Por Stakeholders

Lectura de:

Guillermo Ackermann Menacho
Presidente Beneficencia de Lima

En la última década cobró relevancia en el ámbito empresarial el término ‘compliance’, que etimológicamente se refiere al cumplimiento diligente de las normas y reglamentos para una correcta gestión.


Podríamos afirmar que el ‘compliance’ pasó de ser un tema optativo a un requisito indispensable de incorporar a las estrategias y estructuras internas y de esa manera prevenir situaciones de riesgo que pudiesen poner en peligro la estabilidad y recto funcionamiento de la organización.


Para poder entender de una manera clara y sencilla este tema utilizaremos dos casos que serían perfectamente
comunes.

Escenario 1. Una entidad del Estado convoca a una licitación para el otorgamiento de la construcción de un tramo de una carretera principal. Al leer las bases se logra identificar que éstas han sido preparadas para que la buena
pro sea otorgada a una empresa competidora, que no es la más idónea y que consideramos no es mejor que la nuestra. ¿Qué hacemos?

Escenario 2. Nos encontramos haciendo una inversión significativa para la apertura de un local comercial que representa un porcentaje importante de nuestro capital. Cuando estamos haciendo los trámites para la obtención de la licencia de funcionamiento evidenciamos que hay algunos requisitos

El ‘compliance’ pasó de ser un tema optativo a un requisito indispensable de incorporar a las estrategias y estructuras internas

Guillermo Ackerman Menacho, Presidente Beneficiencia de Lima

absurdos, y que bajo nuestra interpretación perfectamente están cubiertos por otras acciones realizadas. Sin
embargo, a pesar de ello, no nos darán la conformidad de obra indispensable para culminar con el proceso. ¿Qué hacemos? Son dos situaciones típicas, muy elementales y cotidianas. Y aunque las soluciones parecieran muy evidentes, en la práctica es en las cosas simples donde se cometen los grandes errores.

En el primer caso. Nosotros consideramos que somos la mejor opción. Que cumplimos de lejos con todos los
requisitos de la convocatoria. Creemos que otro resultado sería una injusticia con claros vicios y que se convertiría
en un caso de corrupción. La delgada línea entre encontrar como ‘convencer’ o ‘arreglar’ para que logremos obtener

nosotros la adjudicación, puede cambiar el destino de la empresa o corporación. Debemos entender que solamente
la observancia escrupulosa de lo establecido en las bases y la interpretación correcta de las mismas nos permitirán
utilizar todos los recursos legales para demostrar nuestra competencia y así ganar el proceso en buena ley.

Perder una licitación no solamente podría ser, paradójicamente, el resultado de una buena práctica sino que, claramente, podría evitar una catástrofe en términos de reputación para la institución.


El segundo caso es uno de los más comunes. En primer lugar porque involucra mucho menos rango de decisiones,
pero que son muy sensibles. Regularmente siempre participan funcionarios de segundo nivel, a los que uno descalifica de inmediato, porque interpreta sus ‘expectativas’. ¿Cómo lograr que se haga de la ‘vista gorda’, que pase por alto esos absurdos requisitos? ¿Cómo ‘arreglamos’ con él para que de una vez nos otorguen la licencia? Suena muy fácil de resolver. Muchas veces una persona nos tiene amarrados, la tentación es muy grande y es muy frecuente caer, pero lamentablemente esto se convierte en un círculo vicioso. Es un caso muy común donde la relativización de una buena práctica queda evidenciada. Cómo se puede resolver. Primero cumplir con todo el proceso como corresponde y si aun
así tenemos negativa, denunciar a las autoridades competentes, así tome un poco más de tiempo.


Conforme vayamos aplicando estas buenas prácticas iremos caminando hacia un círculo virtuoso, construyendo un empresariado responsable que erradique las malas prácticas que tanto daño le ha hecho al país.







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