
En un país que ha mostrado resiliencia económica pese a la inestabilidad política, la industria manufacturera enfrenta uno de sus momentos más críticos. Su participación en el Producto Bruto Interno (PBI) se ha reducido del 18,5% en las décadas de 1960 y 1970 al 12,3% en la actualidad. Para el ingeniero Jesús Salazar Nishi, presidente del Instituto de Desarrollo Industrial Sostenible (IDIS) y past presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), el Perú atraviesa un proceso de desindustrialización que amenaza su competitividad, empleo y desarrollo sostenible.
“La industria se sigue achicando, el Perú se sigue desindustrializando. Yo quiero recordar que el Perú en algún momento de su historia, más o menos en los años 60-70, la manufactura llegó a pesar 18,5% de su economía. Nos hemos venido cayendo y en los últimos años la desindustrialización ha sido mayor y hoy estamos ya en 12,3% de participación”, advierte.
Para Salazar Nishi, el país tiene un potencial enorme que no ha sabido capitalizar. Aunque en junio de 2025 la economía registró un crecimiento de 4,52%, el especialista señala que las cifras podrían ser aún mayores. “Sorprende la resiliencia de nuestra economía, 15 meses ya de crecimiento constante en junio con una cifra 4.52%, la verdad que es muy bueno y me hace pensar cómo estaríamos si las cosas a la interna fueran mejor, ¿no? O sea, sin ruido político, sin tanta delincuencia y tanta corrupción, nuestro país estaría creciendo pues al 5 o 6% tranquilamente”.
Falta de políticas sectoriales: la raíz del problema
El retroceso industrial peruano, sostiene Salazar, no responde únicamente a coyunturas como la pandemia, sino a un abandono histórico de políticas sectoriales que fomenten la manufactura. “No tenemos una política sectorial, como es el caso, muy bien que así sea, que lo tengamos en la minería y lo tenemos en la agroexportación… Eso no se ve, por ejemplo, en sectores de la manufactura”, afirma.
El dirigente recuerda que durante su gestión en la SNI planteó la necesidad de una Ley de Industria que estableciera una ruta de crecimiento para sectores estratégicos como textil y confecciones, pesca de consumo humano directo y forestal.
“El Perú tiene 72 millones de hectáreas de bosques que bien podrían trabajarse y no se está haciendo. Lo mismo, en pesca de consumo humano directo: 3100 kilómetros del litoral peruano que no están siendo trabajados. Y podría mencionar el sector textil y confecciones, que en algún momento fuimos el primer exportador de prendas a Estados Unidos y hoy ya estamos casi en el tercer puesto cayéndonos al cuarto. ¿Por qué? Porque no hay una política de Estado que oriente las inversiones hacia el sector productivo”.
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El abandono de estas políticas ha tenido consecuencias palpables. En Gamarra, por ejemplo, se estima la pérdida de 30.000 unidades de negocio en los últimos meses. “Estamos cambiando el modelo de fabricantes, de confeccionistas, de textiles, a importadores textiles porque desgraciadamente lo que más sale a cuenta del Perú es importar a precios muy por debajo de la materia prima… Y se está destruyendo toda una industria”.
La situación se repite en Trujillo, donde el emblemático sector de cuero y calzado prácticamente ha desaparecido. “Hoy está casi desaparecida y un gran porcentaje de los calzados que se venden en Perú son productos importados. Eso es lo que está pasando y ocurre cuando un país no tiene una visión clara de desarrollar su manufactura y su industria”, sostiene.
El peso de la informalidad
A la falta de políticas se suma el grave problema de la informalidad. “En el Perú, la informalidad de los negocios alcanza el 85% de todo. O sea, 85% de los negocios en el Perú son informales. Siempre se habla de la informalidad laboral, que está sobre 76%, y claro, eso hace mucho daño. Pero poco se habla sobre la informalidad de los negocios… Yo no sé cómo podemos hablar de desarrollo de nuestro país. Por ahí hay un gravísimo problema que el Estado aún no ha salido de aquí”, enfatiza.
