
Marco Minaya
– mminaya@stakeholders.com.pe
Siempre se ha discutido el rol que tiene la empresa por desarrollar mejores relaciones con las comunidades aledañas. Desde la preocupación del entorno, relaciones laborales, calidad de vida hasta el trato justo, minería responsable, eficiencia responsable y empleo adecuado de los recursos, entre otros. Estos factores o ámbitos del desarrollo de comunidades siempre ha sido un tema difícil de tratar, sobre todo en momentos de crisis o escenarios de conflictividad social y medio ambiental.
En los últimos años, las empresas han desarrollo una serie de iniciativas de responsabilidad social empresarial, siempre vinculadas al core business del negocio en el que opera cada empresa, sin embargo, ¿en qué medida e impacto una empresa puede llegar a contribuir en el desarrollo de las comunidades con el fin de que alcancen una madurez en su propio desarrollo? Está claro que la preocupación por el entorno y el desarrollo de las comunidades es vital; no obstante, ¿qué tan determinante es el rol de la empresa en la construcción de comunidades sostenibles?
Para Margareth Flórez, Directora Ejecutiva de Red América, hablar del tema de la sostenibilidad en las organizaciones ya no es una opción, sino una prioridad real, ya que existe toda una legislación, reglas, que impulsan a que mayores iniciativas o programas se desarrollen con mayor frecuencia. “La sociedad y los gobiernos esperan que las empresas cumplan su papel como actores del desarrollo”, sostuvo. Del mismo modo, agregó que las empresas deben contribuir al desarrollo de los entornos, porque existe una interdependencia, dado que la actividad, la competitividad y la sostenibilidad de la empresa están atados a la sostenibilidad de los territorios.

La Directora Ejecutiva de Red América consideró que las empresas generan impactos en los territorios, sean positivos o negativos, pero también las comunidades generan impacto en la actuación empresarial, porque en los territorios no solo están los factores de producción, sino que están las estructuras sociales, reglas y, por supuesto, las instituciones que condicionan esa operación. De la misma forma, Flórez enfatizó que muchas empresas han parado sus operaciones porque dicha relación con el entorno no ha sido una relación constructiva que haya generado desarrollo a ambas partes.
Entonces, teniendo en consideración la zona de influencia en la que opera una empresa, ¿de qué forma ésta debe relacionarse con sus comunidades aledañas a la zona? Desde la perspectiva de Angélica Vargas, Directora Ejecutiva de América Solidaria, debe ser de una forma íntegra, armónica, empática, de sincero acercamiento, tomando en cuenta sus intereses, expectativas y riqueza cultural; asumiendo compromisos auténticos de desarrollo, pero sin generar dependencia, ni generando expectativas irreales; siendo congruentes y respetuosos no solamente con la comunidad y la calidad de vida de quienes las conforman, sino también con su riqueza natural y cultural.
Por su parte, Flórez explicó que las empresas pueden contribuir al desarrollo de las comunidades, no solo a través de proyectos sociales, sino de su propia funcionalidad, de su propio modelo de negocio. Desde la operación tanto de sus productos y servicios que prestan o desde su red de valor, pueden contribuir con la sostenibilidad, porque trae retornos positivos para la empresa. “Es una cuestión de ética, de responsabilidad, pero también tiene efectos positivos en los negocios”, precisó la Directora Ejecutiva de Red América.
FACTORES CLAVES
Al respecto, ¿qué factores deben priorizarse en la relación empresa-comunidad? Para Angélica Vargas, Directora Ejecutiva de América Solidaria, afortunadamente, cada vez son más las empresas que logran involucrarse genuinamente con las comunidades en las que operan; identificando oportunidades de desarrollo de manera conjunta e implementando proyectos e iniciativas que promuevan la igualdad de oportunidades en las zonas más vulnerables de nuestro país y el continente. Para Vargas, lograr un relación horizontal en la que se priorice el encuentro y el conocimiento de las personas involucradas en esta relación, es la clave, ya que, desde su perspectiva, solamente así podremos realmente valorar las distintas realidades y riquezas locales que tenemos y de las cuales tenemos muchísimo por aprender y compartir.

En lo que respecta a Flórez, consideró clave el tema de la red y cadena de valor, ya que si bien en la propia cadena de valor, por ejemplo, están los proveedores, distribuidores, pues cuando hablamos de red de valor nos referimos a un sentido más amplio del término, en el que involucra a otros actores que están presentes. “Este factor debe pensarse como una contribución al desarrollo sostenible en las comunidades”, concluyó.
Por otra parte, es sabido que en su mayoría estas zonas de influencia o comunidades aledañas a la zona en la que opera una empresa carecen de muchas necesidades. Y el desarrollo sostenible, pese a que en los últimos años ha tenido mayor relevancia en las organizaciones, aún sigue siendo reto grande para el sector empresarial. En ese contexto, ¿de qué forma se puede combatir la situación de pobreza? ¿En qué puede contribuir la empresa a su erradicación y en qué modo debe abordarlo el Estado?
Partiendo de la situación que enfrenta el país, según Angélica Vargas, Directora Ejecutiva de América Solidaria, lamentablemente, el enfoque asistencialista con el que se han desarrollado una gran cantidad de iniciativas en el pasado, representan probablemente una de las mayores barreras para la superación de la pobreza en nuestro país y el continente. Para Vargas, la pobreza es una situación transitoria y multidimensional. En ese sentido, tanto el Estado como la empresa poseen una gran responsabilidad al contar el día de hoy con un amplio abanico de posibilidades de colaboración para que tanto empresa, Estado, comunidad y organizaciones de la sociedad civil trabajen conjunta y proactivamente para la identificación y superación de sus problemas sociales.
Entonces, ¿cómo contrarrestar dicha situación? En palabras de Vargas, promover proyectos de desarrollo y fortalecimiento de capacidades locales, así como de vinculación social que contribuya a sectores tan importantes como educación o salud, es pensar a largo plazo. Desde su punto de vista, el éxito empresarial no tiene por qué ser incompatible con el desarrollo humano y por supuesto es mucho más sostenible cuando se diseña e implementa de manera participativa entre los múltiples equipos involucrados, entre los que por supuesto el Estado representa un actor clave.
Está claro que pensar en desarrollo sostenible para las comunidades no solo basta con incluirlos, sino pensar también en el futuro de nuestras generaciones y priorizando inclusive la sostenibilidad del negocio en el que cada empresa opera.