Por Stakeholders

Lectura de:

Por Luciana Visnevski
Directora LAC Green Initiative

El cambio climático no solo es un problema ambiental, sino también económico y social. Los efectos del cambio climático tienen un impacto negativo en las empresas en términos de costos, riesgos y oportunidades de negocio, así como en la calidad y previsibilidad del supply chain tanto como en los mercados. El cambio climático es, en suma, el mayor riesgo anunciado que vivimos como sociedad. 

Por ejemplo, las sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos como los que está experimentando de forma muy evidente el Perú, como el Niño, la Niña y sus consecuencias directas en las lluvias, cambio de las corrientes marinas, diversidad y cantidad de peces, entre otros, afectan todo el tejido social, que es fundamental para una economía saludable. 

El desequilibrio del clima, así como una pandemia, también pueden conducir a la escasez de suministros, generar presión inflacionaria, arraigar la pobreza, y hacernos retroceder en muchos de los grandes logros alcanzados como sociedad. 

No obstante, a pesar de los notorios antecedentes, aún nos encontramos con líderes empresariales, vale destacar que son cada vez menos, que se sienten cómodos pensando que la agenda climática no es de su interés. 

Esta es una postura poco racional pero comprensible, las organizaciones tienen cultura, alma y de cierta forma vida propia. El esfuerzo requerido para transformar una organización es enorme y exige de una dosis de energía vital que muchas personas, exhaustas por el día a día duro de la rutina corporativa, simplemente no tienen más. Pero esto no debería ser motivo para sacrificar el futuro de la organización. Es fundamental que se entienda que más allá de cumplir con la elaboración de una huella de carbono y posiblemente reportarla utilizando una plataforma nacional o internacional, la acción climática hace mucho tiempo que dejó de ser un tema de compliance ambiental. 

En realidad, la acción climática es para muchas empresas, que están en la frontera del conocimiento y las mejores prácticas industriales, una de las áreas más relevantes y dinámicas de la empresa, estando asociada a la innovación en nuevos productos y servicios, innovación en acceso a financiamiento e innovación en desarrollo tecnológico. 

La acción climática es, por consiguiente, un nuevo pilar de la competitividad, un core competence que ninguna empresa que aspira a alcanzar y mantener el éxito, puede darse el lujo de no tener. 

Es precisamente por este motivo, por el hecho que ninguna organización desarrolla capacidades de la noche a la mañana, que resulta fundamental iniciar lo más pronto posible una curva de aprendizaje corporativa. La única forma de lograr esto es internalizando la acción climática, con actividades pragmáticas que sean capaces de generar resultados que impacten positivamente el negocio. 

En el Perú hay muy buenos ejemplos de empresas que han incorporado la acción climática a sus modelos de negocios y caminan en esta dirección. En la industria de bebidas, basta ver el caso del Grupo AJE, que impulsa a nivel nacional e internacional una “Revolución Natural”, esta revolución que promueve el Grupo AJE es liderada por el más alto nivel de la organización, e impacta a todas las esferas de sus operaciones. 

Poner en marcha este proceso, genera una expertise corporativa de difícil imitación, que ayudará a la empresa a reforzar su core business, así como a generar productos con mayor valor añadido y valor percibido por la sociedad. Esto ya está sucediendo, por ejemplo, a través del jugo de frutas amazónicas – Amayu. 

En el sector de logística, tenemos a ECU Worldwide aplicando buenas prácticas de sostenibilidad, por otro lado, un importante ejemplo es Delfin Group y Delfin Logistics, empresas que también han incorporado la acción climática en el core de sus modelos de negocios. Todos somos conscientes de que los servicios logísticos tienen una significativa huella de carbono en el total de emisiones de cualquier producto. Con regulaciones climáticas que afectan el comercio regional e internacional entrando en vigor, tales como el Farm to Fork y el CBAM (Carbon Border Adjustment Mechanism) ambos de la UE, resulta, cada vez más urgente, eliminar las emisiones de huella de carbono de actividades intermedias como el servicio de transporte logístico. 

La acción climática es un nuevo pilar de la competitividad, un core competence que ninguna empresa que aspira a alcanzar y mantener el éxito, puede darse el lujo de no tener. 

Esto es exactamente lo que viene haciendo Delfin Group y Delfin Logistics, como estrategia para adicionar valor a su oferta. Por ejemplo, con base a esta visión, Delfin Logistics adquirió recientemente camiones eléctricos para servir a empresas que requieren servicios de “Last mile delivery” que sean climate-smart. 

Cambiando de industria, veamos al sector textil, siendo el Perú un importante exportador textil con una oferta que combina bajo y alto valor agregado. La empresa Solara, una de las más tradicionales del país, también está incorporando la acción climática en la innovación de productos textiles de exportación que atienden a esta nueva lógica. En este caso, la acción climática le permite innovar y desarrollar nuevas ventajas competitivas que son necesarias para hacer parte de cadenas de valor internacional, de grandes marcas. 

En el sector de turismo, también hay ejemplos importantes, veamos el caso de Inkaterra, que tiene una de las más importantes marcas de hotelería mundial y que es peruana. En este caso en particular, la curva de aprendizaje comenzó hace décadas. Inkaterra es líder internacional, por qué entendió hace muchos años, que es fundamental conciliar el éxito económico de la empresa, con el impacto positivo en la biodiversidad y el clima. Esta expertise, que han sido muy exitosos en desarrollar, la aplican en la oferta de servicios de hotelería y turismo que son básicamente inigualables. 

Finalmente, si analizamos la industria de alimentos, vemos el caso de Santa Natura, una empresa peruana que está en la frontera del conocimiento en buenas prácticas de sostenibilidad. La empresa, que desarrolla productos con base a insumos de la biodiversidad nativa, tiene un modelo de negocios que pone en valor el conocimiento ancestral y cuenta con una línea completa de productos climate-smart dirigidos al mercado nacional e internacional. El compromiso climático de Santa Natura, ha impulsado su desarrollo tecnológico y los resultados se ven en procesos más eficientes, menor generación de residuos y consecuentemente un mejor desempeño productivo y posicionamiento de mercado. 

Mi mensaje, como mujer empresaria, que conoce muy bien la realidad del Perú, pero que también tiene la oportunidad de acompañar de cerca el escenario internacional, es que el liderazgo climático representa para las empresas peruanas, tal vez su mejor apuesta en desarrollar una marca y una posición competitiva a nivel internacional. Además, pueden estar seguros de que representa también una de las agendas que les dará los mayores niveles de satisfacción personal a todos los que participan. ¡Que se abran las puertas de la esperanza!







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