Tiene 58 años y una voluntad de hierro. El peruano Constantino Aucca Chutas acaba de ser anunciado como el ganador del premio Campeones de la Tierra del 2022, el reconocimiento ambiental más importante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ha recibido la noticia con mucha humildad y espera que “ahora el gobierno me abra las puertas para trabajar conjuntamente”, ha dicho. Hace más de 22 años trabaja en ECOAN, una institución que hace enormes esfuerzos de conservación en nueve regiones del país. 

Por Stakeholders

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¿Qué significa para ti este reconocimiento?

Cuando me comunicaron que había obtenido este premio, un amigo me dijo: “Tino, te quiero dar esta noticia, y no sé si llorar o no, porque primero quiero decirte que las Naciones Unidas te va a dar el premio Campeón de la Tierra. Me están preguntando si lo vas a aceptar o no”. Y yo le dije: Pero ¿por qué? “Es que siempre dice que todo esto lo haces sin ningún interés y las Naciones Unidas tiene miedo que no lo aceptes”. Yo le dije: Gracias por eso, y sí es cierto. Yo lo hago porque esto me gusta y es mi pasión. Sí, acepto el premio. 

Con eso quiero decirte que desde que empecé esto nunca pensé en reconocimientos, sino que buscaba el bien de todos, la alegría de la gente local y nativa. Encontrar esperanza y una sonrisa en los niños, pues ellos serán los que heredarán esta tierra y, si hacemos algo mal, ellos también se van a cargar el muerto. 

Hay muchas razones por las cuales hago esto, aunque también hay mucha gente que me da con palo, porque siempre les digo que la tierra no necesita de más reuniones, talleres o investigaciones, sino más acción.  

¿Te postularon al premio Campeones de la Tierra 2022 de la ONU?

Me postularon hace más de dos años, yo no postulé. Hubo más de 2900 postulantes. Me postularon socios de la Global Forest Generation, ellos mandaron el formulario y lo que pedía la organización. 

«Es que siempre dice que todo esto lo haces sin ningún interés y las Naciones Unidas tiene miedo que no lo aceptes [el premio]».

Te han premiado por un modelo de reforestación. Cuéntame del proyecto. 

El premio está en la categoría de “Inspiración y Acción”, porque por donde voy causo una buena impresión. Hay varios chicos que me piden ser voluntarios en ECOAN. He estado en varias reuniones en el Foro Económico Mundial, en un evento llamado restauradores del planeta, en Chile. Cuando les hablo de mi experiencia, siento que quieren sumarse a la acción. 

También por mi trabajo con las comunidades [de 9 regiones del Perú], cuando hablo con ellos me dicen: “Don Tino, no entiendo cómo lo hace porque es muy exitoso trabajando con comunidades nativas. ¿Cuál es la fórmula de su éxito?”. Primero el respeto, segundo el diálogo, tercero saber escuchar. Cuarto: aprender. Esa es la fórmula. A veces escucho que dicen que los nativos son vagos, haraganes. Todo eso es porque no los involucramos en la solución del problema, y plantando 100 arbolitos creemos que hemos salvado el planeta. 

El modelo que estoy usando para trabajar con comunidades locales es porque me aferro a la práctica ancestral del trabajo comunal, porque para plantar millones de árboles necesitas involucrar a toda la comunidad. No puede ser con un programa asalariado, porque si vas a hacer con un programa asalariado que depende de las empresas privadas o gobiernos locales, el día que se acaba la plata se termina el proyecto. Mejor que ellos [los ciudadanos] se apropien del programa y lo cuiden a futuro. 

¿Cuál es la importancia de plantar polylepis?

Crecen en la cabecera de cuenca, donde nace el agua y donde terminan los glaciares. Es importante porque es parte del componente hídrico, la gente pide agua. Las madres repiten que el agua es la vida y la economía de sus hijos. Todos lo que hacemos es responder a la necesidad local. El programa de Acción Andina exige en sus proyectos que sea un grado alto de restauración de polylepis, pero también aceptamos otras especies nativas. 

«El modelo que estoy usando para trabajar con comunidades locales es porque me aferro a la práctica ancestral del trabajo comunal».

¿A qué otras zonas ingresará el proyecto?

Vamos a trabajar en Challhuahuacho (Apurímac), reforestando con polylepis. Yo no soy reacio a la cooperación. Una vez trabajamos en Huaraz con Antamina, pero bajo los términos de conservación, no de la mina. Muchas veces he tenido que rechazar dinero de las empresas privadas, porque ellos quieren poner sus condiciones, y yo les he dicho que no, que deben primar las condiciones de conservación. 

Yo no voy a hacer el famoso greenwash o lavarles la cara a las empresas, por el simple hecho de darme el dinero. Tienen que aceptarme con las necesidades de la comunidad y de conservación. 

Ya terminó la COP 27, ¿qué ha significado este evento mundial para ti?
Yo fui a una sola COP. La del 2014, y al ver que no había nada, y que todo el mundo perdía el tiempo y gastaba plata, porque cada COP cuesta entre 90 y 98 millones de dólares. Mi decepción me obligó a mandar un mensaje: plantar árboles, plantamos 57 mil árboles en un solo día, ese fue nuestro mensaje a una reunión que no aporta nada. 

Para mí estas reuniones globales son un circo. Toda esta gente, al terminar la reunión, no hace lo que debe, no llegan a un acuerdo. Hay mucha hipocresía en esta gente, que se llaman expertos. Ellos van [a la COP] a hacer turismo pagado. 







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