El cultivo del aguaymanto surge como una revolución colaborativa sostenible que genera estabilidad económica y ambiental. Más de 25 familias se benefician al conjugar la producción agrícola y la conservación de la naturaleza.

Por Stakeholders

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A casi 3000 metros de altura, en Paucartambo (Cusco), Víctor Ojeda Riaño observa con orgullo sus cultivos de aguaymanto. Este agricultor de la comunidad de Challabamba, es el jefe de una de las 25 familias que han encontrado en este fruto una oportunidad para generar ingresos mientras promueven la conservación de la biodiversidad.

“Primero hacemos germinar las semillas y esperamos a que las plantas alcancen un metro de altura”, comparte Víctor mientras recorre su parcela de media hectárea.

Este terreno es en el que diariamente, desde las 7 a. m. hasta las 5 p. m., camina con detenimiento para recolectar el fruto y así garantizar la calidad y madurez del aguaymanto. Una planta, que según mencionan, requiere de atención y cuidado constante.

“Procedemos a retirar el fruto del cáliz y colocarlo en jabas, listo para que vaya de camino a las fábricas donde finalmente se convierte en la bebida nutritiva que les llena de orgullo”, explica Víctor, quien ha visto un cambio en el modelo de negocio desde hace algunos años.

Un cultivo que armoniza agricultura y conservación

Anteriormente, los pobladores se encargaban de cosechar y vender maíz. Ahora, con el aguaymanto, han encontrado un fruto sostenible que contribuye a la armonía entre la fauna y la población.

Según comentan, el oso andino, también llamado “Ukuku”, disfrutaba bajar a las parcelas para destruir sus cultivos y devorar la cosecha de su trabajo, generando así una constante confrontación con los agricultores. ¿Cuál fue la solución? El fruto de ‘oro’, el aguaymanto.

Ellos lograron percatarse de que esta especie de mamífero en peligro de extinción, cuya conservación es primordial por su rol clave en la dispersión de semillas y regeneración de los bosques andino-amazónicos, no se ve atraída por el aguaymanto. Gracias a esto, al cambiar al cultivo de este fruto, los pobladores lograron encontrar un equilibrio que les permite desarrollar su actividad agrícola sin afectar su hábitat.

El compromiso con la sostenibilidad

Más que un simple negocio, este proyecto representa un modelo ejemplar de desarrollo sostenible, donde todas las partes involucradas salen beneficiadas. La colaboración entre la empresa AMARUMAYU del Grupo AJE, las comunidades nativas de la zona y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) se desarrolla de manera coordinada y sinérgica en el Parque Nacional del Manu.        

“Sabemos que contamos con un comprador fijo (Grupo AJE) y precios estables. Además, recibimos constantes capacitaciones del Estado y organizaciones sobre técnicas de cultivo sostenible que no dañan el ecosistema”, sostiene Víctor Ojeda, integrante de una de las más de 25 familias beneficiadas del Valle del Mapacho, en Challabamba (Paucartambo, Cusco).             

Las comunidades obtienen ingresos dignos al contar ahora con un comprador fijo y responsable que semanalmente recoge el fruto a un precio preestablecido. Antes, los compradores se contactaban con ellos de manera esporádica sin ningún acuerdo de por medio. AMARUMAYU, por su parte, abastece su demanda con aguaymanto de primera calidad; mientras la biodiversidad de la Parque Nacional del Manu, hogar del emblemático oso andino o “Ukuku”, se preserva.

Nicomedes Ojeda Mamani, presidente de la Asociación de Agroexportadores Ukumari de Paucartambo, menciona que “gracias a este convenio, estamos encontrando un equilibrio entre la producción agrícola y la conservación de nuestra naturaleza”.

El convenio para extender por cinco años más y ratificar el compromiso con el Parque Nacional del Manu y otras áreas protegidas como la Reserva Nacional Pacaya Samiria, Allpahuayo-Mishana y Pucacuro, se firmó en el Mirador de Tres Cruces, el mismo que alberga uno de los amaneceres más hermosos del mundo y al que pudo tener acceso un equipo de la revista Stakeholders y representantes de la comunidad Ukumari, presentando sus productos y compartiendo su cultura.

El acuerdo permitirá la conservación de 408 hectáreas de bosques en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu, además de promover acciones de vigilancia participativa de la población local.

En el Parque Nacional del Manu, proyectos como este evidencian que el desarrollo económico y la conservación del medio ambiente pueden ir de la mano. Prueba de ello, son las cerca de 400 hectáreas de bosque preservadas y la vigilancia participativa de los propios pobladores.

¿Qué es el aguaymanto?

El aguaymanto es considerado un buen fruto al no requerir mucho espacio ni dañar la fertilidad de la tierra, el abono que usan es orgánico y siempre se busca la forma de mantener sanos los cultivos con constante supervisión y cuidado. Pero no es el único producto estrella que sale de estas fértiles tierras. Las comunidades locales también se dedican a la apicultura, produciendo mieles y mermeladas, además de otros cultivos como manzana, arándanos, chirimoya y granadilla.

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