Vivimos en una época marcada por la intensidad. Se celebra la productividad extrema, la inmediatez y el consumo sin pausa. Todo parece impulsarnos a querer más: más rápido, más lejos, más excesos.
En medio de ese ritmo acelerado, la moderación parece ir contra la corriente. Pero, ¿cuándo fue la última vez que realmente disfrutaste algo sin prisa? Detenernos y decidir disfrutar sin exceso puede ser uno de los actos más inteligentes – y modernos – de nuestro tiempo.
En el caso de la cerveza, pocas veces recordamos que esta bebida nació para compartir, conectar y acompañar buenos momentos. Cobra su verdadero sentido cuando se disfruta con equilibrio y con propósito. Promover una cultura cervecera responsable no es una consigna moral, sino una invitación a un consumo inteligente: a disfrutar de su sabor, la conversación y la pausa. Por su baja graduación alcohólica, la cerveza ha sido reconocida como la bebida de moderación por excelencia. Sin embargo, aún nos cuesta reconocer que la verdadera riqueza de estos momentos no está en cuánto consumimos, sino en cómo lo hacemos: intercalando con opciones sin alcohol, acompañando el consumo con una buena comida y, sobre todo, utilizando movilidad segura para volver a casa.
La innovación también tiene un papel importante en este camino, y el sector privado tiene la responsabilidad de impulsar esa evolución: ofreciendo más opciones que amplíen los momentos de disfrute – desde un almuerzo en familia hasta un concierto, la celebración al terminar una maratón o un partido de fútbol con amigos- promoviendo más ocasiones de consumo responsable y reforzando mensajes que inspiren hábitos más conscientes. Innovar no siempre significa crear más, sino crear mejor: abrir espacio a la libertad de elección y a estilos de vida más sostenibles.
Desde Backus, creemos que ese es el verdadero sentido de nuestro trabajo: aportar desde la innovación y la educación al desarrollo de una cultura de consumo de alcohol más responsable. Y es que un estilo de vida moderado es uno que podemos sostener a largo plazo. Si queremos que nuestra cultura cervecera y de celebración perdure y nos acompañe siempre, necesitamos que se base en la moderación para que los recuerdos que nos llevemos sean siempre positivos. Al final, se trata de encontrar el ritmo adecuado. No es quién llega primero, sino quién llega disfrutando el recorrido.









