Por Stakeholders

Lectura de:

Sandor Lukacs de Pereny
Profesor de los Programas de Sostenibilidad
de ESAN Graduate School of Business.

Las preocupaciones globales como la pobreza, la falta de agua, el hambre, las enfermedades y la polución ambiental son retos que demandan soluciones por parte de los gobiernos, así como del empresariado. Justamente, las organizaciones, independientemente del sector, hacen frente a una fuerte, creciente y mediática presión social en relación con los retos que atravesamos y atravesaremos como sociedad global. En este contexto, las finanzas sostenibles y criterios ASG surgen como una alternativa para la generación de valor económico, social y ambiental, pero con limitantes. 

Alcance 

El “Global Risk Report 2022” del Foro Económico Mundial advierte que para el 2030 se esperan crisis globales gatilladas por colapsos económicos en línea con un mayor impacto medioambiental. En consecuencia, es altamente probable que ambos escenarios desencadenen significativos conflictos a nivel de países, bloques económicos y potencias militares. 

Estas predicciones no serían ajenas para el Perú. Al 2022, el INEI calcula que el 39.8 % de la población sufre de pobreza multidimensional, es decir, pobreza monetaria, falta de acceso a la salud, educación y vivienda. En el plano ambiental, la deforestación acumulada desde 2001 suma 22000 km2 de bosques desaparecidos por agricultura, tala indiscriminada y minería ilegal. Además, nuestro país padece escasez económica de agua. 

Ahora bien, específicamente en materia de finanzas sostenibles y criterios ASG, el Perú viene mostrando algunos avances. Ya en octubre de 2018 la Bolsa de Valores de Lima anunció la primera oferta pública de un bono verde. Por otro lado, a la fecha, existen 15 empresas peruanas que conforman el Índice de Sostenibilidad de Dow Jones. Estos y otros progresos muestran una positiva tendencia. No obstante, las finanzas sostenibles a nivel global y local se han visto fuertemente afectadas principalmente por tensiones geopolíticas. Como resultado, el nerviosismo de los inversionistas y la retracción de capitales aumentan los apetitos de inversión cortoplacistas, que son contrarios a los plazos de largo aliento propios de las inversiones sostenibles. 

Consideraciones 

El racional de las finanzas sostenibles y criterios ASG es la creación de valor económico, social y ambiental. Sin embargo, se debe evitar idealizar o romantizar su impacto, pues son meras herramientas de gestión y no la panacea o balas de plata. Sus resultados dependen de cómo estos criterios sean gestionados. Al respecto, un acérrimo crítico del mercado ASG es Tariq Fancy, exgerente de inversiones del coloso financiero estadounidense Blackrock. Fancy cuestiona el carácter abiertamente especulativo y poca transparencia de este tipo de inversiones. Complementariamente, el “Global Risk Report 2022” indica que sólo 32 % de encuestados considera que la métrica y transparencia de los criterios ASG es rigurosa. Ocurre que este se ha tornado un mercado promisorio, ergo, altamente lucrativo. Si bien esto es positivo, también abre la puerta a malas prácticas profesionales, corrupción y de ‘greenwashing’ (ecoblanqueo). En conexión con el último punto destaca el reciente caso del Deutsche Bank. La entidad financiera habría exagerado el uso de criterios ASG para captar clientes interesados en inversiones genuinamente sostenibles. Otro ejemplo es el banco HSBC y su suspendido director global de inversión, Stuart Kirk, quien directamente acusó a los banqueros centrales de jugar con el cambio climático como argumento especulativo para incrementar la demanda de inversiones ASG. 

En conclusión, podemos afirmar que el rol de las finanzas sostenibles y criterios ASG tienen un propósito válido. Sin embargo, es nuevamente el factor humano, en específico, la ética profesional, el elemento determinante en esta ecuación. Como diría Paul Valéry: “La conciencia reina, pero no gobierna”.







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