
El acceso a una cocina segura y eficiente no debería ser un lujo, pero en Perú miles de familias aún dependen de la leña, el carbón y otros combustibles altamente contaminantes para preparar sus alimentos. Conscientes de esta realidad, las autoridades han dado luz verde a Cocina GLP Perú, un programa que busca transformar la forma en que cocinan los hogares en situación de pobreza y pobreza extrema.
La iniciativa, impulsada por la Comisión de Energía y Minas del Congreso, contempla la entrega de kits completos de cocinas a GLP, incluyendo válvulas, mangueras y balones de gas. Además, ofrecerá capacitaciones para un uso eficiente del combustible y campañas de sensibilización sobre los riesgos de cocinar con métodos tradicionales.
Más que una cocina: una puerta a la equidad energética
El problema de la pobreza energética va más allá de la falta de acceso a gas o electricidad; se trata de una barrera estructural que afecta la salud, la economía y el bienestar de miles de familias. Cocinar con leña o carbón expone a las personas (especialmente a mujeres y niños) a enfermedades respiratorias y a un mayor riesgo de incendios domésticos.
“El objetivo es claro: garantizar que las familias más vulnerables puedan cocinar de manera segura y eficiente sin poner en riesgo su salud ni su economía”, afirmó el congresista Paul Gutiérrez Ticona, presidente de la Comisión de Energía y Minas.
¿Será suficiente para erradicar la pobreza energética?
Si bien la aprobación de Cocina GLP Perú es un gran avance, su éxito dependerá de varios factores. Expertos señalan que el acceso asequible y continuo al gas será clave para evitar que los beneficiarios regresen a los métodos tradicionales de cocina.
Asimismo, la distribución del programa se basará en el Sistema de Focalización de Hogares (SISFOH), lo que plantea el reto de una implementación efectiva y sin irregularidades.
Con esta medida, el Estado busca dar un paso decisivo hacia la equidad energética, mejorando la calidad de vida de miles de peruanos. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿podrá el programa mantenerse en el tiempo y garantizar un acceso sostenible al GLP para quienes más lo necesitan?
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