Luis Paucar
lpaucar@stakeholders.com.pe
La tendencia de las ciudades sostenibles se acentúa con pulso en América Latina. Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -el número 11- propone conseguir ciudades inclusivas, seguras, igualitarias y amigables con el medioambiente. Con ello Naciones Unidas apunta a impulsar el progreso hacia la Agenda 2030 y cumplir con el Acuerdo de París. No es un asunto nuevo. En múltiples ocasiones el organismo ha llamado a que las ciudades se diseñen -o reconfiguren- de tal manera que hagan uso de los recursos de manera responsable y se conviertan en lugares más justos y resilientes.
Pese a que la pandemia perturbó el núcleo de la vida urbana, las ciudades siguen bien posicionadas para responder a la crisis y establecer las reglas para restaurar comunidades vibrantes y humanizadas. Ocupan el 3% de la Tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono. Con su capital humano, su infraestructura y su potencial de escalabilidad, pueden impulsar el cambio necesario para crear una sociedad verde, digital e inclusiva del futuro.
Gestión de residuos, densificación, eficiencia energética, materiales renovables, huella de carbono… no se puede hablar de desarrollo sostenible sin reflexionar acerca del modelo de ciudad que necesitamos para que los entornos urbanos crezcan con el menor impacto posible sobre el medioambiente y aprovechando los recursos naturales. Parte de la conversación lleva ya años instalada en el discurso público y la concienciación social es cada vez mayor, pero se necesitan cambios de mayor calado y de manera transversal que transformen la forma en que vivimos y cómo construimos.
Tendencias de una ciudad sostenible
Investigadores y políticos han coincidido en que las tendencias de una ciudad sostenible son la planificación ecológica de los espacios públicos, la implementación de servicios y planificación inclusivos, comunidades sanitarias inteligentes, movilidad sostenible, un ecosistema de innovación digital, la economía circular y producción local, la conciencia de ciberseguridad y privacidad.
Hablan, además, de la reutilización y el reciclaje de residuos para transformarlos en nuevos materiales, de maximizar la energía renovable y hacer un uso eficiente del agua y la energía, y de construir parques eólicos en las regiones periurbanas, como fuente de energía renovable y de empleo sostenible.
La aceleración del cambio climático, con degradación y pérdida de la biodiversidad, obliga a tomar medidas urgentes para adaptar nuestras metrópolis a sus efectos. La mayoría de los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera provienen de la producción de los bienes que consumimos o del transporte. Por eso, uno de los principales objetivos que plantea Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) es transformar los sistemas de producción para reducir significativamente la extracción de recursos naturales a través de la economía circular, estrategia de presente y futuro sostenible.
La Unión Europea, que da pasos agigantados hacia la reconstrucción sostenible, llama a “compactar” las ciudades: mientras más compactas son devienen en más sostenibles, anotan los urbanistas. Tiene sentido: frente a esa estrategia liberan mucho más espacio verde, son menos agresivas con el suelo, los desplazamientos son menores, la movilidad es mucho más eficaz, se consume menos, se gasta menos en combustible y las bolsas de calor se reducen.
Agenda de gestión local
En Perú, la tendencia de ciudades sostenibles está presente en una agenda de gestión local. Y entre las organizaciones que la fomentan está el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que ha realizado campañas como “We Love Cities” y “Earth Hour Cities”.
La primera iniciativa consintió en un concurso, durante abril y junio, en el que las personas eran las encargadas de elegir la ciudad más sostenible y proponer mejoras para estas ciudades. Bogor, ciudad satélite de Indonesia, fue la ganadora ya que está priorizando la eficiencia energética y preservación de recursos naturales. En este concurso también participaron los distritos de San Isidro y Miraflores, los cuales han implementado programas para el monitoreo de la calidad ambiental, la gestión de residuos sólidos y la movilidad sostenible.
En la segunda iniciativa, un jurado especializado fue el encargado de premiar e identificar a las ciudades más sostenibles, siendo Paris la elegida como ciudad más sostenible, ya que ha desarrollado acciones para reducir su huella ecológica como: contar con un programa de segregación y reciclaje de residuos, producir combustible a partir de desechos, disponer e incentivar medios de transporte limpios y evaluar regularmente las metas de sostenibilidad.
Además, la Plataforma Global para ciudades Sostenibles, financiada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) del Banco Mundial, ha destinado 1.5 mil millones de dólares durante los próximos cinco años para programas de sostenibilidad urbana. Uno de esos países es el nuestro. De hecho, cada vez más peruanos toman conciencia sobre su responsabilidad con el medio ambiente y generan que, por ejemplo, más empresas inmobiliarias tengan como prioridad disminuir el impacto ambiental que generan sus proyectos y desarrollar ciudades sostenibles.
Las biodiverciudades -un concepto que promueve que la conservación de la biodiversidad sea una parte central de la planificación, el ordenamiento del territorio y el desarrollo socioeconómico de las urbes- están mostrando la demanda y la necesidad de pensar en el desarrollo sostenible como el único posible si se quiere combatir la crisis climática. Para que los ciudadanos se beneficien del giro verde de sus ciudades, los expertos animan a que sean ellos parte del cambio a través de los presupuestos participativos y las juntas comunales.
Perú traza una nueva gran ciudad “sostenible”
En Lima, la quinta ciudad más grande de Latinoamérica, las autoridades peruanas han empezado a levantar un proyecto modélico: un nuevo barrio para 150,000 personas levantado con criterios de urbanismo sostenible y adaptación al cambio climático, la Ciudad Bicentenario. Sobre este espacio de más de 8,000 hectáreas, el último de propiedad pública con esas dimensiones que queda a las afueras del área metropolitana de Lima, recae la gran esperanza de crear la primera ciudad del siglo XXI en Perú, amigable con el medio ambiente, resiliente al cambio climático y cómoda para sus habitantes.
La primera piedra será el mayor polo industrial del país, al que se destinará un espacio de 1,338 hectáreas y cuya licitación planea lanzar a mitad de octubre la gubernamental Agencia de Promoción de la Inversión Privada (Proinversión). Con esta serie de infraestructuras diseñadas de manera conjunta por primera vez en muchas décadas en Perú, algo que parece una utopía en un país acostumbrado a vivir más en el corto plazo, la Ciudad Bicentenario puede marcar un punto de inflexión para planificar el desarrollo de sus ciudades en los próximos 100 años.