sido comercializados, como el aguaje. Una ventaja adicional es que estas bebidas tienen, además, una demanda mundial. En resumen, el “oro verde” puede hacer que las comunidades cuiden su bosque, porque a nadie se le va a ocurrir cortar un árbol que da trabajo a la comunidad y ellos tampoco van a permitir que ingresen a su territorio para dañarlo porque para ellos tiene valor.

¿Por qué para AJE es importante ser quienes inician esta Revolución Natural?

Es importante porque somos peruanos. Llevamos 150 años bajo el hechizo de la revolución industrial.
Ésta ha sido la causante de las crisis que hemos vivido y que estamos viviendo ahora debido a la depredación de los recursos naturales. Por eso es momento de apostar por la Revolución Natural. Ésta no puede nacer de los países muy industrializados, porque ellos ya han depredado sus recursos.

Este nuevo movimiento debe surgir de aquellos que tienen biodiversidad como el Perú, uno de los cinco países más biodiversos del mundo. Como peruanos debemos aprovechar esta nueva revolución que nos permite tener una ventaja competitiva con el
resto. Si alguien dice que un producto es natural y que posee muchas propiedades, pero fue hecho en China o Estados Unidos, no lo cree nadie. Pero, si dices que viene del Perú, sí lo creen.

Esa es nuestra ventaja competitiva y por eso es que la Revolución Natural debe nacer en el Perú.
Precisamente los súper frutos amazónicos y los súper alimentos de la sierra y selva del Perú, ayudan a  que las defensas de los seres humanos se eleven y puedan protegerse contra riesgos como los que estamos viviendo hoy en día. Como empresa peruana, consideramos realmente importante liderar esta Revolución Natural. 

¿Por qué apostar por productos de la Amazonía?

Si queremos llegar a los Acuerdos de la Cumbre de París como país y aportar al bienestar de la humanidad, tenemos que proteger y cuidar la Amazonía. La Madre Tierra es muy inteligente, desde luego más que nosotros, y ha creado humedales en Loreto y Ucayali (entre otros) para retener el carbono y así, proteger los bosques, permitiendo el crecimiento de súper frutos. Apostar por estos  productos evitará que la Amazonía sea deforestada porque le das ingresos y recursos a las comunidades que los protegen. Estos súper frutos, como el camu camu por ejemplo, tienen 50 veces más vitamina C que una naranja que ha perdido el 80% de esa vitamina en los últimos 50 años tras su producción en la agroindustria que tiene como filosofía el monocultivo.

En cambio, los súper frutos amazónicos, que gran parte de ellos son silvestres, porque muchos de ellos ni siquiera son cultivados, tienen todos los ingredientes, minerales, vitaminas y antioxidantes que  necesita la humanidad para poder defenderse contra las enfermedades.

 

¿Con qué instituciones públicas y privadas están trabajando directamente para poner en marcha esta estrategia?

Una de las características de la revolución industrial es la competitividad, pero cuando se habla de la sostenibilidad uno no puede competir, tiene que trabajar en equipo.

Para que este proyecto se pueda realizar necesitamos trabajar todos en conjunto, con las instituciones públicas, las empresas privadas y las comunidades amazónicas. Nosotros  firmamos un convenio con el MINAM, en el que nos comprometimos a poner en valor la Amazonía.

Ellos son los que nos han facilitado la implementación de nuestros planes de manejo con las comunidades amazónicas.
Por otro lado, tenemos el apoyo del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP), con los que trabajamos en reservas naturales para ponerlas en valor y proteger a sus guardianes, lo que nos garantiza que los frutos que recolectamos son de estas zonas.

También trabajamos con la ONG Naturaleza y Cultura Internacional en Pacaya Samiria y Pucacuro. Con ellos capacitamos a las comunidades y les damos el apoyo necesario para que puedan montar una empresa como, por ejemplo, herramientas para que recolecten los frutos de las palmeras sin ponerse en riesgo, ni maltratar el árbol.
Con el Gobierno Regional de Loreto también trabajamos para mejorar la recolección de los frutos de la palmera y con el de Ucayali vemos la cosecha del camu camu.

Es decir, lo que hace AJE es crear un mercado de productos amazónicos donde antes no existía, pero aquellos  que los gestionan y son los dueños de los territorios son las comunidades amazónicas. Nosotros no compramos un lote y lo manejamos, lo que hacemos es apoyar a los habitantes para que tengan planes de manejo adecuados para sus tierras y puedan vendernos los frutos que son transformados en la misma Amazonía, a través de microempresas que los transforman en pulpas para que nosotros podamos convertirlos en las bebidas que encuentran en las tiendas.

