Observar la fauna en su hábitat natural es una experiencia fascinante para los amantes de la naturaleza. Sin embargo, detrás de este disfrute se esconde una realidad preocupante: las actividades humanas generan estrés en los animales silvestres, poniendo en peligro su bienestar y la conservación de sus especies.
Según la doctora en Biología e investigadora del laboratorio Etofisiología de la Universidad Autónoma de Madrid, Isabel Barja, factores como la caza, el turismo de masas en la naturaleza, la contaminación lumínica, el tráfico y el ruido están perturbando la vida silvestre, desencadenando respuestas de estrés fisiológico en los animales.
De acuerdo a la especialista, el estrés fisiológico, desencadenado por la activación del eje corticotropo en los vertebrados, puede tener graves consecuencias para la salud de los animales a largo plazo, incluyendo la supresión inmunológica, la supresión reproductiva y la disminución del éxito reproductivo y la tasa de supervivencia de las especies.
Más allá de las actividades directas, como la caza y la destrucción del hábitat, las prácticas recreativas en la naturaleza también pueden contribuir al estrés de los animales. Los safaris, por ejemplo, ofrecen oportunidades únicas para observar la vida salvaje, pero el acoso excesivo a los animales puede alterar sus comportamientos naturales y afectar negativamente a su bienestar.
De acuerdo con un estudio realizado por World Animal Protection, hasta 6 millones de personas visitan atracciones turísticas con fauna salvaje cada año. Asimismo, un sondeo realizado por la organización también mostró que casi el 80% de los viajeros dijeron que pagarían más por actividades que garantizaran que los animales no sufrieran.
Tras bambalinas, el sufrimiento animal
Las experiencias turísticas interactivas suelen conllevar sufrimiento animal oculto. Desde acariciar cachorros de león hasta nadar con delfines, estas actividades aparentemente inofensivas pueden estar enraizadas en prácticas crueles que comprometen el bienestar de los animales.
Cameron Harsh, experto en conservación, revela que la cría acelerada para satisfacer la demanda turística a menudo conduce a la separación prematura de los cachorros de sus madres, resultando en un destino fatal para aquellos que ya no son «rentables». En el caso de los delfines, los estrechos tanques de confinamiento provocan comportamientos estereotipados, como morder las paredes, señales claras de estrés y aburrimiento.
Los zoológicos de carretera, que ofrecen paseos en elefante, esconden un pasado de adiestramiento cruel, donde los animales son «domados» con métodos dolorosos desde bebés. Una vez adultos, estos elefantes enfrentan horas de dolor al estar encadenados y de pie sobre superficies duras de hormigón.
«Independientemente de lo que diga un centro sobre el trato que da a los animales, si hay contacto directo entre personas y animales, siempre habrá malos tratos entre bastidores», afirma Kate Dylewsky, asesora principal de políticas del Animal Welfare Institute.
La responsabilidad recae tanto en los consumidores como en las empresas de viajes. Nicole Barrantes, de World Animal Protection, subraya que estas últimas tienen el deber de garantizar que los destinos turísticos no causen daño ni sufrimiento a los animales. En ese sentido, es fundamental que los viajeros elijan experiencias que promuevan la conservación y el respeto hacia la vida salvaje, en lugar de contribuir al sufrimiento oculto tras las actividades turísticas interactivas.
¿Cómo fotografiar vida silvestre sin ponerla en riesgo?
En el ámbito de la fotografía de vida silvestre, surge un debate ético sobre cómo capturar imágenes sin perturbar a los animales. Si bien la fotografía tiene el poder de inspirar la admiración por la naturaleza, es crucial respetar el bienestar de los animales y evitar perturbar su rutina y hábitat.
Para Beverly Joubert, fotógrafa de National Geographic, la ética de la fotografía de vida salvaje se basa en el respeto hacia los animales y su entorno natural. Esto implica no causar daño, no alterar el hábitat, no perturbar la rutina de los animales y respetar las leyes y regulaciones locales.
Si bien no existe un manual oficial, hay algunos principios básicos que pueden ayudar:
No hagas daño:
- No destruyas ni alteres el hábitat para conseguir una mejor vista o escena.
- Nos perturbes la rutina de los animales. No busques su atención o interacción.
- Ten especial cuidado en la temporada de reproducción.
- Infórmate acerca de los signos de estrés en la especie que te interesa.
No perturbes el estado natural:
- Procura no alimentar a la fauna silvestre.
- Evita que los animales salvajes se acostumbren a la presencia humana.
Respeta las leyes:
- Las leyes varían según la ubicación y las especies.
- Las leyes varían según el propósito y el método de fotografía.
- Considera los sitios con animales en cautiverio
- Busca posibilidades de fotografiar animales salvajes en cautiverio.
- Conoce bien cómo debe ser un auténtico santuario o zoológico, y evita los lugares donde se explotan animales salvajes con fines de lucro.
Es necesario reflexionar sobre nuestro impacto en la vida silvestre y adoptar prácticas más éticas y sostenibles al interactuar con los animales y su entorno. Solo así podremos garantizar un futuro saludable y equilibrado para todas las especies que comparten nuestro planeta.