Este día ofrece la oportunidad de abordar el problema desde sus raíces emocionales y culturales, promoviendo una sociedad más justa y empática.

Por Stakeholders

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Cada 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer nos invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan millones de mujeres en todo el mundo. En Perú, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2023, el 53.8% de las mujeres ha sido víctima de violencia por parte de su esposo o compañero en algún momento de sus vidas.

En este contexto, Carmen Sánchez, docente de Psicología en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), destacó que, de las mujeres víctimas, el 45.3% recurrió a personas cercanas en busca de apoyo cuando experimentaron violencia física, mientras que el 29.7% buscó ayuda en alguna institución. “Estos datos reflejan la importancia de fortalecer las redes de apoyo y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de crear un entorno seguro para las mujeres”, agregó.

Sánchez explica que las mujeres que han vivido situaciones de violencia suelen enfrentar síntomas como ansiedad, estrés y otras dificultades emocionales que dificultan la búsqueda de ayuda o la toma de decisiones para mejorar su situación. Además, resalta que el impacto de la violencia no solo afecta a la víctima directa, sino también a sus familias, especialmente a los niños y adolescentes que crecen en entornos de abuso. «Los niños y adolescentes que presencian violencia familiar tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas emocionales, conductuales y de bajo rendimiento académico», explica la especialista.

En este marco, la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENARES) 2019 reveló que el 68.9% de los niños de 9 a 11 años han experimentado violencia física y/o psicológica en el hogar. Esta exposición temprana aumenta el riesgo de que estos niños reproduzcan patrones de violencia en el futuro. Sin embargo, con el apoyo adecuado, tienen la capacidad de superar estas experiencias traumáticas, romper el ciclo de violencia y desarrollar relaciones más saludables y resilientes.

Sánchez, experta en el tema, enfatiza que romper el silencio es esencial no solo para obtener justicia, sino también para preservar la salud mental y emocional de las víctimas. “Es crucial que las mujeres sepan que no están solas y que cuentan con profesionales capacitados y recursos de apoyo en su proceso de sanación”, asegura.

En Perú, las mujeres víctimas de violencia tienen a su disposición la Línea 100, un servicio que ofrece atención inmediata, donde pueden comunicarse sin temor y recibir orientación especializada. Además, el Centro de Emergencia Mujer (CEM) proporciona un espacio especializado que brinda servicios legales, psicológicos, médicos y sociales. También existen casas de refugio, que ofrecen protección física, apoyo emocional y servicios básicos tanto para las víctimas como para sus hijos.

Cabe destacar que, el entorno familiar juega un papel crucial en la decisión de una mujer de denunciar la violencia. Es esencial que las familias respalden a las mujeres víctimas, validen su experiencia y les ofrezcan un entorno seguro para que puedan tomar decisiones informadas.

Asimismo, la sociedad en general debe actuar para erradicar los estigmas y la normalización de la violencia. “La sensibilización y la educación sobre la violencia de género deben ser parte de nuestra cultura para crear un entorno donde las mujeres puedan sentirse seguras y apoyadas al romper su silencio”, concluye la especialista.







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