De esta manera, el sector privado, las comunidades amazónicas, las ONG, el Estado y los regionales trabajamos juntos.

¿Cuáles son los beneficios que reciben las comunidades que viven en las reservas naturales donde están ejecutando sus planes?

Entre los beneficios que reciben está el tener un negocio sostenible que ellos mismos puedan desarrollar. Nosotros los apoyamos para que puedan crear su propia empresa y luego tengan la posibilidad de formar cooperativas.

Existían varios casos de pequeñas comunidades que manejaban sus propios frutos de manera aislada y las invitamos a crear cooperativas para que sea la  institución las que nos venda el producto.
De esta manera, pueden generar mejores ingresos. Por otro lado, el transporte también lo manejan ellos muchas veces, por lo que se está generando todo un bionegocio gestionado por ellos mismos.

¿Cómo se ha comportado en el mercado peruano ante su marca BIO y sus diferentes productos? ¿Cómo ha sido la aceptación del consumidor?

Sentimos que ha sido un éxito. El camu camu era un fruto que ya era conocido para los peruanos, por lo que teníamos certeza de que iba a tener una buena respuesta, pero el aguaje también ha tenido una gran aceptación. Hay un estudio de mercado que dice que el 60% de los usuarios en Latinoamérica quieren comprar productos que  protejan el medioambiente. Es decir, aunque parezca mentira, el usuario peruano y el latinoamericano está más preocupado por el medioambiente que el resto del mundo, y esto se debe a que convivimos con la biodiversidad.

El usuario peruano está dispuesto a comprar productos que protejan áreas naturales, cuiden su salud y los ayuden a mejorar su sistema inmunológico. Por eso creemos que la aceptación se debe a que son productos 100% naturales, sin azúcar añadido y de frutos silvestres.

¿Qué medidas ha tomado la empresa durante esta coyuntura del COVID-19?

Es un momento difícil para todos. Nos hemos preocupado por mantener nuestra cadena de distribución, pero también hemos desarrollado un protocolo de bioseguirdad que nos permite proteger a nuestros colaboradores y, por ende, al esto de la cadena. En nuestras plantas tenemos planes de prevención alineados a las recomendaciones del MINSA.

¿Cómo se han manejado con sus trabajadores y stakeholders durante esta coyuntura?

Hemos mantenido protocolos todo el tiempo, así como una constante comunicación con nuestros trabajadores, a quienes en todo momento les estamos compartiendo recomendaciones de lo que tienen qué hacer y cómo protegerse. demás, por supuesto, hemos mantenido estrictas medidas de protección en nuestra empresa y con todos nuestros proveedores y stakeholders.

¿Cómo están trabajando con las comunidades, desde el punto de vista sanitario y logístico?

Los productos que utilizamos son  estacionarios, por lo que no siempre tenemos cosechas. Hace poco se han vuelto a reactivar las acciones en la selva, por lo que estamos implementando un protocolo muy estricto para la recolección que nos ayuda a evitar el  contagio y el contacto.

¿Cuál es la situación actual en las comunidades donde trabajan?

La coyuntura es un problema en las comunicaciones, transporte, etc. Además,las principales fuentes de ingresos para laAmazonía se han caído, como el petróleo
y el turismo. Todo esto hace que nuestro proyecto sea aún más importante para estas comunidades. Pero, adicionalmente, nosotros hemos estado apoyándolos.

Durante este Estado de Emergencia, ¿AJE ha sufrido bajas en sus ventas?

En un Estado de Emergencia es inevitable que el mercado se ralentice y las ventas no sean como se habían proyectado. Pero lo principal en esta situación es la salud de todos y que la cadena de distribución no se rompa.

¿Cuál ha sido la línea más demandada durante este Estado de Emergencia?

El agua, sin duda. Pero también el camu- camu que tiene 50 % más vitamina C que la naranja, y el aguaje con todas sus cualidades. BIO ha subido mucho su demanda. Los hidratantes también crecen, los jugos, entre otros.

¿Qué novedades hay sobre la línea  BIO de Aje?

Por ahora es importante consolidar esta línea. En estos momentos de crisis lo transcendental es poder mantener la línea de transporte y continuar abasteciendo de estos productos a la población. Considero que es momento que los productos lleguen a todos los sitios donde pueden estar, más que en pensar en desarrollar  nuevas líneas o sacar nuevos productos. Lo importante es lograr abastecer a los que más necesitan.

