Por: Rafael Valencia Dongo
Apurímac. Aquellos que creen que al empujar sus legítimos beneficios empresariales jalan los beneficios de la colectividad, son despreciados y vilipendiados por quienes buscan detentar el poder y los privilegios de una población con los peores índices de desarrollo humano del Perú, si no los peores del mundo. Los falsos líderes detestan las fuentes generadoras de riqueza y pretenden -de hecho lo logran constituirse en la conciencia nacionalista / territorial de las colectividades (nación Chanka, nación Awajun, nación Aimara, etc.).
Estos falsos líderes logran sembrar desconfianza, destruyen a la sociedad y sus instituciones, así como a los recursos económicos a ser usados en la propia sociedad para su desarrollo; paralizan a los seres humanos y perpetúan la pobreza, en una suerte de actitud autodestructiva. Ello explica ¿por qué si los esfuerzos para conseguir recursos económicos van caminando tan bien, una semana después todo pretende venirse abajo? (Ver fotografía) ¿Por qué otra vez la esperanza de la comunidad termina siendo corroída por los propios ciudadanos? ¿Cómo es que una semana crecemos al 266% del crecimiento de la actividad económica y a la siguiente queremos ahuyentar a la principal fuente de recursos económicos que será luego aplicado a generar desarrollo?
Los falsos líderes trabajan para su beneficio personal, pero ¿qué hacen los personajes al otro lado de la mesa? Yo diría que la falla está en que siempre tratan de convencer a los líderes de la comunidad y no a los miles de ciudadanos. A fin de lograr igualdad de oportunidades para los ciudadanos, se necesita poner en valor los recursos con los que cuenta un determinado territorio.
A partir de esa puesta en valor, se conseguirán los recursos económicos a invertir en el desarrollo de la colectividad. Hace unos pocos días, se anunciaba el despegue económico de la región Apurímac con ratios de crecimiento inimaginables, es decir el logro de la primera parte de la ecuación, la generación de recursos para mejorar la calidad de vida de la población. Efectivamente, según el Instituto Peruano de Economía (IPE) el crecimiento de Apurímac en el segundo trimestre del 2016 llegó a ser del 266%. Las cifras del crecimiento de Apurímac son espectaculares, no recuerdo haber visto unas cifras de crecimiento similares en las últimas décadas. Ello se debió esencialmente al Valor Incremental de la Producción del sector minero, agropecuario, del empleo y de la electricidad, crecimiento que además empieza a ser sostenido desde el 2015 y no se trata de un exabrupto en las cifras mensuales.
Ver estos números nos llena de optimismo, pues una de las regiones más pobres del país va a poder dejar el ingrato puesto de estar en los últimos lugares en la tabla de PBI per cápita (puesto 24 de 24), en analfabetismo ( 23 de 24), gasto real por hogar (20 de 24 ), acceso al crédito (22 de 24) , colegios con acceso a internet (22 de 24 ), transporte aéreo (18 de 24), por mencionar solo algunos de los múltiples índices en los que la región Apurímac se encuentra con gravísimos problemas sociales. Las autoridades se aprestan a llevar adelante un amplio programa de mejora de carreteras departamentales, mejoramiento de la capacidad resolutiva de sus hospitales, proyectos de infraestructura de riego y agua (en esta región sobra el agua, pero esta no puede ser aprovechada por la falta de infraestructura hidráulica). Para todo esto el presidente Pedro Pablo Kuczynski anuncia instrumentos de “adelanto social”, es decir dotar ahora de recursos del arca fiscal contra el ingreso de los recursos futuros que obtendrá el Estado por recaudación tributaria.
Hasta aquí todo es esperanza, futuro próspero y optimista; sin embargo, cual trampa diabólica a escasamente 10 días del anuncio de las cifras de crecimiento económico listas a convertirse en herramienta para mejorar los índices de desarrollo humano, se produce un grave conflicto social en la misma zona donde se generó la esperanza: se da a conocer la pérdida de una vida y de daños graves a otros seres humanos. Con ello, se pone en duda la continuación de las operaciones de una de las principales fuentes generadoras de la esperanza del cambio. Pareciera como que una fuerza perversa se antepusiera y frustrara cualquier posibilidad de cambio; sin embargo, como lo dijéramos en alguno de los artículos anteriores, el tema no es demoníaco, sino bastante terrenal: Los pobres son los que menos se dan cuenta de su pobreza, el síndrome de la desesperanza aprendida y la indefensión han calado en la población con menor calidad de vida y la convierten en presa fácil de manipuladores, en su mayor parte con intereses pecuniarios.
Los pobres tienen serios problemas, pero lo terrible es que no lo sienten como algo grave que deba ser corregido de inmediato. La única forma de que se valore lo que se puede lograr con el desarrollo, es que los seres humanos se sientan incómodos ante el servicio público actual que reciben, llámese salud, educación, etc. De lo contrario, los falsos líderes –en su mayor parte pecuniarios- sembrarán a nombre del pueblo, odio y desconfianza entre los actores del triángulo del desarrollo: Estado, Empresa y Comunidad.
Los ciudadanos no sentirán ningún remordimiento en alejar oportunidades que nunca han sentido y que por el contrario les puede causar algo de inquietud. Aprender a leer, ¿puede ser en algunos casos fuente de inquietud y desasosiego? Instalar centros de salud donde revisen a la madre e hija y ya no sea el curandero de la comunidad, ¿puede causar inquietud y desasosiego? ¿ante la apertura de corredores económicos, las poblaciones mayoritariamente quechua hablantes pueden no sentirse en contra de la inversión?
Hay que emplear otros métodos de solución de conflictos como los inspirados en el trabajo del Nobel de Economía, John Nash. Ello implica, por ejemplo, pasar de negociar en una mesa de diálogo o de desarrollo con 50 líderes a pasar a negociar con 50,000 ciudadanos. ¿Difícil de lograr? entonces, ¿cómo es que sí pueden hacerlo los falsos líderes? ¿no se ha observado siempre que cuando se genera un acuerdo en estas mesas, el falso líder dice que va a consultarlo con el pueblo? Es decir, que él sí puede tener el doble papel de estar en la mesa de diálogo/desarrollo, pero luego someter los acuerdos a la base social y así lograr legitimidad social para las decisiones tomadas.
El activismo popular que promueve el cambio social está estancado. El Gobierno Nacional apenas tiene algún operador viviendo en la zona (los gobernadores). En muchos casos, los partidos políticos nacionales no tienen una oficina partidaria en la zona; sin embargo, lo peor es que los ciudadanos no confían en las instituciones del Gobierno en general. Entonces, si se pretende solamente hacer del Gobierno -en sus diferentes instancias- el centro gravitacional, el eje de la estrategia pro inversión y desarrollo de una determinada zona, a mal palo se arrima.