Por Stakeholders

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Por: Rubén Valle
rvalle@stakeholders.com.pe


Para los tiempos que corren y frente a los grandes cambios sociales y tecnológicos que experimentamos día a día, se nos hace cada vez más urgente el talento necesario para afrontar los retos ambientales, la impredecibilidad de la economía y las demandas sociales de una ciudadanía insatisfecha y que ha perdido la confianza en el liderazgo de sus principales representantes.

Es ahí que yace la importancia de la academia, de los claustros universitarios, como espacios de reflexión y construcción de conocimientos que garanticen el avance de nuestras sociedades, a través del desarrollo de la tecnología e innovación y la formación de profesionales con pensamiento crítico, responsable y holístico, que puedan ser los líderes que necesitamos para alcanzar una sociedad más justa, inclusiva y democrática. Sin embargo, antes de asumir estas posibilidades se requiere un reconocimiento consciente de la realidad latinoamericana.

José María de Viana – Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello

José María de Viana, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, contextualiza sobre el entorno universitario en la región en cuanto a tecnología e innovación a partir de cuatro hechos: la innovación y la tecnología, motores fundamentales de productividad, competitividad y crecimiento económico, son también recursos escasos en la región; los motores de innovación y tecnología en la región han sido principalmente la industria y los servicios en especial en el sector privado, en general asociada a inversiones internacionales; las universidades de la región, por la escasez de recursos para la inversión en innovación y tecnología, destinan la mayor parte de sus recursos en la docencia y extensión, a esta limitación de recursos se añade la acción aislada de muchas universidades con poca vocación para operar en redes.

 

EL PROPÓSITO DE LAS UNIVERSIDADES

Para el catedrático venezolano es importante tomar en cuenta estos antecedentes para definir cómo contribuir desde la academia, con las actuales limitaciones, a construir esa sociedad que queremos. Es una reflexión que deben emprender las instituciones educativas para, en primer lugar, concentrar una tarea coherente y productiva que pueda permitirles escalar logros de forma rápida. “Cada universidad debe definir el foco de sus esfuerzos en innovación sobre dos o tres temas, tomado en cuenta la importancia estratégica de estos y de sus fortalezas y vocación propia como institución”, sostuvo.

Un segundo aspecto que destaca es que las universidades requieren establecer nuevas alianzas, tanto globalmente como localmente: “Una con los centros de inteligencia mundial en las materias de interés y en segundo lugar con la industria y los servicios de su área geográfica de influencia”, comentó el catedrático. En ese sentido, expresó que de esta manera la institución podrá servir de enlace entre los centros productivos de diferentes áreas geográficas, con poco desarrollo de innovación y estos centros pioneros. Ello, además, contribuye a que la universidad comprenda su rol e importancia con sus áreas de influencia. Por último, “la universidad debe desarrollar el máximo de la cobertura de los servicios docentes y de extensión haciendo uso de la nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC)”, agrega el profesor, apuntando a la optimización del presupuesto destinado a estos ámbitos.

Estos cambios al interior de la organización, que procuran una relación más orgánica con otros actores del entorno educativo, son necesarios para poder tener planes de estudio que evolucionen “en la medida que la industria y los servicios se transforman y requieren de nuevas competencias, conocimientos y destrezas”, enfatiza Viana, afirmando que esta renovación no solo debe ser de contenidos, sino también de herramientas y métodos empleados en la formación del estudiante.

A pesar de la relevancia de los recursos materiales y logísticos para poder llevar a cabo una labor pedagógica con excelencia, las instituciones no deben perder el foco sobre ciertos valores que harán sostenible su actuación en el largo plazo: “Los valores de compromiso social y armonía con el ambiente son fundamentales como rectores de la acción universitaria”, expresa José María. Para él, “este compromiso social se materializa en la creencia firme de que con estas prácticas de transmisión de conocimiento nuestros países puedan superar su situación de pobreza, al tener las herramientas para producir bienes y servicios de calidad, competitivos y sustentables. La armonía con el ambiente consiste en comprender la naturaleza como patrimonio de las próximas generaciones. Propone entender como medida de nuestra capacidad e influencia “cuánto de nuestro quehacer produce mayor prosperidad y cómo reduce la pobreza”.

Es importante que los jóvenes puedan adscribirse como propia esta misión, ya que, como hemos podido ver, serán necesarios articuladores entre la sociedad civil y las industrias, no solo como enlaces con fines productivos, sino conscientes y apuntando a objetivos a nivel país. El fenómeno de los emprendimientos sostenibles, empresas socialmente responsables y empresas B, son una demostración temprana y prometedora de cómo profesionales comprometidos pueden promover economías más justas y con mayores beneficios para las comunidades y el espacio geográfico con el que trabajan. Para lograr este impacto se tiene que tomar en cuenta también la articulación o asociación con diferentes niveles de gobierno o instituciones del Estado, siendo stakeholders importantes para desarrollar con garantías este tipo de proyectos con incidencia social.

 

SERVICIOS PÚBLICOS: GENERADORES DE VALOR 

Para el profesor Viana, las industrias con mayor proyección son aquellas relacionadas a los servicios públicos (educación, salud, transporte público, infraestructura, entre otras). Recientemente, en el mes de agosto, en el marco del congreso internacional “Comunicación, Ciudad y Espacio Público”, VII Reunión Mundial de Cátedras UNESCO en Comunicación, se presentaron propuestas de ciudades sostenibles con sistemas digitales que mejoran la prestación y gestión de servicios públicos. Un ejemplo que destacó en la región fue el de Río de Janeiro Smart City, presentado por Paulo Castro, catedrático de la Universidad Federal de Río de Janeiro. El proyecto constaba de un Centro de Operaciones (COR), trabajado conjuntamente con IBM y con una capacidad de análisis de 1500 cámaras y sensores ubicados por toda la ciudad; la Ligue 1746, plataforma transmedia (línea y aplicativo) de enlace al ciudadano con los servicios de la prefectura; y Pensa, big data para el uso de secretarias del Estado.

Para el profesor venezolano los servicios públicos no solo “son enormes motores de productividad que reducen costos y propician la producción”, sino también pueden significar para los ciudadanos de países en vías de desarrollo el inicio de una paulatina elevación de su calidad de vida “aun antes que la economía familiar logre mejoras sustanciales”. Además, el desarrollo en estos campos puede introducir tecnologías y calidad de servicio de manera temprana, anuncio “del futuro que se comienza a construir y aspecto clave para lograr la gobernabilidad política indispensable en los procesos de modernización económica y social”.

Para la difusión y el estudio debido de estos grandes avances tecnológicos y propuestas innovadoras que proliferan día a día, también será requerido el compromiso de la academia. Jugará un importante papel por su “alta influencia en la difusión de las buenas prácticas desarrolladas” que, además de abarcar los procesos productivos, deberán tomar en cuenta los marcos legales desarrollados, las políticas públicas implementadas, los contratos, los procesos administrativos, entre otros conocimientos que serán de utilidad para aprender y replicar experiencias exitosas.







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