A pocos meses de concluir el año escolar, miles de estudiantes se preparan para cerrar sus ciclos académicos, pero otros enfrentan una realidad alarmante: la falta de acceso a una educación básica. En el Perú, solo el 36% de los pobres mayores de 15 años ha estudiado algún año de la educación primaria o no pudieron cursar sus estudios escolares, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Para Virgilio Holguín, jefe de la carrera de Educación Primaria de la Universidad Cayetano Heredia, esta brecha educativa perpetúa el ciclo de pobreza y limita las posibilidades de desarrollo tanto para las personas como para el país en su conjunto. Así, añade que cada año adicional de escolarización puede aumentar los ingresos futuros de una persona en un promedio del 10%, de acuerdo con el Banco Mundial.
“La educación proporciona a las personas habilidades y conocimientos que incrementan su empleabilidad y productividad, permitiéndoles acceder a trabajos mejor remunerados y mejorando sus condiciones de vida. Además, al fomentar valores cívicos, pensamiento crítico y habilidades de resolución de problemas, se contribuye a fortalecer los lazos comunitarios y a construir una base sólida para el desarrollo social inclusivo.”, sostiene.
El especialista señala que, si todos los adultos completaran su educación básica, el número de personas en pobreza podría reducirse en un 55%, según un informe de la Unesco. A partir de ello, detalla que las personas con una educación completa tienden a valorar más la educación para sus hijos, invirtiendo en su formación y asegurando que asistan a la escuela.
“Este impacto no se limita a quienes estudian, sino que se extiende a sus familias, fortaleciendo generaciones futuras y creando un círculo de desarrollo y progreso. La educación es, sin duda, la herramienta para cerrar brechas y construir sociedades más equitativas y sostenibles”, agrega.
Finalmente, Holguín reitera la necesidad de luchar por el cierre de las múltiples brechas que, lamentablemente, existen en nuestro país y nos separan: “no nos permiten desarrollar equitativamente como seres humanos”, concluye.