El agujero en la capa de ozono sobre la Antártida se cerró este 1 de diciembre, marcando su desaparición más temprana en seis años y consolidándose como el más pequeño desde 2019, según datos de Copernicus. El cierre anticipado y las concentraciones más altas de ozono refuerzan la tendencia positiva hacia la recuperación de esta barrera clave contra la radiación ultravioleta.
Expertos del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus destacan que estos avances son resultado directo de la prohibición de sustancias que dañan la capa de ozono, establecida por el Protocolo de Montreal. El comportamiento reducido del agujero durante 2025 confirma que la acción coordinada a nivel global sigue dando resultados concretos y sostenidos para la salud del planeta.
Cierre del agujero de ozono: Un avance que confirma la tendencia a la recuperación
«El cierre más temprano y el tamaño relativamente pequeño del agujero de ozono de este año es una señal alentadora», afirmó Laurence Rouil, directora del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS). La funcionaria subrayó que estos resultados reflejan «el progreso estable que estamos observando de año en año en la recuperación de la capa de ozono».
Rouil también recordó que este avance responde directamente a la prohibición de las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono (SAO), implementada desde hace décadas: «Deberíamos celebrar este progreso como un recordatorio oportuno de lo que se puede lograr cuando la comunidad internacional trabaja de manera conjunta».
¿Cómo evolucionó el agujero de ozono en 2025?
El agujero comenzó a formarse a mediados de agosto y alcanzó su máxima extensión —21,08 millones de km²— a inicios de septiembre, muy por debajo del récord de 26,1 millones registrado en 2023. Entre septiembre y octubre, su tamaño osciló entre 15 y 20 millones de km², para luego disminuir de manera acelerada durante noviembre hasta cerrarse completamente el 1 de diciembre.
El informe de Copernicus concluye que el agujero de 2025 fue “significativamente más pequeño y duró menos que en los cinco años anteriores”, una señal concreta de fortalecimiento atmosférico.
El rol decisivo del Protocolo de Montreal
La capa de ozono actúa como un escudo natural contra la radiación ultravioleta, vital para prevenir cáncer de piel y proteger ecosistemas. Su deterioro en los años 80 estuvo asociado al uso masivo de clorofluorocarbonos, aerosoles y refrigerantes industriales.
El Protocolo de Montreal, firmado en 1987, prohibió estas sustancias y evitó que los niveles globales de ozono cayeran a niveles «catastróficos», según Copernicus. Pese a los episodios severos entre 2020 y 2023, la recuperación actual evidencia el impacto positivo de esta regulación.
Los científicos coinciden: el progreso de la capa de ozono es uno de los mayores éxitos de cooperación ambiental global, y su recuperación avanza con pasos cada vez más firmes.









