Por Stakeholders

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Los trabajadores de las fábricas chinas, verdaderos artífices del “milagro” chino, adquieren hoy protagonismo por diversas razones. En primer lugar por su ausencia, porque las fábricas empiezan a sufrir una aguda falta de personal. Por las huelgas que han venido a ocupar las primeras páginas de la prensa mundial. Y por unos sucesos trágicos, una cadena de suicidios en la fábrica subcontratista de los más afamados productos electrónicos.

Estos hechos, con su inmediato efecto de mejora de condiciones, subida de salarios y en definitiva costes, han llevado a algunos a cuestionar el modelo que tantos éxitos parece haber dado a China en las dos últimas décadas. Todavía es pronto para pronunciarse. La respuesta dependerá de muchos y complejos factores. Muy especialmente de cuáles son las alternativas, de los precios de las materias primas y del petróleo y otras fuentes de energía, o del comportamiento de las divisas y la presión internacional para que China aprecie su moneda. Pero ciertamente este año 2010 representa un punto de inflexión.

En este artículo nos proponemos esclarecer estos fenómenos, los factores que los han desencadenado y sus posibles implicaciones.

LOS TRABAJADORES NO HAN VUELTO A LA FÁBRICA

O no todos. Tras las últimas vacaciones de año nuevo chino, el pasado mes de febrero, son muchos los que no han regresado, y se siguen sumando bajas, muy difíciles de reemplazar salvo parcialmente con personal más joven y menos preparado. Especialmente las fábricas de Guangdong, la provincia del sur de China verdadera fábrica del mundo, señalan una disminución de personal en torno al 30% en muchos casos. Esta situación hace difícil servir pedidos justo cuando éstos han resurgido con fuerza después del devastador año 2009.

Cierto que durante los últimos años venía percibiéndose un paulatino descenso en las reincorporaciones tras esas fechas. Ni volvían todos ni puntualmente, lo que ralentizaba el reinicio de la actividad fabril. Pero el brusco descenso en trabajadores es un hecho completamente inesperado, para lo que no estábamos preparados y que desafía la aparentemente inagotable oferta de mano de obra barata, presupuesto sobre el que se edificaba la competitividad de China y su razón de ser en el concierto mundial.

¿Dónde están? Es un lugar común comenzar explicando que las fábricas se concentran en las provincias costeras del sur y del este de China y se nutren de trabajadores que vienen del interior, predominantemente rural e industrialmente menos desarrollado.

Durante los últimos veinte años esto ha devenido en el mayor movimiento migratorio de la historia. Millones de personas trasladándose de un lugar a otro, aunque dentro del mismo país. Este carácter de emigrante del trabajador chino es clave para entender no sólo los fenómenos que intentamos dilucidar sino la historia social y económica de China en los últimos años.

Desde un principio, las razones por las que se producía ese deseo de marchar eran escapar de la pobreza y del subdesarrollo. Pero también entonces, y en especial ahora, lo que el emigrante buscaba eran oportunidades.

Este éxodo tiene en cierto modo un carácter épico. Quien mejor lo ha contado es Leslie T. Chang en Factory Girls, uno de los mejores libros sobre China. “Qucu, salir fuera, es el momento definitorio en sus vidas, la pregunta entre unos y otros: ¿cuándo saliste?, y la razón es siempre la misma, porque no había nada que hacer en el pueblo”. De allí a las cadenas de producción y de montaje, el aprendizaje de nuevos oficios, la ocasión que siempre se presenta de saltar de una fábrica a otra, de un empleo a otro más cualificado o mejor pagado.

Hay también reveses y fracasos, pero sobresale el triunfo que muchos han labrado conquistando la movilidad social, con ello generando nuevas expectativas. Estamos ante una generación diferente a la de sus padres. Éstos querían ganar algo de dinero y volver al campo. Las nuevas generaciones quieren quedarse en la ciudad, pero también quieren respeto.

En la memoria reciente de estos trabajadores están los despidos masivos de finales de 2008 y principios de 2009, con el cierre de fábricas tras el derrumbe de las exportaciones. Aunque con la perspectiva de hoy aquello parece un fenómeno momentáneo, los trabajadores no lo han olvidado. Ahora se sopesan las alternativas, y éstas ya se están presentando. Fábricas que se han ido trasladando o creándose en el interior para conseguir menores costes en un proceso que lleva ya años. Obras de infraestructura a gran escala a lo largo del país. Trabajo en la construcción de la explosión inmobiliaria. El despertar del consumo, los primeros frutos de una nueva transformación que se traduce en nuevas oportunidades cerca de casa. Y a los inconvenientes de salir fuera se añade el obstáculo del registro Hukou que dificulta su arraigo en la ciudad.

Una cuestión clave es el factor demográfico. La opinión general, poco contrastada, es que cada vez hay menos trabajadores jóvenes en el campo. Sin embargo, para ilustrar la precaución con que debemos abordar este aspecto veamos dos versiones que un mismo observador, Tom Holland, ofrece con apenas semanas de diferencia en el diario hongkonés South China Morning Post (SCMP):

“De acuerdo con un estudio reciente del International Food Policy Research Institute, China pasó su Lewis turning point –momento en el que el producto marginal del trabajo en el sector agrícola sobrepasa el producto marginal del trabajo industrial– ya en 2003, lo que significa que la economía china ha pasado de tener excedente de mano de obra a la escasez”.

“Pero de acuerdo con un artículo publicado el pasado mes [julio 2010] por John Knight y Li Shi de la Universidad Normal de Beijing y Deng Quheng de la Academia China de Ciencias Sociales, el número de trabajadores en el campo está lejos de agotarse. De acuerdo con su investigación, en 2007 había todavía 80 millones de trabajadores más esperando emigrar a la ciudad”.

Este último trabajo publicado por la Universidad de Oxford, donde John Knight es profesor de economía, tiene el explícito título “El puzle de la escasez de trabajadores emigrantes y el excedente de mano de obra rural en China”, y una interesante conclusión: por razones institucionales es muy probable que ambos fenómenos continúen coexistiendo por el momento y en el futuro cercano.

Por: Juan José Morales y Bruno Feltracco

Extraído de http://www.compromisoempresarial.com/







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