
Un abrazo durante un concierto de Coldplay fue suficiente para amenazar la reputación de una empresa tecnológica. El ahora ex CEO de Astronomer, Andy Byron, fue captado por la “kiss cam” junto a una trabajadora de la misma organización, y el video, al hacerse viral, generó una oleada de especulaciones y cuestionamientos que culminaron con su renuncia irrevocable.
“Andy Byron presentó su renuncia y fue aceptada por la junta directiva”, informó la compañía en un comunicado publicado en LinkedIn.
Aunque el incidente ocurrió fuera del entorno laboral, el impacto sobre la imagen institucional fue inmediato. La empresa, conocida por su liderazgo en soluciones DataOps, reconoció en el mismo comunicado que “la percepción de la compañía puede haber cambiado de la noche a la mañana”.
Líder visible, reputación vulnerable
Lo ocurrido con Byron ilustra con claridad un fenómeno cada vez más frecuente en el mundo corporativo: la reputación personal del líder está ligada a la imagen de la organización que representa.
“La vida personal de un líder influye profundamente en la percepción pública de su empresa. En un mundo hiperconectado, los comportamientos fuera del ámbito profesional también comunican”, afirma Úrsula Vega, relacionista pública especializada en el segmento corporativo.
La viralización del video no solo alteró la narrativa de la marca, sino que desplazó el foco mediático desde la propuesta de valor de la empresa hacia un escándalo reputacional con tintes personales. Un fenómeno que, según los especialistas, puede deteriorar la credibilidad empresarial si no se maneja de forma oportuna y transparente.
Para el economista Miguel Antezana, coordinador académico de ESAN, las organizaciones deben entender la reputación como un activo que opera en dos planos simultáneos: el externo y el interno.
“En el ámbito externo, los stakeholders esperan que las organizaciones actúen con ética y coherencia. Pero también hay una dimensión interna, en la que el liderazgo y el clima laboral juegan un rol clave en la percepción que se construye día a día”, explica.
Antezana señala que los comportamientos individuales de los líderes impactan directamente en la moral interna y en el relato corporativo, especialmente cuando existe un desalineamiento entre los valores declarados y las acciones visibles.
Gestión de crisis reputacional: ¿se puede recuperar la confianza?
Sí, pero no es inmediato ni automático. Según Vega, la reconstrucción de una marca afectada por un escándalo personal requiere de acciones concretas, coherentes y sostenidas en el tiempo.
“Una marca no se recupera con campañas. Se recupera con transparencia, responsabilidad y empatía. El error más común de las empresas es intentar proteger su imagen sin asumir responsabilidades. Eso solo agrava la crisis”, advierte.
Antezana agrega que muchas compañías aún confunden reputación con posicionamiento o marketing, cuando en realidad se trata de un capital simbólico que se construye con base en el cumplimiento de la promesa corporativa.
“Pensar que la reputación se crea desde las redes sociales es un error. Se construye a través de cada punto de contacto con clientes, empleados y sociedad. Y se destruye en un segundo si hay incoherencia”, afirma.
El caso de Astronomer confirma una premisa ya indiscutible en el mundo empresarial: la reputación del líder no es solo un reflejo personal, sino una extensión directa de la empresa que representa.