Por Stakeholders

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El concepto de responsabilidad social empresarial (RSE), ha venido evolucionando a partir de principios del siglo XX de acuerdo a las diferentes coyunturas económicas, políticas, ambientales y sociales, de tal manera que las empresas han debido de ir mejorando su aplicación. En este contexto, es importante que el tema de RSE solo sea pensado a nivel del sector privado, sino también a nivel del sector público que inclusive debe contar con un rol de mayor responsabilidad que el que tiene el sector privado. Esto se debe a que, indirectamente, el Estado ejerce responsabilidad social a través de las políticas públicas que formula y ejecuta en todas sus áreas relacionadas. Así, la relación que debe de existir es que la ejecución de las políticas públicas genere valor público y que la gente se beneficie por la aplicación de estas políticas y también por una actuación estratégica del Estado.

María del Carmen Devoto – Consultora en comunicación organizacional, planificación estratégica y RSE

Es por ello que estamos frente a un contexto que debe permitir que las empresas públicas de derecho privado sean un modelo de aplicación adecuada de RSE que se caracterice por objetivos a largo plazo, satisfacción y buen clima laboral interno, impacto positivo en la vida de las comunidades aledañas, así como la mejora en el desarrollo ambiental. Por ende, la RSE es una herramienta de gerencia moderna que genera reputación y valor para una empresa. Si existe una RSE eficaz, hay mejor gobernabilidad; sin embargo, en el caso de que no cuente con una RSE esto atentaría contra la gobernabilidad de su entorno y del país.

Por otra parte, es necesario considerar la fuerte cohesión social de los stakeholders externos, para lo cual se debe brindar un apoyo que sea percibido de manera tangible en el desarrollo de las localidades aledañas. La empresa debe generar externalidades positivas a través de políticas institucionales para la promoción de la economía local, lo cual conlleva a que la comunidad perciba un alto compromiso con el desarrollo económico de la zona. Asimismo, la empresa debe contar con un plan de monitoreo y evaluación de los impactos ambientales y con la capacidad de plasmarlos en un plan de reducción de contaminación, que lo llevaría al fortalecer su reputación con los stakeholders.

En este sentido, es necesario que toda empresa pública de derecho privado cuente con un modelo de gestión de RSE que permita articular y direccionar todas las operaciones y recursos hacia el desarrollo de acciones que generen un impacto positivo sobre sus grupos de interés. Se pretende que se cuente con un enfoque de gestión estratégica y no meramente operativa. De esta manera, se puede estimular la adopción de prácticas socialmente responsables de manera articulada y coherente con sus principios y políticas corporativas.

Esto implica concertar adecuadamente las iniciativas con los stakeholders e incorporarlas a los procesos de gestión desde una perspectiva sistémica, que se asuman como variables para la formulación de su planeación interna (Cajiga, 2016), que se generen las acciones estratégicas en el mediano y largo plazo, cuando los objetivos económicos y sociales de la institución sean concordantes y tengan un impacto positivo en sus stakeholders, lo cual se reflejaría en la generación de valor público-privado, y en la revaloriza­ción de sus acciones. Por todo lo planteado anteriormente, es necesario que los gobiernos formulen políticas públicas con un enfoque de RSE en concordancia con los procesos participativos para la búsqueda de la gobernabilidad en el país y la mejora de la calidad de vida de la población.







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