Para conseguirlo, se emplean la innovación y las últimas tecnologías
Las ‘smart cities’ no son cosa del futuro. En la actualidad, cientos de ciudades en todo el mundo tienen como objetivos principales proveer una calidad de vida a sus ciudadanos con infraestructuras, transporte y espacios verdes al tiempo que reducen las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y promueven el uso de energías limpias.
Para conseguirlo, se emplean la innovación y las últimas tecnologías. Datos en tiempo real para conocer la calidad del aire en una zona, sensores para controlar el uso de agua, implantación de transporte público de cero emisiones o materiales de construcción que cuidan el medioambiente se están implantando en muchas ciudades.
“Se trata de pensar, gestionar y vivir la ciudad. Una ‘smart city’ se logra si dos elementos clave se combinan. Uno se da cuando se promueve el desarrollo tecnológico y se marcan unos parámetros desde el espacio público. El otro es cómo los ciudadanos entienden, asumen y ponen en práctica estos desarrollos”, señala Fernando Rojas, experto en asuntos urbanos.
Para que una ciudad se considere ‘smart city’ hay un asunto clave: la energía. Importa la fuente, cómo se produce y cómo se usa en las ciudades. Para ser más eficientes energéticamente, los equipos responsables de la gobernanza de las ciudades han tomado soluciones al respecto.
En la actualidad es común que se implanten cambios del alumbrado público a bombillas de bajo consumo y que se aumente el uso de fuentes limpias como el hidrógeno verde para el transporte público de masas. También se instalan ‘smart grids’ o redes inteligentes que regulan de forma automática la oferta y demanda de energía en edificios públicos.
La situación actual de crisis energética es un acicate más para alcanzar la eficiencia y llevar a cabo políticas de sostenibilidad. “Es fundamental que las ciudades tomen la delantera en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que establece las Naciones Unidas (ONU). Es en las ciudades dónde eso se materializa y ahí es fundamental lograr explicar a las personas cómo se hace y cómo se vive la ‘smart city’”, señala Rojas.
Según Naciones Unidas, para 2030 un 60% de la población mundial vivirá en centros urbanos. La organización establece que las ciudades deben ser lugares seguros, sostenibles e inclusivos. Además, con el aumento del precio de la energía eléctrica en muchos países europeos los alcaldes de las principales ciudades se han puesto a trabajar en busca de soluciones.
La crisis energética ha puesto de acuerdo a la alianza C40, una red de ciudades que aúna esfuerzos para disminuir las emisiones de carbono, en que se necesitan emprender nuevas acciones. Estas ciudades, cuya vicepresidencia ostenta en estos momentos Barcelona, usan gas en un 55% para calefacción y aire acondicionado en edificios residenciales. En la actual coyuntura se han comprometido a profundizar en la búsqueda de soluciones científicas para combatir el cambio climático.
Mientras los equipos de gobierno de las ciudades combaten el cambio climático con inversiones, tecnología y mucha imaginación, hay un aspecto que no debe olvidarse: que las mejoras lleguen a todos los ciudadanos.
Las infraestructuras como el transporte limpio, los espacios verdes o el tratamiento de residuos deben darse en el centro de las ciudades y también en las periferias de las mismas.
El rumbo de Perú
En 2019, el índice Cities in Motion (ICIM), elaborado por el IESE Business School, ubicó a Lima en la posición 12 a nivel de Sudamérica y 138 de 174 a nivel mundial. Este ranking ofrece una visión completa de una urbe y su desarrollo hacia una Smart City.
El ICIM mide nueve dimensiones como capital humano, cohesión social, economía, gobernanza, medio ambiente, transporte, planificación urbana, proyección internacional y tecnología. En la edición 2018, Lima alcanzó la posición 131 de todo el mundo y en el 2017, la 116.
En la capital se destacan iniciativas como la fomentada por la Municipalidad de Miraflores, que busca desarrollar el proyecto ‘smart city’ con el objetivo de mejorar los servicios de seguridad ciudadana y gestión del tránsito en la ciudad.
El distrito quiere adquirir un software para controlar la seguridad ciudadana y la administración del tránsito de manera inteligente. Se trata de una herramienta que incluye pórticos de control de acceso, cámaras de reconocimiento facial, alarma SOS, cámaras de reconocimiento de placas de rodaje de vehículos, sensores de parqueo, puntos de fiscalización de velocidad, entre otros.
Otro de los efectos positivos de la pandemia fue en el transporte. A partir del fin del confinamiento la venta de bicicletas se ha multiplicado en más de 300%. Además, el número de personas que usan la bicicleta para trasladarse de manera cotidiana pasó de menos del 1% al 4%.
Este medio de transporte es un ejemplo de movilidad sostenible y se ha vuelto una “prioridad” para la Autoridad de Transporte Urbano de Lima y El Callao, el organismo regulador de la movilidad en la región más poblada de Perú.