Por Stakeholders

Lectura de:

 
Varias décadas de conflictos y agitación política convirtieron a la República Centroafricana en un país que necesita "de todo"…

Varias décadas de conflictos y agitación política convirtieron a la República Centroafricana en un país que necesita "de todo", dice Eric Bell, economista del Banco Mundial. En Haití, una reciente ola de secuestros por parte de grupos organizados es un recordatorio de tensiones pasadas. "Uno se pone contento porque cree que las cosas están mejorando, pero luego se deterioran otra vez", comenta Peter Holland, miembro del personal del Banco en Port-au-Prince.
 
Este año la escalada de violencia en Afganistán ha cobrado el doble de vidas de civiles, entre ellos integrantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) que trataban de prestar servicios y ayuda humanitaria, según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en ese país.

Mil millones de personas viven en estados que se desmoronan o se ven gravemente afectados por conflictos. Con frecuencia estos países son pobres o tienen grandes focos de pobreza. Por lo general, sus gobiernos son ineficientes o están poco dispuestos a proporcionar servicios básicos o suficiente seguridad para mejorar la vida de la gente.

Estos estados frágiles son el "desafío de desarrollo más difícil de nuestra era", manifestó recientemente Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos ubicado en Ginebra.

"Las enfermedades, el éxodo de personas desesperadas, el crimen y el terrorismo que suelen generarse en el vacío que representan los estados frágiles pueden transformarse rápidamente en amenazas mundiales", dijo Zoellick en el discurso inaugural que pronunció durante la VI Conferencia Mundial de Revisión de Estrategias.

"Además, pensemos por un momento en la pérdida que representa para el mundo —el derroche de energía humana, creatividad, inventiva y posibilidades— dejar a mil millones de personas en situación de carencia".

Garantizar el desarrollo

Hace un año, Robert Zoellick designó a los estados frágiles como uno de los seis desafíos mundiales del Banco. En Ginebra, recalcó la necesidad de "garantizar el desarrollo", lo cual supone consolidar la seguridad, la legitimidad, la gestión de gobierno y la economía en dichos estados a efectos de facilitar la transición del conflicto a la paz.

"Las raíces de las medidas que adoptemos alcanzarán la profundidad suficiente para quebrar el ciclo de fragilidad y violencia, únicamente si logramos garantizar el desarrollo", dijo el presidente.

Esbozó un enfoque que exhorta a aumentar las fuerzas de paz y a mantenerlas más tiempo en el lugar a fin de posibilitar la reconstrucción, la recuperación económica y la estabilidad.

Entre otras prioridades, se incluye la canalización de la ayuda a través de las autoridades locales de manera tal que los gobiernos débiles puedan fortalecer su pericia, aumenten su capacidad para prestar servicios y sean considerados legítimos por sus propios ciudadanos.

Es fundamental consolidar las instituciones

"La consolidación de las instituciones es crítica", dice Alastair McKechnie, director del Grupo de Países Frágiles y Afectados por Conflictos del Banco Mundial.

"Ayudar a crear un ministerio de finanzas que funcione no es quizás la tarea más glamorosa y visible que hacemos, pero es muy importante para darle capacidad y reforzar la credibilidad del gobierno en lo que hace a la administración de fondos de los donantes y la prestación de servicios".

Durante la última década, el Banco centró su labor en consolidar la capacidad de los gobiernos frágiles en materia de prestación de servicios básicos y comenzar la recuperación económica, agrega McKechnie.

Al mismo tiempo, aumentó los proyectos de desarrollo de base y recurrió a las ONG para que la ayuda llegue con rapidez a las comunidades locales.

Consolidar el Estado y la paz

Este desafío cobra mayores proporciones por el hecho de que muchos estados frágiles han sido relativamente olvidados por la comunidad internacional. "No reciben mucha ayuda per cápita", dice McKechnie, "en parte porque se piensa que carecen de capacidad institucional o de una gestión de gobierno eficaz para que la ayuda produzca resultados".

Para salvar esta brecha, el Banco creó el Fondo para situaciones posteriores a los conflictos i en 1997 y el Fondo fiduciario para intervenciones a favor de los países de bajo ingreso en dificultades i (LICUS, por sus siglas en inglés) en 2004 con el objeto de entregar donaciones a estados frágiles o países que salen de un conflicto, al mismo tiempo que refuerza las instituciones.

En abril, el Banco fusionó los dos en el Fondo para la consolidación del Estado y la paz i, y acordó asignar US$100 millones del presupuesto administrativo de la institución durante los tres próximos años.

Cerca de 20 países recibirán donaciones de una primera asignación de US$33 millones del presente ejercicio, dice McKechnie.

