Por Susana Tejada - Directora de Sostenibilidad & Desarrollo EQUITY Risk & Sustainability Susana.tejada@equityconsultoria.net

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La sostenibilidad en la cadena de valor empresarial ha evolucionado significativamente en la última década. Lo que antes se concebía como una aspiración ética o una práctica voluntaria, hoy se ha consolidado como una exigencia para las organizaciones que buscan mantenerse competitivas, legítimas y resilientes en un entorno global cada vez más complejo.

En el contexto peruano, esta transformación adquiere una urgencia estratégica. Las persistentes brechas sociales y ambientales que atraviesa el país hacen que la integración de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en las cadenas de valor empresariales no sea una opción, sino una oportunidad decisiva para generar valor compartido y consolidar relaciones de confianza entre empresas, comunidades, proveedores y demás actores del ecosistema productivo.

La sostenibilidad en las cadenas de valor no se limita a mitigar impactos negativos; implica rediseñar de forma integral cómo se produce, se distribuye y se consume, desde la selección responsable de materias primas hasta la disposición final de los productos, cada decisión debe responder a criterios de eficiencia, equidad y regeneración. 

Este enfoque sistémico implica repensar las relaciones con los proveedores, optimizar la logística, incorporar tecnologías limpias y garantizar condiciones laborales justas, construyendo cadenas más resilientes, inclusivas y sostenibles capaces de responder a los desafíos sociales y ambientales de manera estructural.

Por ejemplo, la integración de comunidades vulnerables como proveedores o colaboradores no solo amplía el impacto social de las empresas, sino que también fortalece la legitimidad y la capacidad adaptativa de toda la red de suministro. No obstante, en el caso de Perú, este desafío se vuelve particularmente complejo. Muchas cadenas productivas aún operan con bajos niveles de formalización, escasa trazabilidad y limitada capacidad tecnológica, lo que dificulta la adopción efectiva de criterios ESG. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), hasta septiembre de 2020, se registraban 2 701 066 empresas activas en el país, pero solo una fracción de ellas implementaba modelos formales de sostenibilidad.

“Aunque cada vez más empresas elaboran informes de sostenibilidad, solo una minoría los somete a verificación externa”.

Brecha entre formulación y ejecución

A pesar de este contexto, hay señales de avance. Un estudio de la Universidad de Piura sobre factores de desempeño ambiental y de economía circular en empresas peruanas, indica que el 53 % de las empresas del estudio compartían políticas de sostenibilidad con sus proveedores, lo que refleja un esfuerzo por extender los principios ESG más allá de las operaciones internas. No obstante, su implementación enfrenta obstáculos importantes; según la última encuesta de sostenibilidad de APOYO Consultoría, el 38 % de las empresas reporta dificultades para que sus proveedores cumplan con estos compromisos. 

Esta brecha entre la formulación de políticas y su ejecución efectiva en los eslabones externos limita el alcance real de las estrategias ESG y evidencia la necesidad de acompañamiento técnico, mecanismos de verificación y herramientas digitales que profesionalicen a los proveedores y fortalezcan la trazabilidad en toda la cadena.

Estas limitaciones también dificultan una evaluación rigurosa del impacto de las iniciativas, debido a la falta de datos consolidados y sistemas de verificación robustos, especialmente en lo que respecta a las acciones compartidas con proveedores. 

Aunque cada vez más empresas elaboran informes de sostenibilidad, solo una minoría los somete a verificación externa, lo que debilita la credibilidad de la información divulgada y restringe la rendición de cuentas ante inversionistas y grupos de interés. 

Trazabilidad confiable y una gestión colaborativa

En América Latina, el 87.8 % de las empresas utiliza los estándares GRI, y un 11.1 % los complementa con SASB para lograr una mejor alineación financiera. Sin embargo, en Perú, apenas el 10 % de los reportes cuenta con verificación independiente, lo que representa una brecha crítica en la validación del desempeño ESG.

Para cerrar estas brechas, es clave impulsar la formación en tecnologías que habiliten una trazabilidad confiable y una gestión colaborativa. Herramientas como blockchain para el seguimiento de procesos, sensores de Internet of Things (IoT) para el monitoreo ambiental, y plataformas integradas, permiten profesionalizar a los proveedores locales y consolidar ecosistemas empresariales más sostenibles. Estas soluciones pueden articularse con herramientas como Power BI, que facilita la visualización y análisis en tiempo real de los datos generados, fortaleciendo la toma de decisiones estratégicas y el reporte transparente de indicadores ESG. 

En sectores vinculados a infraestructura física, la integración con entornos BIM (Building Information Modeling) permite modelar impactos ambientales, simular escenarios sostenibles y vincular datos operativos con el diseño y gestión de activos. Esto no solo mejora la eficiencia operativa, sino que refuerza la trazabilidad y la rendición de cuentas en toda la cadena de valor.

En conjunto, estas tecnologías no solo habilitan el seguimiento de indicadores clave, sino que también promueven una gobernanza más colaborativa entre empresas y sus proveedores con el fin de generar valor compartido y responder con impacto real a los desafíos sociales y ambientales que enfrenta el país.







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