La perfumería, tradicionalmente asociada a productos de lujo, está reconfigurando sus procesos para ser más respetuosa con el medio ambiente. Este cambio responde a una demanda creciente por parte de los consumidores, quienes buscan productos que no solo huelan bien, sino que también tengan un impacto positivo en el planeta.
La «química verde», que prioriza el uso de materias primas renovables y procesos menos contaminantes, se está consolidando como un estándar en la industria. Este enfoque busca minimizar la huella ecológica de las fragancias, utilizando ingredientes biodegradables y técnicas que reducen las emisiones de carbono.
Además, la tendencia genderless está ganando terreno, proponiendo fragancias que no se encasillan en los tradicionales roles de género. Estos productos, diseñados para cualquier persona, independientemente de su identidad, representan un esfuerzo por derribar las barreras que la industria de la moda y la belleza han perpetuado durante décadas.
Por otro lado, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta clave para los perfumistas modernos. Esta tecnología permite analizar datos masivos para identificar patrones en las preferencias de los consumidores y proponer combinaciones de aromas que podrían tener éxito en el mercado. Marcas como Moschino están liderando esta transformación, creando perfumes que no solo son ecológicos, sino también diseñados para influir positivamente en el bienestar emocional de sus usuarios.