Stakeholders conversó con Miguel Incháustegui, exministro de Energía y Minas y consultor en temas estratégicos y de sostenibilidad, quien formó parte del comité consultivo para el programa Empresas que Transforman 2022.

Por Stakeholders

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Esta semana, IPAE Asociación Empresarial anunció las 20 iniciativas peruanas que conforman la lista de Empresas que Transforman 2022, un reconocimiento en el que también están involucrados la Asociación Frieda y Manuel Delgado Parker, USAID y RPP. Miguel Incháustegui, exministro de Energía y Minas y consultor en temas estratégicos y de sostenibilidad, formó parte del comité consultivo. En esta entrevista habla de la importancia de fomentar el valor compartido, una nueva forma de éxito empresarial.

¿Cuál es la enseñanza que deja la elección de este conjunto de iniciativas?

Empresas que Transforman busca resaltar temas de valor compartido, que implica resolver necesidades y al mismo tiempo generar un valor para la empresa. Es el segundo año que lanzamos el certamen. Ha habido 80 empresas y 102 iniciativas. Lo importante es que, dentro las 20 seleccionadas, 15 son medianas empresas y 5 pequeñas. Hemos visto 19 sectores, entre ellos alimentos y bebidas y educación. La mayoría se encuentra en múltiples regiones. 

¿Cómo ha avanzado la implementación del valor compartido empresarial?

En mi opinión el concepto falta que se difunda no sólo en Perú sino en el mundo. Sin embargo, es alentador. Estamos haciendo todo este esfuerzo para que se entienda bien el concepto y alentar a que las empresas lo hagan. Ha habido 25 empresas que volvieron a postular, es un buen indicativo. Sin embargo, también hay empresas que han presentado su iniciativa, pero no de manera correcta.

¿A qué se debe eso?

Es que normalmente se entiende que generar valor compartido es responsabilidad social o filantropía. Sin embargo, es una estrategia de negocio en que una empresa se plantea cómo transformar el capitalismo. Hay una crítica hacia este sistema. Se considera que solo busca obtener ganancia sin importar su entorno.

Lo que plantea el valor compartido es que el capitalismo tiene un potencial enorme para resolver las necesidades. Falta seguir pensando en ayudar al entorno generando nuevos vehículos para obtener ganancias.

Un ejemplo que me parece interesante es el de Pesquera Diamante, que se dedica a extraer pescado en toda la cosa, la procesa y lo vende. Sin embargo, han decidido hacer los Tambos Pesqueros Diamante atendidos por mujeres, a quienes brindan trabajo, para proveer de pescados azules a la sierra.

En esta edición se han seleccionado cinco pequeñas empresas también, las cuales promueven la circularidad. Bambú Balance vende productos sostenibles y Sugo, una tienda online de descuentos, de excedentes de producción, artículos próximos a vencer, con imperfecciones en empaques y otros. Todos estos negocios generan valor compartido. 

Finalmente, ¿cómo el valor compartido respalda la reputación de una empresa?

La reputación implica que se redefina el propósito. El nuevo paradigma de las empresas es que se pregunten por qué existen, lo cual debe estar alineado a la sostenibilidad. La mejor forma para hacer sostenible un negocio es la estrategia de valor compartido.

A veces pasa que la empresa dice ‘quiero ayudar a mi entorno, voy a definir mi propósito, voy a hacer iniciativas para incrementar mis ganancias’. Todo es cíclico. Sin embargo, si se define el propósito, serán aliados del desarrollo.

Básicamente, hacia eso queremos llegar: que el valor compartido no es una iniciativa más de responsabilidad social, sino que quiere cambiar la mentalidad del negocio: cambiar tu entorno, pero generar ganancia. Digamos que alienta un capitalismo consciente.







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