Desde el rediseño de empaques hasta la incorporación de material 100% reciclado en botellas PET, la industria busca adaptarse a las demandas ambientales. Conversamos con Eduardo Del Campo Arnaiz, presidente del Comité de Plásticos de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), sobre los cambios en el sector.

El futuro circular del plástico: la industria peruana frente al desafío de la sostenibilidad

Por Osmaro Villanueva

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La industria plástica en el Perú está en plena transformación. De ser un sector cuestionado por su impacto ambiental, ha pasado a convertirse en uno de los principales actores en la transición hacia un modelo de economía circular. Eduardo Del Campo Arnaiz, presidente del Comité de Plásticos de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) y gerente general de Tecnipack, lo resume así: «Hoy el plástico no se diseña para usar y tirar. Se diseña para volver a usarse».

A diferencia de lo que ocurría hace dos o tres décadas, los materiales plásticos ya no son genéricos. Son diseñados para cumplir funciones específicas: resistir temperaturas extremas, contener alimentos sensibles, soportar condiciones de humedad o frío. Esto ha impulsado una modernización profunda de los procesos productivos, desde la maquinaria hasta la formulación técnica de cada material.

Pero el cambio no es solo técnico. Existe una nueva visión industrial que integra la reutilización y el reciclaje como parte del ciclo de vida del producto. «Ya no se piensa en plásticos de un solo uso. Hoy se contempla su reincorporación a la cadena productiva desde el diseño», sostiene Del Campo. Un ejemplo claro es el PET, cuyas botellas y tapitas ya se reprocesan como insumos para nuevos productos.

La economía circular, una realidad en marcha

Este enfoque se enmarca en la llamada economía circular, que busca mantener los materiales en uso el mayor tiempo posible. En el caso del plástico, esto implica que un envase usado pueda volver a convertirse en materia prima para nuevos productos. Del Campo aclara que «en el sector plástico esto ya es una realidad». Los materiales monocapa, por ejemplo, son 100% reciclables en sí mismos; mientras que los multicapa, aunque más complejos, también pueden reincorporarse al ciclo productivo.

Las excepciones son puntuales, como los residuos hospitalarios o materiales con requerimientos sanitarios estrictos. Aun así, la industria trabaja en soluciones para ampliar la recuperación de estos segmentos.

Bioplásticos: una alternativa bajo la lupa

La industria también evalúa materiales alternativos, como los bioplásticos derivados de fuentes vegetales. Aunque se promocionan como biodegradables, Del Campo advierte sobre las condiciones necesarias para que esto ocurra: «Requieren temperaturas elevadas, humedad controlada y exposición a rayos UV en niveles que no se dan naturalmente. Si son desechados en vertederos comunes, no se degradan».

Además, señala que los bioplásticos no se integran bien a modelos de economía circular, ya que muchas veces no pueden ser reciclados ni reincorporados como insumo. En cambio, el plástico convencional cuenta con infraestructura técnica y procesos establecidos para cerrar su ciclo productivo. «En nuestras plantas, el scrap de producción se recoge, clasifica y reincorpora. Nada se desperdicia», asegura.

«Creo que el material más amigable con la naturaleza, aunque a alguien le cause una sonrisa, es el plástico».

Eduardo Del Campo Arnaiz, presidente del Comité de Plásticos de la SNI
Eduardo del Campo Arnaiz

Reciclaje de plástico: más allá de las cifras oficiales

Según el Ministerio del Ambiente, el reciclaje en el Perú apenas llega al 3%. No obstante, en el caso del plástico, la tasa real de recuperación es más alta y podría estar entre el 5% y el 6%, según estimaciones del Comité de Plásticos. Esta diferencia se debe a que muchas iniciativas privadas y circuitos de reciclaje no están contabilizados en las cifras oficiales.

El PET lidera la recuperación, impulsado por la Ley N.º 30884, que exige un mínimo del 15% de contenido reciclado en nuevas botellas. «Hoy ya existen botellas 100% recicladas, sobre todo en el mercado de agua mineral», indica Del Campo. El verdadero desafío, sin embargo, está en la etapa de recolección. «El problema no es técnico. Es cultural y logístico. Incluso en países desarrollados se lucha por llegar al 40 o 45% de reciclaje».

El plástico, un material subestimado

Frente a las crecientes exigencias de los consumidores por productos más sostenibles, Del Campo defiende el rol del plástico como un aliado de la sostenibilidad. «Es reciclable, cumple con los objetivos ambientales y ha evitado una depredación mayor de los recursos naturales. Sin plástico, estaríamos explotando mucho más madera, vidrio o metales».

Además, destaca que el plástico está presente en casi todo lo que usamos: desde la ropa hasta los autos, pasando por dispositivos electrónicos y mobiliario. «Lo importante es diseñar con conciencia ambiental y asegurar su correcta disposición», puntualiza.

La industria plástica está lejos de ser perfecta, pero tampoco es el villano que a veces se retrata. Como toda transformación estructural, su reconversión hacia modelos sostenibles requiere inversión, regulación, innovación y, sobre todo, voluntad. Y eso, según Eduardo Del Campo, ya está ocurriendo.

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