Por Stakeholders

Lectura de:

Mayra Arauco, directora de la carrera de Ingeniería en Gestión Ambiental de la Universidad ESAN.

En los últimos años se ha observado un aumento sustancial de alimentos, siendo los sistemas agrícolas uno de los grandes actores. Este hecho unido a los efectos del cambio climático y los eventos extremos como: sequías prolongadas, inundaciones, aumento de salinidad de aguas dulces, entre otros, tornan a la agricultura una actividad muy amenazada.

En este contexto, nace la necesidad de una agricultura que pueda transformar y reorientar los sistemas agrícolas para poder garantizar la seguridad alimentaria y la adaptación climática de esta actividad. Así pues, surge la agricultura inteligente que busca que la producción agrícola sea sostenible y que pueda mejorar los ingresos de los agricultores, optimizando su resiliencia al cambio climático y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero la agricultura inteligente, no solo se refiere a un conjunto de prácticas, si no a un enfoque que implica integración de varios elementos que van a incluir gestionar los cultivos a corto plazo, priorizando la adaptación y la mitigación; gestionar ecosistemas, así como cambios en los sistemas alimentarios que refuercen sus beneficios.

Por ejemplo, de manera tradicional la agricultura ha basado sus conocimientos en experiencia; por ello, conocer, monitorear y registrar aquellos datos y eventos que nos rodean permiten analizar, prever y conocer las tendencias de éstos en un futuro, de tal manera que se pueda optimizar los recursos, aumentar la producción y minimizar los costos.

En ese sentido, la agricultura inteligente se constituye como la única alternativa para poder tener una seguridad alimentaria, disminuir el impacto de la agricultura en el cambio climático, mitigar el cambio climático y adaptar a las plantas a las nuevas condiciones, siendo la tecnología una gran aliada para estos nuevos requerimientos. Utilizando internet se puede monitorear la calidad del suelo e identificar el momento ideal para cultivar, lo que significaría realizar un análisis completo del suelo en términos de: humedad, nutrientes, pronóstico de clima inmediato y que factores rigen el crecimiento de los cultivos para poder predecir comportamientos.

En el caso del Perú, tenemos la suerte de que los incas ya hicieron gala de sus habilidades y realizaban una agricultura sostenible que se iba a adaptando al clima o condiciones climáticas gracias a la ayuda de la ingeniería, muestra de ello son los andenes.

Podemos decir que la necesidad de analizar nuestros ecosistemas locales con un ojo muy crítico y creativo nos puede llevar a tener un buen desempeño tal como lo hicieron nuestros antepasados.







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