Por Stakeholders

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Durante la COP26 realizada en Glasgow se dio el encuentro entre los activistas Greta Thunberg y Francisco Javier Vera, el último reconocido como el niño ambientalista colombiano. Thunberg le dijo a Vera que es una inspiración para muchos jóvenes, especialmente para ella. Además, le pidió que «no pare» pese a las presiones que sufre el menor de 12 años.   

Francisco Javier Vera es el fundador del movimiento ambiental Guardianes por la Vida, que nació precisamente para pedir acciones contra el cambio climático, Vera ya ha saboreado a sus 12 años el reconocimiento por su activismo. Forma parte del capítulo colombiano de Fridays For Future y este año fue nombrado embajador de buena voluntad de la Unión Europea. Pero también ha sido blanco de amenazas de muerte en su país, el más mortífero del planeta para los líderes ambientales.

Vera creció rodeado de naturaleza, de patos y gallinas, de ríos y árboles, en el municipio de Villeta (unos 25.000 habitantes), a menos de 100 kilómetros de Bogotá, en el centro de Colombia. Antes que las causas climáticas, Vera comenzó su activismo a favor del medio ambiente motivado por ser animalista. Con una elocuencia precoz, ya es un veterano cuando se trata de hablar en público. En diciembre de 2019 se hizo célebre por una intervención de tres minutos en el Senado, en la que pidió a los congresistas legislar en contra de los ensayos y maltrato de animales, del fracking y de los plásticos de un solo uso. El mes pasado, invitado a hablar sobre los derechos de los niños ante la Corte Constitucional, enfatizó que deben ser reconocidos “como ciudadanos del ahora y no del mañana o de unos años en el futuro”.

Da igual el rincón del mundo, los más jóvenes lideran hoy la lucha contra el calentamiento global. Piden que se escuche a los científicos, enfatizan el sentido de urgencia y empujan las acciones de los líderes políticos, con Thunberg como el principal referente. Una batalla que también retumba en América Latina. “Es un trabajo muy destacable el de ella, pero hay grandes diferencias, tal vez no en la causa, pero sí en la forma y en los contextos particulares. Colombia es un país más desigual y pobre que Suecia y mucho más biodiverso, por ejemplo”, decía Vera el pasado abril, interrogado sobre las constantes comparaciones con la célebre activista sueca, a la revista Bocas. “Mi familia me ha permitido ser lo que yo he querido ser y eso, lamentablemente, no sucede con muchos niños. ¿Y sabes por qué? Porque los encasillan en el paradigma de que los niños deben jugar y estudiar y ya, entonces solo pueden llegar hasta ahí y les arrebatan la posibilidad de opinar. De decir lo que piensan. De expresar lo que verdaderamente sienten”, argumentaba en esa extensa entrevista.

Cuando llegaron las amenazas a través de las redes sociales, a principios de este año, después de que publicase un mensaje en el que le pedía al Gobierno garantizar la conectividad de los estudiantes con ocasión del regreso de las clases virtuales, varios ambientalistas cerraron filas en defensa de Vera. Se pronunciaron autoridades como la Defensoría del Pueblo, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el gobernador de Cundinamarca —el departamento donde se ubica Villeta— e incluso el presidente, Iván Duque. El respaldo llegó también de parte de Michelle Bachelet, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. A pesar de esos apoyos, su madre ha contado que han tenido que ir al sicólogo debido a la ansiedad que les produjo ese episodio.

Colombia ha sido por dos años consecutivos el país donde han asesinado más defensores de la tierra, 65 solo en 2020, de acuerdo con la ONG Global Witness. Sin embargo, el país aún no ratifica el Acuerdo de Escazú, un tratado que por primera vez obliga a proteger a los asediados líderes medioambientales. A pesar de sus promesas, la Administración del presidente Duque, de visita en la COP26, donde el mandatario ha buscado exhibirse como un líder de las causas ambientales, no se ha mostrado entusiasta al promover su trámite legislativo. Aunque el acuerdo ya se hundió una vez en el Congreso a mediados de año, el Gobierno volvió a presentarlo el viernes, sin mensaje de urgencia —una herramienta legislativa que agilizaría su trámite—, justo antes de cruzar el Atlántico. Con la elocuencia y compromiso que lo caracteriza, Vera le dedicó un mensaje tan respetuoso como directo al presidente: “Lo escuché atentamente en Glasgow y solo le pido que, al llegar a Colombia, el compromiso con el ambiente que dice tener, se vea reflejado en la aprobación y firma del Acuerdo de Escazú”.

Texto publicado en el diario El País







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