De acuerdo con el Banco Mundial, este año los países en desarrollo afrontan un déficit de financiamiento del orden de los US$270.000 millones…
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De acuerdo con el Banco Mundial, este año los países en desarrollo afrontan un déficit de financiamiento del orden de los US$270.000 millones a US$700.000 millones, dado que los acreedores del sector privado huyen de los mercados emergentes y tan sólo la cuarta parte de los países más vulnerables dispone de los recursos necesarios para evitar que aumente la pobreza.
En un informe preparado para la reunión de los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los 20, que tendrá lugar el próximo sábado, el Banco Mundial señala que, en la actualidad, las instituciones financieras internacionales no pueden cubrir por sí solas la deficiencia —que incluye déficits comerciales y deuda pública y privada— correspondiente a estos 129 países, ni siquiera en el extremo inferior de la escala. |
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Toda solución requerirá la acción conjunta de los gobiernos, las instituciones multilaterales y el sector privado. Tan sólo la cuarta parte de los países en desarrollo vulnerables tiene la capacidad para financiar medidas orientadas a atenuar la desaceleración económica, entre las que se incluyen la creación de empleo y los programas de protección social. “Debemos reaccionar en tiempo real a una crisis que se está propagando y perjudica a los habitantes del mundo en desarrollo”, manifestó el presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick. “Esta crisis mundial requiere una solución mundial y, para que los esfuerzos internacionales tengan éxito, es preciso evitar una catástrofe económica en los países en desarrollo. Se necesitan inversiones en programas de protección social, en infraestructura y en el sector de la pequeña y mediana empresa, para crear puestos de trabajo y evitar que surja malestar social y político”. Este año, es probable que la economía mundial se reduzca por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, con un crecimiento que será por lo menos cinco puntos porcentuales inferior a su potencial. De acuerdo con los pronósticos del Banco Mundial, para mediados de 2009, la producción industrial mundial podría ser hasta un 15% inferior a los niveles de 2008. Todo indica que el comercio internacional registrará en 2009 su mayor disminución en los últimos 80 años, y que la reducción más marcada se producirá en Asia oriental. La crisis financiera tendrá consecuencias a largo plazo para los países en desarrollo. Se prevé un marcado aumento de la emisión de títulos de deuda de países de ingreso alto, lo que tendrá el efecto de desplazar a muchos prestatarios de países en desarrollo, tanto públicos como privados. Muchas de las instituciones que prestaban servicios de intermediación financiera a clientes de países en desarrollo, han desaparecido casi totalmente. Los países en desarrollo que todavía tienen acceso a los mercados financieros afrontan costos de endeudamiento más elevados y menores flujos de capital, que ocasionarán un menor nivel de inversión y un crecimiento más lento en el futuro. “Aunque los habitantes de países en desarrollo, especialmente los de África, fueron desde un principio espectadores inocentes de esta crisis, no les queda más remedio que soportar sus graves consecuencias”, señala la directora gerente del Banco Mundial, Ngozi Okonjo-Iweala, en el discurso que pronunciará el lunes en una conferencia organizada por el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido, en la ciudad de Londres. “Debemos considerar que los pobres son un activo y no un pasivo. La nueva globalización debe entrañar la adopción de nuevas medidas para cuidar a nuestros niños, educar a nuestros jóvenes, empoderar a nuestras mujeres y proteger a los grupos vulnerables”. En el informe se señala que 94 de los 116 países en desarrollo han sufrido una desaceleración del crecimiento económico. De estos países, 43 tienen altos niveles de pobreza. Hasta la fecha, los sectores más afectados son aquellos que eran los más dinámicos, en particular las exportaciones urbanas, la construcción, la minería y las manufacturas. En Camboya, por ejemplo, se perdieron 30.000 puestos de trabajo en la industria de la confección, la única industria de exportación importante del país. En India, se perdieron más de 500.000 empleos durante el último trimestre de 2008, en sectores tales como los de piedras preciosas y joyas, automóviles y textiles. A raíz de que sus exportaciones y sus ingresos fiscales están disminuyendo debido a la crisis, mucho de los países más pobres del mundo dependen, cada vez en mayor grado, de la asistencia para el desarrollo. Los compromisos de aumentar la ayuda asumidos por los donantes en la Cumbre de Gleneagles de 2005 ya registran un retraso de alrededor de US$39.000 millones. El hecho de que algunos países estén recortando sus presupuestos de ayuda mientras que otros confirman sus compromisos, por lo menos para este año, plantea dudas respecto de un posible aumento de la volatilidad de los flujos de ayuda. En las palabras que pronunciará en la mencionada conferencia que tendrá lugar el lunes, en Londres, el primer economista y primer vicepresidente del Banco Mundial Justin Yifu Lin señala que los países desarrollados deben destinar a países en desarrollo una parte de su paquete de estímulo fiscal, pues el efecto económico de esta medida sería muy importante. “Si bien es indudable que se deben inyectar recursos fiscales en los países ricos que están en el epicentro de la crisis, las inversiones en infraestructura en el mundo en desarrollo —donde pueden reducir los obstáculos al crecimiento y restablecer rápidamente la demanda—, permitirán obtener resultados aún más beneficiosos y deben ser un elemento primordial en el camino hacia la recuperación”, afirma Lin en su discurso. |