Fredy Guerra, Gerente Corporativo de Ética, Riesgos y Cumplimiento en COSAPI y miembro de la Junta Directiva de la World Compliance Association Capítulo Perú, dialoga con Stakeholders sobre la evolución del concepto de compliance. Desde su perspectiva, ha pasado de ser un elemento opcional a convertirse en un requisito esencial para operar en el mundo de los negocios, especialmente en Perú.

Por Stakeholders

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Desde su experiencia, ¿cómo ha evolucionado el concepto de compliance en los últimos años a nivel global y en Perú en particular?

El compliance en los últimos años ha pasado de ser un tema “nice to have” a un “ticket to play” en los negocios, teniendo un enfoque mayor en Perú con la incorporación de la responsabilidad “penal” de la persona jurídica. Asimismo, observamos un robustecimiento de los sistemas jurídicos en materia de lucha contra la corrupción en toda Latinoamérica, siendo un claro ejemplo de esto el caso de Chile el cual ha incorporado un total de 260 delitos a su legislación de responsabilidad penal de persona jurídica. Desde mi opinión, considero que hemos hecho un gran avance, pero aún tenemos un largo camino por recorrer.

¿Qué impacto espera que este congreso tenga en el fortalecimiento de las políticas de compliance en Perú y América Latina?

Impulsar espacios donde se promueva el compliance y las buenas prácticas, no solo es saludable, sino que planta la semilla de fomentar una cultura de ética y cumplimiento en las empresas. Asimismo, permite compartir buenas prácticas lo que favorece tanto al sector público como privado en la mejora del monitoreo de los controles contra la lucha anticorrupción.

¿Qué papel juega la cultura corporativa en la prevención de la corrupción, y cómo se puede mejorar para apoyar la integridad y el cumplimiento?

Contar con cultura corporativa de ética y transparencia no solo ayuda a prevenir la corrupción, sino que también contribuye a un entorno de trabajo más positivo y productivo. Fortalecer esta cultura requiere un compromiso continuo y un enfoque integral de todos los estamentos de la compañía, siendo necesario, un involucramiento real del directorio y de sus más altos funcionarios.

A medida que las regulaciones continúan evolucionando, ¿qué medidas pueden tomar las empresas para anticiparse a los cambios regulatorios en materia de compliance y anticorrupción?

La normativa en materia de compliance y lucha contra la corrupción ha evolucionado de manera acelerada en toda Latinoamérica. Por ello, mantenerse al tanto de los últimos cambios normativos es un proceso continuo que exige adaptabilidad y proactividad. La tecnología y el análisis de datos deben ser aliados estratégicos para que las empresas puedan mitigar y anticipar riesgos de cumplimiento. Además, contar con un equipo de cumplimiento y legal que ofrezca soporte constante en la interpretación y aplicación de las leyes facilita la adaptación a estos cambios.

¿Cómo puede la colaboración entre el sector privado, el sector público y la sociedad civil contribuir a superar los desafíos de la corrupción?

Combatir la corrupción es responsabilidad de todos, ya que son igualmente culpables quienes solicitan un soborno, quienes lo otorgan, y quienes miran sin actuar. Si realmente queremos generar un cambio, debemos comenzar trabajando en equipo para que la historia de corrupción que vivimos en Perú no se repita. Crear espacios de intercambio de opiniones y buenas prácticas entre el sector privado, público y la sociedad civil como el Congreso Internacional de Compliance y Lucha Anticorrupción promovido por la World Compliance Association, permite que actores de diversos sectores compartan sus perspectivas y aprendan mecanismos para prevenir la corrupción en sus organizaciones.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los participantes del VIII Congreso Internacional de Compliance y Lucha Anticorrupción sobre la importancia de su rol en la creación de un entorno de negocios más ético y transparente?

Su rol es fundamental para construir un entorno de negocios más ético y transparente, ustedes son los pilares que promueven una cultura de integridad dentro de sus organizaciones. Su trabajo no solo contribuye a mitigar riesgos, sino que también fortalece la confianza en el mercado y en la sociedad. La ética empresarial no es solo un deber, sino una ventaja competitiva que genera valor a largo plazo. Su compromiso y liderazgo son clave para impulsar cambios sostenibles que erradiquen prácticas corruptas y fomenten el crecimiento basado en principios sólidos. El impulsar prácticas éticas y combatir activamente la corrupción, contribuye a generar confianza entre los distintos actores del mercado y a fomentar un entorno de negocios más justo y equitativo.







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