Las partículas contaminantes generan inflamación local y aumenta la inflamación subyacente causada por la sensibilidad alérgica.

Por Stakeholders

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En los últimos años, el número de afectados por enfermedades alérgicas ha incrementado en los países industrializados. Ante ello, la Organización Mundial de la Alergia (WAO), en el marco de la semana mundial de las alergias, estableció el lema “El cambio climático empeora las enfermedades alérgicas y hay que estar listos”

Las personas que padecen estas patologías son más susceptibles a los efectos del cambio climático, y con frecuencia deben adaptar su atención médica y aspectos de su vida diaria. Por ello, es fundamental que los profesionales de la salud se adapten y hallen nuevos enfoques para controlar las alergias, considerando los cambios ambientales.

Las partículas contaminantes causan una inflamación a nivel sistémico, que altera el sistema cardiocirculatorio, ingresando por el sistema respiratorio. Su presencia genera inflamación local y aumenta la inflamación subyacente causada por la sensibilidad alérgica.

En esa línea, el cambio climático ha generado un aumento de la capacidad de provocar alergia de algunos elementos ambientales como los pólenes. No sólo por sus características bajo esta influencia climática, sino que se han alargado los períodos de polinización por el calentamiento global. Incluso, esta situación se complica con los períodos de contagio de enfermedades infecciosas respiratorias, donde en ocasiones llegan a superponerse (final del verano con inicio de otoño, lo mismo fin de invierno con inicio de primavera).

Es por ello, que la exposición a nuevos alérgenos y contaminantes, tanto de interior (humo del tabaco) como de exterior (polución ambiental), junto a las partículas eliminadas en la combustión de los motores y por la calefacción, crean un ambiente hostil. En tanto, las plantas para defenderse liberan proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes, causando una mayor capacidad para producir alergia.

Asimismo, los altos niveles de contaminación urbana impulsan el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera sobre las ciudades y, así, incrementan el tiempo de su exposición. Esto explicaría porque en las zonas rurales hay un menor número de alérgicos, a pesar de que haya mayor cantidad de plantas que en las ciudades.

Para contrarrestar el impacto de esta situación se pueden aplicar medidas individuales, algunas de estas son: elegir las horas adecuadas para pasear, tener ventilación en la vivienda y usar mascarillas, entre otras. Además, es importante también tener una adecuada alimentación, evitar el sedentarismo, descanso suficiente, ámbito laboral/escolar adecuado y relaciones interpersonales saludables.







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