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El debate, moderado por el periodista Joaquín Estefanía, contó con la participación del director de la publicación, José Antonio Alonso (ICEI-UCM), junto a Juan López…

  
El debate, moderado por el periodista Joaquín Estefanía, contó con la participación del director de la publicación, José Antonio Alonso (ICEI-UCM), junto a Juan López Dóriga (Director General de Políticas de Desarrollo, SECI/MAEC), Liliana Rojas  (Center for Global Development) y Javier Santiso (Director del Centro de Desarrollo de la OCDE).
 
En palabras del propio moderador del acto, hablar sobre la financiación del  desarrollo en un momento como este, de recesión internacional, es extremadamente relevante.
Se destacó la idea de que la crisis, como ventana de oportunidad, nos lleva a concebir una nueva relación entre el sector público y el sector privado, basada en la complementariedad y la confianza, también para asuntos relacionados con el desarrollo. Así, otros donantes ya han puesto en marcha mecanismos de financiación del desarrollo, donativos, préstamos e inversiones de capital, en los que coparticipa el sector privado. En este contexto, se constató que la reforma en marcha de los instrumentos de financiación del desarrollo en España, por ejemplo con la propuesta de creación del Fondo de Promoción para el Desarrollo (FONPRODE), pretende ir por esa misma línea.
Se resaltó el hecho de que la financiación se convierte en un obstáculo para el  desarrollo especialmente en los tiempos de turbulencias económicas; mientras que otros aspectos como la gobernabilidad y la calidad de las instituciones se tornan prioritarios en tiempos de tranquilidad económica.
En el debate se puso de manifiesto que el desarrollo no es sólo una cuestión económica y que aunque la financiación no es el principal constrictor del desarrollo, ésta es muy relevante y debe ser mantenida, especialmente en tiempos de crisis, vía Ayuda Oficial al Desarrollo y a través de otros instrumentos clásicos –comercio, inversión directa– o de algunos más innovadores como la propuesta de establecer un impuesto global sobre el carbono.
Asimismo, se recalcó la existencia de una situación de interdependencia global que supera las instituciones que la rigen, lo que lleva a una situación de mercado sin gobierno, produciendo unas sociedades de riesgo incrementado y una asimetría entre quienes disfrutan de los beneficios de la globalización y quienes sufren sus costes. En esa línea, se señaló que el G-20 demuestra una capacidad de   coordinación superior a la de los foros predecesores pero adolece de la legitimidad necesaria puesto que no todos los grupos de países están suficientemente representados ni su composición deriva de la aplicación de criterios de representación democrática. Además, su empuje reformista se está diluyendo conforme mejora la situación económica internacional.
 
Fuente:
Contenido:Fundación Carolina.
Imagen:Fundación Carolina.






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