Carmen Mateo, una ingeniera peruana, ha logrado cumplir el sueño de su difunto padre al fundar una planta de reciclaje que no solo impulsa la economía local, sino que también transforma vidas. Su empresa, Thicca, ubicada en Pachacútec (Ventanilla), se ha convertido en un faro de sostenibilidad.
Desde pequeña, Carmen estuvo inmersa en el mundo del reciclaje gracias a sus padres, quienes se dedicaban a esta labor para mantener a su familia. Inspirada por ellos, ella vio en esta actividad, no solo una forma de sustento, sino una misión de vida.
«Esta botella para mí es mi felicidad. Estoy enamorada de esta botella porque para mí es vida, es fuente de trabajo y la oportunidad de poder desarrollar la labor social que tanto me gusta», expresó en una reciente entrevista con TV Perú.
La empresa que construyó junto a su esposo ha creado empleos para más de 15 personas, brindando oportunidades especialmente a aquellos en situación de vulnerabilidad. La planta recibe diariamente cargas de materiales reciclables de diversas zonas, incluyendo el condominio Las Casuarinas en Ventanilla, donde los residentes ahora reciben un bono por su participación en el reciclaje. De esta manera, produce 150 toneladas de plástico prensado al mes, contribuyendo de manera significativa a la sostenibilidad ambiental.
«Antes, ellos no reciclaban, todo lo mandaban al relleno. Ahora lo hacen y por ello tienen un dinerito que les ayuda para las áreas comunes», comentó Carmen.
Thicca también se ha destacado por su enfoque inclusivo, empleando a siete adultos mayores que trabajan en horarios flexibles. Uno de ellos, Claudio, de 60 años, ha encontrado en el reciclaje una fuente de estabilidad y progreso. «El reciclaje le dio la oportunidad de que construya su casa, le dé estudios a su último hijo y le ponga una tienda a su esposa para que ya no trabaje en casa cama adentro», compartió.