El cierre temporal de la playa La Herradura se debe a la aparición inesperada de miles de «arañas de mar», un fenómeno que expertos relacionan con la reciente remoción de piedras en la zona. Esta situación reaviva el debate sobre la regulación de obras en ecosistemas frágiles.

 

La intervención en La Herradura pone en evidencia la fragilidad del ecosistema costero y la necesidad de mayor rigor. Foto: Andina
La intervención en La Herradura pone en evidencia la fragilidad del ecosistema costero y la necesidad de mayor rigor. Foto: Andina

Por Denisse Torrico

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El reciente cierre de la playa La Herradura ha generado preocupación tanto en los ciudadanos como en la comunidad científica. Uno de los efectos más visibles ha sido la migración de cangrejos hacia la orilla, un fenómeno que, según expertos, es consecuencia de una alteración en su hábitat natural.

Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, explicó en una reciente entrevista con Stakeholders que este cambio se debe a la remoción de piedras de gran tamaño, las cuales servían como refugio para diversas especies marinas. «Hace 30 años alteramos el ecosistema y la naturaleza se adaptó. Ahora hemos vuelto a modificarlo y lo que estamos viendo es la respuesta a esa falta de previsión», señaló.

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Las rocas que fueron removidas no solo representaban un elemento fijo en la playa, sino que constituían un hábitat esencial para peces, moluscos y crustáceos. «Una roca en el medio del mar es el hábitat para un animal que busca esconderse, reproducirse, incluso alimentarse», indicó Riveros. Con su retiro, las especies que dependían de ellas han quedado expuestas y han debido desplazarse en busca de nuevas estructuras donde asentarse.

Un sistema de gestión ambiental cuestionado

Según la Municipalidad de Lima, antes de la intervención en La Herradura se realizó un estudio de impacto ambiental. No obstante, Riveros pone en duda la eficacia de dicho estudio, considerando los efectos evidentes en la fauna local. «Si un cambio menor como este pasa por debajo del radar, entonces quiere decir que nuestro sistema de gestión ambiental es un chiste y solo existe en el papel», sostuvo.

Este caso reaviva el debate sobre la regulación y supervisión de obras que afectan ecosistemas frágiles. Las alteraciones en la línea costera no solo modifican la geografía del lugar, sino que tienen impactos directos en la biodiversidad marina, muchas veces sin una evaluación previa exhaustiva.

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Lecciones para el futuro

El cierre de La Herradura y sus consecuencias ambientales reflejan la importancia de considerar el equilibrio ecológico en cualquier intervención en zonas naturales. «Se debió contar con una opinión técnica de la Marina y un estudio detallado de las corrientes y la estabilidad de la playa antes de actuar», insistió Riveros. Para evitar futuros problemas similares, especialistas sugieren la implementación de medidas preventivas más rigurosas, así como una gestión ambiental que priorice la conservación de los ecosistemas costeros.

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