
En Perú, la brecha digital y energética sigue siendo una realidad: uno de cada cuatro ciudadanos aún vive desconectado de internet y, aunque la mayoría de hogares cuenta con electricidad, persisten comunidades donde el acceso es limitado o inexistente. Hasta hace poco, Laguna Grande, un pequeño asentamiento pesquero en la costa de Pisco, era parte de ese mapa de exclusión.
La situación comenzó a cambiar con la instalación de una microrred híbrida que combina energía solar, eólica y conexión satelital. Este sistema ahora abastece de electricidad e internet a unas 30 familias, además de brindar servicio a visitantes de la zona, gracias al trabajo conjunto del Grupo de Telecomunicaciones Rurales de la PUCP (GTR PUCP) y Waira Energía.
La red incluye 16 paneles solares de 575 vatios, una turbina eólica de tres metros de diámetro con capacidad para generar hasta 3 kilovatios en condiciones óptimas, un banco de baterías de ion-litio con autonomía para un día y un inversor que distribuye la energía a 25 puntos de servicio. El conjunto es monitoreado de forma remota mediante medidores inteligentes.
Como señala César Córdova, director ejecutivo del GTR-PUCP, Laguna Grande todavía no cuenta con un servicio de telefonía móvil convencional. «Con el despliegue de la red WiFi comunitaria, los usuarios ahora tienen la posibilidad de acceder a Internet y es a través de este servicio que la comunidad ahora puede también recibir y realizar llamadas con sus líneas móviles a través del servicio VoWiFi de los operadores».
Gestión comunitaria y tecnología a escala local
Uno de los elementos más novedosos del proyecto es su modelo de administración. Un comité local supervisa el consumo eléctrico mediante un panel digital que muestra en tiempo real la generación de energía, el estado de las baterías y el uso por cada usuario. Los datos se almacenan en la nube, lo que permite un seguimiento continuo y facilita la detección de problemas.
La conexión a internet se realiza mediante enlace satelital Starlink, lo que abre posibilidades hasta hace poco impensables en la zona: clases virtuales, acceso a consultas médicas a distancia, comercio electrónico, turismo y sistemas de alerta temprana.

“Con este proyecto se resuelven componentes clave para el desarrollo de las comunidades: desde sistemas de alerta temprana y acceso a información de salud, hasta comercio, turismo y autoeducación”, señala Leopoldo Liñán, investigador del GTR PUCP.
“La experiencia de trabajar con el GTR ha sido excelente; ya hay un vínculo de amistad y la expectativa de desarrollar nuevos proyectos que combinen electrificación con telecomunicaciones”, afirma Franco Canziani, fundador de Waira Energía.
Educación y nuevos horizontes
El acceso a la red también está generando oportunidades de capacitación. Jóvenes como Loana Pisconte, residente de Laguna Grande, han podido participar en programas internacionales de formación en telecomunicaciones y energías renovables.
La comunidad recibe talleres periódicos para garantizar la operación y el mantenimiento del sistema, así como para fomentar un uso responsable de la energía y de los recursos digitales.
Desafíos y oportunidades de desarrollo
Según nos comenta César Córdova, director ejecutivo del GTR-PUCP, el servicio contratado de Starlink se paga de manera prorrateada entre todos los usuarios del servicio de energía comunitaria. «De este modo también se autofinancia la conectividad para el monitoreo remoto de los sistemas de energía, gestión y telecomunicaciones», afirma.
El estudio para conectar a esta comunidad no fue sencillo y requirió mapear aspectos sociales, económicos y geográficos. «Entre los principales aspectos para la creación e implementación de una red comunitaria podemos mencionar los siguientes: una evaluación de su viabilidad, una correcta selección de la tecnología a utilizar, una gestión pormenorizada de los procesos de implementación y las estrategias de sostenibilidad en función a las capacidades y recursos locales», detalla a Stakeholders.
Dependiendo del éxito que genere esta implementación en conectar eficazmente a la población, Córdova considera que se puede replicar en otras localidades del Perú. «A nivel nacional, las comunidades rurales del país cuentan con una organización comunal propia, y de estas deben nacer las iniciativas locales que pueden ser apoyadas por agentes externos, sea de origen púbico, privado o la academia. Realizando un trabajo inicial de fortalecimiento de estos elementos permitirán tener una base sólida y viable que permitirán a las redes comunitarias plantear iniciativa locales con un mayor compromiso de participación», precisa.