
El pasado 7 de agosto, la organización PETA anunció que su certificación “Beauty Without Bunnies” se limitará a empresas que operen en Estados Unidos, Canadá, Alemania o India. Esto significa que más de 180 marcas de América Latina perderán su sello cruelty free antes de octubre, un hecho que amenaza con debilitar la confianza del consumidor en un sector que venía mostrando avances sostenibles.
“Que más de 180 marcas de la región salgan del listado de PETA es un cambio sustancial dentro del mercado regional que podría ir en desmedro del esfuerzo que ha realizado la industria”, advirtió para Stakeholders Camila Cortínez, directora de la organización Te Protejo.
La medida responde, en parte, a exigencias regulatorias de la Unión Europea bajo el reglamento REACH, pero el trasfondo parece estar en el control y la trazabilidad de los procesos. En palabras de Cortínez, “es difícil certificar donde no se conoce el idioma, el mercado o la regulación. PETA optó por proteger su credibilidad, pero el costo lo pagará América Latina”.
¿Qué pasará con el consumidor latinoamericano?
El cambio de PETA no es menor. Brasil perderá el 58% de sus marcas certificadas, Argentina un 30%, Chile un 14%, Perú un 11% y Colombia un 19%. En conjunto, un 64% de las marcas cruelty free de la región quedarán fuera del listado.
Esto ocurre justo cuando la demanda social por productos éticos es más alta que nunca. Según cifras, 71% de peruanos rechaza el testeo animal en cosmética y en países como Chile y Brasil, más del 70% de los consumidores exigen leyes que lo prohíban.
La paradoja es evidente. Mientras el consumidor se muestra más consciente, el sello que garantizaba confianza se retira. “Nuestro temor es que esto abra la puerta a la confusión y al greenwashing. No podemos retroceder en un avance tan importante para la región”, alertó Cortínez.
Te Protejo: la alternativa para no perder credibilidad
Ante el vacío dejado por PETA, Te Protejo lanzó un programa de transición hasta el 31 de octubre. Su objetivo: evitar que las marcas queden “huérfanas” y puedan mantener el reconocimiento cruelty free en la región.
“Nuestro proceso evalúa ingredientes, proveedores, laboratorios y exportaciones. No es solo una declaración, es un compromiso real que garantiza transparencia. Queremos que las marcas no pierdan la confianza que han construido”, explicó la directora de la organización.
El proceso de transición toma entre uno y tres meses, menos de la mitad del tiempo habitual. Esto busca que las marcas no desaparezcan de los listados cruelty free y sigan siendo identificadas por los consumidores como empresas comprometidas con la ética.

El costo de retroceder en sostenibilidad
La salida de PETA revela un problema mayor: la falta de un sistema sólido y regional de certificación. Si bien la decisión busca proteger la credibilidad de la organización, el impacto para América Latina es contundente.
El riesgo no solo es perder un sello, sino erosionar la confianza de los consumidores en una industria que mueve más de US$48 mil millones en la región. La sostenibilidad ya no es un accesorio reputacional, sino un diferenciador estratégico. Si el mercado falla en garantizarlo, será el consumidor quien sancione con su compra.
La industria cosmética en América Latina enfrenta un dilema, reconstruir la confianza con certificaciones locales y rigurosas o dejar que el vacío abra espacio a la desinformación. Para Camila Cortínez, la respuesta es clara. “Somos una certificación latina, hecha para marcas latinoamericanas y consumidores latinos. Nuestro compromiso es no dejar que la región retroceda en un tema tan relevante”.
El retiro de PETA puede verse como una crisis, pero también como una oportunidad para consolidar una certificación propia, regional y fuerte, que no dependa de decisiones tomadas en el norte global. Porque si algo está claro es que los consumidores latinoamericanos ya eligieron: quieren cosmética libre de crueldad animal, y no aceptarán menos.