Esta informalidad impide que los empresarios compitan en igualdad de condiciones y limita la posibilidad de escalar emprendimientos hacia la mediana y gran industria. Además, debilita la recaudación fiscal y la capacidad del Estado para reinvertir en infraestructura y servicios públicos.
Tres pilares para reindustrializar el país
Desde el IDIS, Salazar Nishi plantea una hoja de ruta clara para el futuro industrial del Perú, basada en tres pilares fundamentales:
- Política sectorial clara: definir qué sectores de la manufactura se quieren desarrollar y establecer incentivos específicos para ellos.
- Segregación territorial: descentralizar la industria, priorizando las regiones donde se encuentran las materias primas y el potencial de valor agregado.
- Sostenibilidad como eje: “Ningún sector que se quiera priorizar, y hablo de la manufactura en general, puede hacerlo si no es en un marco pedido de sostenibilidad. Esa industria que invierte en el Perú tiene que generar riqueza económica, pero siendo socialmente inclusiva y ambientalmente responsable”.

Economía circular y sostenibilidad
En esta línea, el especialista destacó el lanzamiento de la nueva hoja de ruta de economía circular para la industria manufacturera y el comercio. “Es como un compromiso del sector industrial de adoptar modelos de producción más limpia, más sostenible… Yo veo con bastante esperanza que la industria nacional vaya adoptando procesos cada vez más sostenibles”.
Sin embargo, advierte que todavía faltan ajustes. “Necesitamos ponernos un poco más rígidos en lo que significa el reciclaje… Al no haber un mercado secundario de materia prima, va a ser muy difícil que la industria, la de escala mayor, pueda ir escalando hacia este tipo de filosofía de economía circular”.
Zonas Económicas Especiales y megaproyectos
Un instrumento clave para impulsar la industria podrían ser las Zonas Económicas Especiales (ZEE). “Muchos países que usaron esta herramienta para su impulso y crecimiento ya lo están haciendo… Nosotros todavía no. De las 9 zonas económicas especiales creadas en el Perú, solo funcionan 4. Y de los cuatro, solo tres exportan y ninguno tiene planta. Solamente son un centro logístico para exportar. O sea, no estamos trabajando en contexto real de una zona económica especial”, señala.
El especialista ve en proyectos como el megapuerto de Chancay una oportunidad única. “Si tenemos un megapuerto capaz de poder llevar productos y traer y hacer un comercio fluido con Asia… Lo que tendría que hacer el gobierno es tener una política más clara y cerca al megapuerto de hacer grandes extensiones de parques industriales y que se le dé la condición de zonas económicas especiales”.
Horizonte al 2050: reindustrialización como política de Estado
El futuro de la industria peruana depende de una visión de largo plazo. “Hemos hecho algunos estudios y si hoy tuviéramos esa política sectorial definida con inversión en nuestro país de plantas productivas y zonas económicas especiales, creemos que al 2050 el Perú ya podía tener unos ingresos per cápita entre 24.000 a 25.000 dólares por habitantes por año. Hoy estamos entre 8000 dólares por habitantes por año. Y eso significaría estar rozando el primer mundo”.
Esto permitiría que la manufactura vuelva a representar el 18% del PBI, similar a los niveles de Brasil. Pero para lograrlo se requiere un cambio estructural. “Siempre hemos tenido solo políticas de gobierno que cambian cada 5 años. Pero no hay un decreto final, no hay una visión de desarrollo total. No tenemos una política de Estado que sea respetada más allá de quién gobierne”.
El mensaje de Jesús Salazar Nishi es claro: el Perú debe decidir si seguirá siendo un país primario exportador o si dará el salto hacia una economía industrializada, competitiva y sostenible. La oportunidad está al alcance, pero requiere liderazgo político, visión a largo plazo y un marco normativo que dé estabilidad.
“Yo creo que el camino hacia el desarrollo y que sea sostenible pasa necesariamente por la generación de industria con valor. Nos hemos convertido en un país primario exportador, y es bueno con la cantidad de proyectos mineros. Pero yo me pregunto, ¿vamos a quedarnos solo pensando en un modelo primario exportador o vamos a dar el siguiente paso, es decir, agregar valor a esos minerales, a esos frutos, a esos productos que exportamos?”.