Por Stakeholders

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Por: Guillermo Vidalón del Pino

Recientemente recibí la inquietud acerca de cómo incentivar la creación de un cluster minero desde la esfera estatal; sobre todo, teniendo en cuenta que la actividad minera representa un gran potencial para el país y una oportunidad para la generación de más industria local y regional. Al respecto, respondí “si la intención es establecer mecanismos para que la minería adquiera mayores insumos locales bajo el eufemismo de propiciar la incorporación de mayor valor agregado, el resultado será, otra vez, el fracaso. El dirigismo de Estado no tiene experiencia exitosa en el Perú.”

Quienes miran al conglomerado industrial en Antofagasta, y lo presentan como un ejemplo a seguir, parecen desconocer que el mayor volumen de producción minera en Chile se lleva a cabo en el norte de dicho país, por lo que la ubicación de tal cluster se debe fundamentalmente a razones logísticas, diseñadas en función de la mayor masa crítica de la actividad minera y no al revés.

En el Perú, existe un cluster con mayor presencia en Lima; las razones también son logísticas ya que la actividad minera en el Perú se realiza en el norte, centro y sur. El principal puerto del país es el Callao y lo ha sido por algunos cientos de años por lo que los insumos para los proveedores mineros llegan allí. En dicha provincia, o en la capital, la metalmecánica asociada a la minería fabrica equipos complementarios para su posterior distribución a todo el país y, también, para atender la demanda externa.

¿Acaso la minería quiso ser de “enclave” en el pasado y repentinamente decidió abrir sus puertas a los productores locales de insumos? No, esa fue una interpretación de quienes no se percataron de la inexistencia de proveedores locales competitivos que pudiesen satisfacer la demanda minera. Tampoco hubo el suficiente volumen de producción minera como para justificar el establecimiento de grandes conglomerados industriales. Cuando la minería se expande, se justificó e hizo económicamente rentable el surgimiento de nuevos emprendimientos, los cuales, cada vez, han ofrecido productos más sofisticados, de calidad superior, garantizados, a precios competitivos y con condiciones de entrega oportunas, todo ello ha hecho que naturalmente la industria minera opte por la producción local. De eso se trata y no de establecer “mecanismos de protección” que alejan el incentivo por la mejora continua, única garantía para ser exitosos en la aldea global.

¿Por qué no dar el salto al “software”? –preguntaron-.

Hay voluntad de hacerlo, por eso se crea TECSUP. Una vez consolidado éste, se da el salto a UTEC (Universidad de Ingeniería y Tecnología). Igualmente, la producción de “software” requiere, previamente, de conocer las necesidades de la actividad, del desarrollo del conocimiento local, luego de investigación y, como resultado, la producción de productos con alto contenido tecnológico, por lo tanto, valor agregado. Pretender saltarnos algunos ciclos puede hacernos terminar en el abismo de las buenas intenciones.

¿Entonces, el Estado no puede hacer nada al respecto? –repreguntaron-.

Sí, claro que sí –respondí-. Sea quien fuere quien se encuentre en la conducción del Estado, aquel debe tener presente que el principal activo del futuro es el conocimiento; por lo tanto, hay que brindar educación de calidad, generar mecanismos para estimular la creación, la innovación y la difusión del conocimiento, así como la investigación aplicada.

Ello implica ser conscientes de que la investigación requiere financiamiento; como consecuencia, las fuentes proveedoras de fondos destinados a investigación deben seguir expandiéndose para que el volumen de recursos sea creciente y sostenido. Dichas fuentes principales provienen de la actividad minera, a mayor actividad minera, mayor Canon y, subsecuentemente, mayor disponibilidad de recursos para las universidades nacionales.

Si los recursos destinados para investigación descentralizada local no están cumpliendo sus fines, sea por carencias en la formación de dichas instituciones o por corrupción, el Estado sí debería establecer mecanismos para supervisar el empleo adecuado de dichos fondos o facilitar que se establezcan sinergias entre las diferentes universidades del país, públicas y privadas, con fines específicos de investigación – generalmente unas están más implementadas que otras – y también con las empresas. Hacer que el Canon o parte del mismo destinado a investigación se constituya en un fondo concursable al cual acceden todas las instituciones académicas del país, en función a la expectaticia repercusión económica y social que podría tener una investigación.

Ideal sería acreditarlas, pero si no es viable políticamente, se podría crear la carrera de investigadores. Así mismo, reconocer los grados académicos de peruanos obtenidos en el extranjero para que sean incorporados a la vida universitaria local en función a la posición que ocupen dichas universidades extranjeras en rankings internacionales. Investigadores locales podrían crear una Institución Virtual de Intercambio de Conocimientos con otros investigadores peruanos en el exterior. Ya existen ensayos de ello, pero son iniciativas aisladas y sin el debido apoyo gubernamental, se requiere hacer Inteligencia para organizar la producción y retroalimentación del conocimiento peruano

Los programas de Becas del Estado deberían establecer convenios con instituciones cuya eficiencia se mida en función de la empleabilidad de sus egresados y la capacidad de los jóvenes para llevar a cabo sus propios emprendimientos; el objetivo de los convenios sería garantizar a la institución formadora el pago de sus servicios académicos por un número definido de años, dicho fondo le permitirá financiar el establecimiento de más locales en el interior del país, de manera descentralizada. Hay que facilitar el acceso a la formación técnica de calidad a los jóvenes, quienes deben recibir un crédito educativo para devolverlo una vez que hayan sido incorporados al aparato productivo. La apuesta por la mayor capacitación del recurso humano es lo único ciertamente sostenible. Recordemos que en los momentos más críticos de la economía nacional, los peruanos más capacitados migraron al extranjero y ayudaron a sus familias a través del envío de remesas.

¿Qué otra cosa puede hacer el Estado?

No cometer errores o enmendar aquellos que se hayan cometido. Por ejemplo, el establecimiento de Estándares de Calidad por encima de los que la industria podría alcanzar a financiar en el corto plazo. Ello podría determinar el retroceso en el proceso de integración vertical y, en lugar de promover la incorporación progresiva de mayor valor agregado, reprimarizar la industria y hacer que todos exporten materias primas en lugar de productos más elaborados.

La mejor manera de incentivar el desarrollo industrial es propiciar y estimular una masa crítica que haga atractivo invertir en manufactura, ganar experiencia, generar riqueza y conquistar tanto el mercado local como el internacional. Esa masa crítica en el Perú se denomina Minería.

Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.







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