Por Stakeholders

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El desarrollo del Perú, producto del crecimiento y la estabilidad económica, debe ir siempre de la mano de planes que permitan el ingreso a la modernidad de los sectores más alejados, tal como lo afirma Kathia Salgado, asesora de Energía para Iluminar del Proyecto Energía, Desarrollo y Vida, una iniciativa de la Cooperación Alemana (implementada por la GIZ) en el Perú.

El Plan Nacional de Electrificación Rural es uno de los pilares para el desarrollo de zonas de difícil acceso y significa poder crear oportunidades para el nuevo milenio. De esta forma, dentro de la estrategia llevada a cabo por el Estado, las redes eléctricas se implementan, los medidores se instalan y el servicio pasa luego a ser operado por un concesionario. Sin embargo, ¿quién supervisa las instalaciones al interior de un hogar? ¿Cuán preparados están los pobladores de una localidad, que nunca ha tenido luz eléctrica, para afrontar el reto de electrificar sus viviendas?

Lo que ha podido detectar el Proyecto Energía, Desarrollo y Vida GIZ-Perú, es que muchas de las familias que accedieron al servicio eléctrico están haciendo uso de la electricidad en condiciones precarias al interior de sus viviendas, exponiéndose así no sólo a la ocurrencia de accidentes eléctricos, sino también a pérdidas económicas debido a fugas de energía por instalaciones mal efectuadas. Esta situación se repite en varios lugares, principalmente por tres motivos: la falta de mano de obra calificada en el medio rural, los elevados costos de materiales eléctricos de calidad, y la escasa o nula información a los nuevos usuarios sobre la importancia del acceso y uso seguro de la electricidad.

Teniendo en cuenta esta situación, Procobre Perú y las empresas INDECO, Ticino del Perú y Philips Peruana, desarrollaron una alianza estratégica con el Proyecto Energía, Desarrollo y Vida GIZ–Perú para desarrollar un proyecto piloto en 81 comunidades rurales de los departamentos de Cajamarca y San Martín bajo el nombre de Casa Segura Rural con el fin de promover las instalaciones eléctricas seguras de los hogares en zonas rurales a través de intervenciones en poblados que carecen aún de una “conciencia eléctrica”.

Como resultado del proyecto piloto:

1) 1585 conexiones eléctricas interiores básicas seguras fueron instaladas en hogares e instituciones de infraestructura social.

2) Se capacitaron 40 instaladores locales que han efectuado las instalaciones observando normas técnicas.

3) Los instaladores incrementaron sus ingresos familiares, pues encontraron una forma de auto empleo temporal.

4) El 100% de beneficiarios recibió información promovida por el proyecto y reconoce la importancia de acceder y utilizar la electricidad de manera segura.

5) El 88% de empadronados compraron los materiales facilitados a través del proyecto piloto, al haberse gestionado precios accesibles a sus posibilidades económicas.

Con la llegada de la electricidad a estas localidades, no solo se mejora la calidad de vida de las familias, sino que además se dinamizan las cadenas productivas y laborales. No cabe duda que iniciativas como Casa Segura Rural contribuyen a dinamizar el desarrollo en el medio rural de la mano de los mismos pobladores, quienes ahora conocen los beneficios de la electricidad y la importancia de usarla de manera segura.







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