¿En qué consiste el proyecto de habilitación de agua potable en comunidades que habitan la Reserva Nacional Pacaya Samiria?

Consideramos que generar un bionegocio sostenible es importante, pero también queremos ir más allá. Queremos ayudar a combatir la desnutrición y la anemia, un problema que acecha en toda la Amazonía y que es uno de los principales en el Perú. Nuestro objetivo es hacer un programa piloto en las comunidades de San Salvador y Buenos Aires, ubicados en la Reserva Natural Pacaya Samiria, donde construiremos unos pozos que filtran polvo, arena y otros tipos de elementos, para que sus pobladores puedan tener agua de calidad.

Mediante paneles solares esperamos que llegue a cada uno de sus hogares donde instalaremos un lavadero y un baño. Al tener energía solar, podrán conectarse al wifi a través de unas laptops que les permitirán a los niños estudiar.
De esta manera, SERNANP los pueda capacitar y enseñar sobre cómo pueden mantener y sostener el bosque. Se ha contemplado también la instalación de una televisión donde puedan tener acceso a la señal abierta y privada. Es un proyecto
integral que estamos haciendo en dos comunidades como piloto, para que luego, con el apoyo del MINAM y de otras instituciones, poder repetirlo en otras comunidades amazónicas.

¿Es parte de otro proyecto más grande?

Si logra funcionar será posible llevarlo a otras comunidades donde trabajamos. El propósito es ayudarlos a tener un modelo integral y sostenible que mejore su calidad de vida.

¿A cuánta gente beneficia y qué retos enfrentan para que el proyecto sea sostenible en el largo plazo?

En el primer piloto son un total de 80 familias aproximadamente. Sobre su sostenibilidad, es una gran ventaja gracias a las unidades solares, lo que reducirá el gasto de mantenimiento del pozo. Por otro lado, al ser comunidades que están en relación constante con nosotros (ya que a ellos les compramos los frutos) permitirá que podamos ayudar que sea  sostenible en el tiempo. Si algo ocurre estaremos allí para ayudar. No se trata de ir, hacer el proyecto e irse. Para nosotros el acompañamiento es vital.

¿Cuánta agua potable generan y, si han podido medirlo, qué impacto tiene en la calidad de vida de la gente beneficiada?

Las comunidades de Buenos Aires y 20 de Enero tienen alrededor de 40 familias cada una, a las cuales vamos a proveer de agua potable continuamente. El impacto va en medida de la calidad de agua que van a tener y la capacidad de lucha contra la anemia y la desnutrición, lo que significa tener un agua saludable y, por ende, una comunidad sana.

¿Podrían expandir el proyecto a más gente y zonas?

Esa es nuestra intención. Así como el proyecto de Machu Picchu es un piloto, éste también. La meta es extender estas iniciativas sostenibles a más comunidades en medida que ampliemos nuestra relación con ellas.

¿Qué visión tiene el Grupo AJE como empresa en los próximos meses, luego de esta coyuntura que traerá un nuevo modelo de negocio?

En el país ya se pueden apreciar nuevos modelos de negocios. Considero que el COVID-19 ha multiplicado esta  Revolución Natural. Las personas ahora miran el cielo celeste en Lima, la vida ha vuelto a nuestros bosques y a los océanos.
La naturaleza está respirando y la gente está reflexionando al respecto, sintiendo que ahora debemos ser más sostenibles.
Debemos mantener un modelo de manejo mucho más sostenible. Es más, nos hemos dado cuenta que mucho de lo que comprábamos en verdad no lo necesitamos.

Considero que de todo este desastre le permitirá al Perú y el mundo concebir una nueva consciencia. Cuando esto termine, tendremos usuarios más preocupados, dándole más valor a lo que tienen. Esto no es un hecho aislado. La naturaleza nos dice que el modelo en el que vivimos no es sostenible. Desde que se realizó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – COP 20 en Perú y  luego la de París, donde 160 países firmaron este acuerdo para proteger la naturaleza y el medio ambiente, no se ha hecho nada.

Lo más dramático es que después de esta firma, en la que se supone que la gente tomó consciencia, se han dado los años de mayor deforestación de la historia. Esto significa que no hemos aprendido nada, pero aún hay tiempo de escuchar a la naturaleza. Aún hay tiempo de convertirnos en sostenibles, de reinventarnos y de apostar por la Revolución Natural.

 

 







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