Por Stakeholders

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No sé si es la experiencia- o sea la edad- si es la práctica, si es la necesidad de volver a…

  
No sé si es la experiencia- o sea la edad- si es la práctica, si es la necesidad de volver a esas emociones primeras…que hace que cada vez más tenga la necesidad de decir a quien me aporta algo “gracias”. En los últimos meses me ha pasado en varias ocasiones.

Una de ellas fue ante la obra de teatro Urtain, una obra maestra de interpretación de toda la compañía Animalario y muy en especial de Roberto Álamo. Al acabar la función tuve la oportunidad de decirle al actor cómo me había llegado su interpretación y darle las gracias por esos momentos que nos regaló.

En otra ocasión y de esta hace unas semanas, fue con mi profesor de matemáticas de EGB. Una persona que a mis 17 años supo despertar en mí la sed de saber, el placer de plantearme las cosas más allá de lo que estaba ante mis narices…Joan, me regaló la filosofía que me acompaña desde entonces.

Me he dado cuenta además que cuando doy las gracias por esos regalos que no siempre son conscientes por parte de quien los da, la persona que recibe el agradecimiento sonríe con ese rictus de satisfacción que hace que una vez más ella y yo misma nos sintamos tan bien que la gratitud se transforma en fuerza interior a la que podemos dar el nombre de autoestima, motivación, cohesión…

Este intercambio, por llamarlo de alguna manera, se nos da a diario en el ámbito laboral y pocas veces, por no decir nunca damos las gracias por la gestión bien hecha.

Las personas que nos rodean en nuestro entorno laboral ejecutan a diario una buena tarea que hace que la empresa marche bien y que el gran engranaje funcione como debe.

¿Cuántas veces las personas con cargos de responsabilidad reconocen el trabajo bien hecho?

No se trata sólo de que quien trabaja recibe un salario a cambio de la tarea- esto es lo establecido, lo legalmente correcto, ¡faltaría más!. Se trata de ir más allá – también es Responsabilidad Social – y decir que a parte de la obligación de ejecutar la acción, además de eso lo está haciendo fenomenal, lo vemos y lo decimos a la persona en cuestión y públicamente si tenemos la oportunidad.

Este gesto honora a quien lo tiene, lo empodera indiscutiblemente pero además asegura el buen hacer, la calidad, la innovación de quién lo recibe.

Se trata de una acción de responsabilidad social para con las personas de la empresa a parte de ser un elemento vital para el buen funcionamiento de la misma.

Las personas trabajamos por dinero, es obvio, pero hay ese reconocimiento que va más allá de la nómina que es el que realmente cuenta.

Solemos decir lo que el personal hace mal y, en cambio, esas pequeñas gestiones diarias que ni se ven ni reparamos en ellas porque marchan bien…no les damos la importancia que realmente tienen. Pensemos por un momento si quien las hace dejara de hacerlas o las hiciera a destiempo o mal, ¡sería un caos!

Las cosas que no se dicen no existen y cuando las cosas se hacen bien se tienen que decir porque sólo así les damos entidad y un lugar en la realidad.

La Responsabilidad Social y cada una de las acciones que la conforman, como es la gestión de las personas, debe ser dicha públicamente y hacerla llegar a la persona o personas protagonistas.

Así que GRACIAS también a quien leo desde este Diario Responsable porque aprendo y crezco.

Fuente:
Contenido: http://www.diarioresponsable.com







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