Por Stakeholders

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Eduardo Piquero, director del Consejo Consultivo de Finanzas Verdes de México, conversó con Stakeholders sobre cómo se han ido desarrollando poco a poco las finanzas verdes en diferentes países de la región y qué falta aún para incentivar más este tema.

Por Renzo Rojas
rrojas@stakeholders.com.pe

A paso lento, pero seguro. Así se podría decir que avanzan las finanzas verdes en la región, más precisamente en los países que conforman la Alianza del Pacífico (Perú, México, Colombia y Chile). El panorama es alentador, pese al retraso experimentado y que también se ve apremiado por la pandemia del nuevo coronavirus. Sin embargo, todavía se está “a miles de pasos en comparación con Europa”, como bien lo señala Eduardo Piquero, director del Consejo Consultivo de Finanzas Verdes de México.

Cumplir con la consecución de los 17 ODS requiere un gran esfuerzo, el cual necesita del involucramiento de todos para lograr una mayor eficiencia. Y en esto el mercado financiero es un actor clave.

Las Naciones Unidas ha calculado que en la próxima década seis billones de dólares tendrán que invertirse por año para cumplir con la Agenda 2030, y desde las finanzas verdes se puede hacer mucho a través de los bonos sostenibles, una herramienta que viene ganando terreno en los cuatro países.

Bonos sostenibles que han ido creciendo

Piquero menciona que esos pequeños pasos se reflejan en las emisiones de este tipo de bonos. Por ejemplo, en México, la segunda economía de América Latina, estos han tenido una destacada actividad en los últimos tres años con una creciente ascendencia, la cual también es compartida por el resto de naciones. Por ejemplo, en el 2019 significaron 700 millones de dólares y para el 2020 se prevé que serán 1,200 millones de dólares en el país azteca.

De igual manera para Colombia que ha tenido un 2018 y 2019 buenos, aunque la actual crisis ha frenado este progreso. El director del Consejo Consultivo señala que es ideal en estas circunstancias la emisión de un bono soberano (desde el Gobierno).

Indica que en Chile también hay un mercado de inversiones verdes, con presencia de servicios públicos y del sector energético. Incluso, en el 2019 han tenido dos emisiones de bonos soberanos más grandes que los de México.

Por otro lado, asegura que Perú tampoco queda atrás. Al respecto, Piquero resalta las emisiones del Banco de Desarrollo (COFIDE) en el 2019: una dirigida a la lucha frente al cambio climático y la otra para cubrir además temas sociales. Pero sostiene que ya es hora de la emisión de un bono soberano.

“Lo que sería buenísimo es la emisión de un bono verde por parte del Ministerio de Economía y Finanzas. Considero que el Gobierno peruano ya está en esa disposición”, indica. En suma hay trabajo, no obstante se necesita sumar más esfuerzos.
“COFIDE en Perú ha hecho muy bien llegando al mercado con varios productos. Pasa lo mismo en México y Colombia, también Chile. Lo que haría falta es que los gobiernos nacionales, regionales y locales lleguen al mercado con productos para el inversionista”, expresa.

Algo más que incentivos

Por otro lado, el experto hace hincapié que la tarea es una responsabilidad compartida por parte de los gobiernos, en todas sus jerarquías, y también del sistema financiero en general. No solo son incentivos fiscales, sino que apostar por inversiones sostenibles ya de por sí representa beneficios, tanto económicos como ambientales.

Subraya que desde los reguladores estatales debe primar una buena comunicación sobre este tipo de inversiones, y que además los gobiernos regionales y locales pueden involucrarse haciendo un mercado atractivo con productos que cumplan con criterios socioambientales.

“Ahora lo que hace falta es enseñar al inversionista, no solo a la empresa. Al fondo de pensiones, a la aseguradora, al inversionista extranjero que también que llega. Y por qué no, al público en general. Tienen que fijarse en variables sociales y ambientales a la hora de tomar una decisión de inversión. No solo es el reclamo al Gobierno nacional, si es que falta incentivo. Este incentivo es claramente, cuando ya estás más informado, poder tomar una mejor decisión”, enfatiza.

Las oportunidades que ofrece un mercado de inversiones sostenibles están a la vista. Los problemas ambientales pondrán en jaque a muchas actividades que todavía se desarrollan al margen de la sostenibilidad. Por consiguiente, lo que se invirtió hoy en una industria no renovable, su retribución no será la misma en el largo plazo.

Eduardo Piquero puso un claro ejemplo. “Podemos invertir en una petrolera que hoy tiene cierto valor, con todo su capital de refinería o campos. Sin embargo, estamos en medio de una revolución de electromovilidad. En cinco años la pregunta es si tendrá el mismo valor, de igual manera en diez, quince o veinte años. Cuando la AFP tenga que pagar las pensiones, de qué beneficios hablamos.
O quizá conviene mejor invertir en un parque solar o eólico. Esas son las preguntas que tiene que hacerse un inversionista de ahora en adelante”, manifiesta.

Moverse en la dirección correcta

Todos estos antecedentes deben estimular a los actores del mercado en la Alianza del Pacífico. Más aún porque los efectos negativos del cambio climático obligan a actuar. Es el caso de Perú, quien es uno de los países más vulnerables a esta amenaza. Por ello, es urgente que tanto el sector público como el privado se muevan en la dirección correcta.

“Perú va a ser una de las zonas que menos agua va a tener en el futuro. Cómo se van a preparar las empresas peruanas, cómo van a ser ellas frente a la deforestación y la pérdida de la biodiversidad de la Amazonía. Esas son las preguntas que tienen que responder. Ya no solo porque es vital, sino que también tienen un valor económico. Tenemos que comenzar a ver estos temas”, resalta.

Piquero añade que estas respuestas o soluciones concretas deben comenzar a figurar en los reportes de sostenibilidad de algunas empresas, por ejemplo. Asimismo, reflexiona acerca del rol de las autoridades, el cual es central sobre todo en lo que se viene después de la pandemia.

“Se necesitan gobiernos muy perspicaces. Que sepan identificar las oportunidades, que estén ‘despiertos’ y tengan especialmente mucha voluntad. Lo que va a ser falta después de la depresión económica es muchísima obra pública, y ahí los bonos verdes van a tener cabida”, explica.

Agrega que si bien el mercado financiero en su totalidad ha sufrido las consecuencias de la pandemia de COVID-19, las expectativas son buenas porque habrá escenario para las finanzas verdes y, aunque no sea así, no va a quedar de otra.

“Hay que prepararse para este tipo de eventos, ya que desafortunadamente esta pandemia es un simulacro. Los efectos del cambio climático van a ser de este tipo, nos va a mandar a nuestras casas, vamos tener que estar mucho tiempo aislados, habrá mucha vulnerabilidad. Necesitamos mucha previsión. Si tu empresa está hoy cotizando en bolsa, es parte de tu responsabilidad darle esta información al inversionista. Ya pasó el tiempo en que este tema era voluntario. Ha llegado para quedarse siempre”, concluye.







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