Por Stakeholders

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El cuero vegano está en las noticias por ser, bueno, plástico. La mayoría de las alternativas que ofrece la industria de la moda son productos a base de petróleo, pero la industria automotriz, al menos, podría estar en lo correcto al llamar a eso más “sostenible” que la piel animal.

Un informe del New York Times señaló que el apetito por las telas sintéticas significa que la etiqueta “vegano” puede implicar “sostenible”, cuando ese no siempre es el caso. El cuero vegano generalmente está hecho de plástico, que no es renovable y, junto con otras telas sintéticas, puede aumentar la acumulación de microplásticos en los océanos y la carga general de vertederos de plástico.

Uno de los problemas con su uso en la moda es que gran parte es de la llamada moda “rápida”: alta rotación, marcas baratas que obtienen materiales y mano de obra lo más barata posible e intentan que todos participemos en la idea al estilo de una celebridad.

Los productores de cuero dicen que el petróleo es peor, las compañías petroleras dicen que existe un argumento de sustentabilidad para los sintéticos, y los productores y procesadores de fibras naturales dicen que ambos están equivocados. 

El verdadero debate del cuero abarca muchas variables ambientales, incluida la comparación de las emisiones de carbono de la ganadería con el hecho de que las alternativas plásticas a menudo se hacen a partir de combustibles fósiles.

 Cuando se tienen en cuenta los efectos tóxicos del curtido de cuero y la cuestión del final de la vida útil de los productos de plástico que se descomponen y producen microplásticos nocivos que contaminan nuestro océano, está claro que no hay una respuesta única para todos.

El auge del cuero vegano, que suele estar fabricado con poliuretano, un tipo de plástico que tiene un Índice Higg más favorable, ha traído consecuencias imprevistas, dicen los responsables del sector. Aunque el cuero sea sustituido por productos sintéticos, los estadounidenses siguen comiendo mucha carne de vacuno, lo que significa que las pieles de esas reses sacrificadas no tienen dónde ir.

En 2020, un récord de cinco millones de pieles, o alrededor del 15 por ciento de todos los disponibles, fue a los vertederos, según la Asociación de Cuero, Piel y Curtido de Estados Unidos, un grupo comercial con sede en Washington.

Gregory Norris, que imparte una materia sobre el análisis del ciclo de vida en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y realizó una revisión de la metodología del Índice Higg en 2016, declaró que muchas de las inquietudes expresadas por los críticos eran válidas. 

No obstante, se podrían hacer mejoras, señaló. Por ejemplo, los datos de la industria podrían verificarse cada cierto tiempo con controles aleatorios e independientes. “Hay un problema de escasez de escrutinio que debe resolverse cuanto antes”, concluyó.







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