En los últimos años, se han incrementado las sequías en Europa, provocando incendios forestales y agotando los acuíferos. Cerca de un tercio de los europeos se ve perjudicado por estrés hídrico, de acuerdo con la Agencia Europea de Medio Ambiente. Se estima que la situación empeore a medida que las sequías sean más frecuentes e intensas producto del cambio climático.
El hecho de que algunos de los países más grandes y ricos de la Unión Europea hayan adoptado medidas estrictas sobre la cantidad de agua que pueden utilizar sus ciudadanos y agricultores si los ríos europeos se secan, ha imposibilitado justificar las medidas propuestas por la Comisión Europea en su propuesta de Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR por sus siglas en inglés, Packaging and Packaging Waste Regulation), publicada a finales del año pasado.
La propuesta, que, entre otras normas, plantea sustituir los envases de papel alimentario de un solo uso por alternativas reutilizables para los establecimientos de comida a domicilio y para llevar, no considera el aumento del uso de agua dulce que implicaría si los envases reutilizables fueran obligatorios.
En contra de la creencia popular, los productos reutilizables, especialmente cuando están hechos de materiales no renovables que consumen muchos recursos y necesitan sistemas intensivos de lavado y secado, palidecen al compararse con los productos de papel de un solo uso, tanto en lo que respecta a la contribución al clima como al uso de agua dulce.
Si comparamos los envases de papel y los reutilizables para el consumo in situ en restaurantes de comida rápida, un análisis del ciclo de vida (ACV) realizado por Ramboll revela que los reutilizables consumen 3,4 veces más agua que los envases de papel de un solo uso. La necesidad de lavar la vajilla reutilizable aumenta significativamente la cantidad de agua necesaria, y se calcula que sustituir los envases reutilizables en los restaurantes de comida rápida equivaldría a satisfacer las necesidades de agua dulce de 750.000 personas al año.
Además, un informe reciente realizado por la consultora de gestión global Kearney muestra que los modelos de reutilización para comer en restaurantes necesitarían hasta 4.000 millones de litros de agua adicionales cada año. Lo que equivale a llenar más de 1.600 piscinas olímpicas de agua al año o a lavar 55.000 carros todos los días del año.
La evaluación de impacto en la que se basa el Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases ignora gran parte de la investigación científica sobre los envases de papel de un solo uso y su reutilización, y hace suposiciones sin fundamento. En la evaluación de impacto se ha minimizado el impacto de los sistemas de lavado y secado, así como el transporte de los envases reutilizables hacia y desde los restaurantes
La ciencia y la evidencia deben seguir guiando el trabajo de los responsables políticos. Es indispensable, especialmente en una cuestión tan fundamental como la creación de una economía circular europea y la reducción del impacto medioambiental de los envases.