En el ejercicio de 2007, que terminó en junio de ese año, los fondos para situaciones posteriores a los conflictos y LICUS habían aprobado 254 donaciones que oscilaban entre US$25.000 y varios millones —un total de aproximadamente US$154 millones— para volver a establecer los servicios sociales y sanitarios luego de una guerra, o bien para poner a prueba programas que puedan ampliarse más adelante con otro financiamiento.

Para que la ayuda llegue a la gente

El capital simiente que proporcionaron las donaciones se utilizó para capacitar a las maestras, prestar servicios médicos y fomentar el microfinanciamiento en Afganistán. Además, se financiaron pequeñas donaciones para el desarrollo comunitario en la región de las montañas Nuba, escenario de innumerables luchas, en Sudán, y se mejoraron los programas de alimentación escolar en las zonas más pobres de Haití, donde es posible que ésa sea la única comida del día para alrededor del 60% de los niños.

"Es un factor de enorme influencia para que los niños vayan a la escuela", dice Holland, que lidera un nuevo proyecto ampliado de alimentación escolar denominado "Educación para todos" en Haití.

Los programas de desarrollo dirigidos por las comunidades, que les otorgan el poder de decidir por sí mismas la forma de utilizar el dinero, no sólo produce una alta tasa de rentabilidad —dice McKechnie—, sino que también fortalece los vínculos entre la comunidad y el estado legítimo.

Por ejemplo, el Programa nacional de solidaridad de Afganistán, que se puso en marcha hace cinco años, otorga donaciones modestas que sirven para financiar prioridades locales, así sean microgeneradores hidroeléctricos, escuelas, caminos o irrigación. Esta iniciativa llega a 17 millones de afganos en las 34 provincias, y tiene un retorno económico cercano al 20%.

"El dinero se utiliza en forma eficaz", según McKechnie, ex director del Banco Mundial para Afganistán. "Llega a los pobres, transforma sus vidas y les da una participación en el futuro. Los rebeldes no se han atrevido a destruir las escuelas que pertenecen a la comunidad".

Con frecuencia, las donaciones se utilizan para financiar los servicios proporcionados por las organizaciones no gubernamentales que conocen bien el terreno y pueden operar en regiones alejadas o inseguras muy pobres, agrega McKechnie.

No obstante, añade que es importante que se fortalezca la capacidad de las autoridades de gobernar lo más rápido posible, "porque lo que queremos ver en realidad es un estado capaz de prestar servicios, que sea considerado legítimo por su gente y sostenible a largo plazo", dice.

Aspectos básicos de la gestión de gobierno

"Un gobierno logra credibilidad y legitimidad ante su gente a través de la prestación de servicios. Estos aspectos básicos de la gestión de gobierno son esenciales no sólo para la construcción del Estado, sino también para la estabilidad en estos países", comenta McKechnie.

En realidad, los gobiernos fomentan su capacidad haciendo cosas, asumiendo la responsabilidad de proporcionar servicios a sus ciudadanos. "A menudo cuando los servicios son proporcionados en forma paralela por las ONG, la ONU y otros organismos, se retrasa la consolidación del Estado y se vacía la administración pública ya que los funcionarios abandonan sus puestos en busca de mejores sueldos en las organizaciones que proporcionan aquellos servicios públicos básicos que normalmente serían responsabilidad del Estado".

En la República Centroafricana, donde los servicios gubernamentales se deterioraron tras años de agitación política, el Banco llevó especialistas en adquisiciones y otros profesionales para capacitar a un equipo de funcionarios relacionados con el despacho del primer ministro en cuanto a la administración de las donaciones con las que se financian servicios sociales y sanitarios muy necesarios.

El dinero también se utilizó para ayudar al gobierno a desarrollar un nuevo plan económico centrado en los desafíos más grandes que enfrenta el país, es decir, restaurar la credibilidad de los sistemas de gestión de las finanzas públicas y recursos naturales, así como el buen gobierno en sentido amplio, dice Bell, economista principal de la República Centroafricana.

"Ahora el gobierno está ejecutando estas reformas con total apropiación. Se encuentran en las primeras etapas del éxito, pero este comienzo depara muchas promesas para el futuro. El país necesita abordar cuestiones de gestión de gobierno en forma urgente después de años de dilapidación de su estructura institucional", agrega Bell.

La meta para éste y otros países frágiles o afectados por conflictos es volver a ponerlos en un camino hacia una mayor estabilidad y desarrollo económico que, a su vez, genere trabajos permanentes, agrega McKechnie.

"Muchos de los problemas de violencia, ya sea guerra civil o violencia criminal, son causados por los jóvenes que no tienen un futuro. Puede ser de gran ayuda, si ellos consiguen trabajo y tienen enfrente un mañana más brillante".







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.