POR CRISTHIAN ABANTO – Sustainability business development manager en Deuman
En la última reunión de la coalición por la economía circular, escuché a una representante de Uruguay hablar sobre la disociación entre ciertas normas o leyes y la sostenibilidad. Esto me llevó a preguntarme si las empresas privadas y las personas que las integran padecen de una disociación similar cuando se trata de decisiones de inversión, proyectos y esfuerzos, pero aún no sentimos ni vemos cambios colectivos como sociedad, esa para la cual hacemos empresa o buscamos entregar soluciones.
Es evidente que la mayoría de las personas a nivel mundial son conscientes de los impactos ambientales, aunque con variados grados de comprensión. Esta conciencia se extiende a empresas de todo tamaño que ven este impacto como un elemento crucial de su gestión, y a los países que invierten esfuerzos significativos para cambiar estas dinámicas. No obstante, persiste una pregunta crítica: ¿por qué estos esfuerzos parecen insuficientes, incluso cuando son urgentemente necesarios?
James Clear en su libro Hábitos Atómicos propone “cambios pequeños, resultados extraordinarios”, resaltando el poder de las pequeñas decisiones cotidianas. Esta filosofía es paralela a la Economía Circular, que busca cambiar paradigmas (comportamientos habituales) tanto a nivel individual como colectivo, para transformar nuestras sociedades. Estas decisiones, ya sean de ciudadanos, padres, colaboradores o empresarios, dependen de nuestra comprensión de la realidad y nuestra respuesta a ella. Pero ¿qué pasa cuando nos disociamos de esta realidad?
La falta de involucramiento o comprensión de un problema, ya sea por exagerarlo, minimizarlo o la creencia de que no se cuentan con las capacidades o recursos para resolverlo, así como la motivación errática al intentar abordarlo, son algunas evidencias de esta disociación que a menudo pasan desapercibidas y que seguro podemos ver cuando proponemos iniciativas que generan más preguntas que respuestas o que terminan perdiéndose en el tiempo.
Esta disociación de la realidad, similar a un rasgo de la esquizofrenia, puede hacer que como sociedad evitemos involuntariamente ver los efectos de nuestras acciones por perseguir la sostenibilidad. ¿Cómo entendemos realmente el propósito, rol e impacto de nuestras decisiones? Si lo que buscamos es una transición hacia la economía circular, requerimos, más que una reestructuración operativa, un cambio profundo en el “estado mental” de empresas y personas, alineado con las expectativas ambientales y sociales y asegurando la viabilidad económica a largo plazo.
En el núcleo de esta transformación está la necesidad de reconocer y abordar la disonancia entre los métodos actuales y las metas futuras. Así como el tratamiento preciso y adaptativo es crucial en el manejo de la esquizofrenia, lo es también para que las empresas adopten modelos de negocio más circulares y sostenibles.
Identificación de síntomas
Al igual que el diagnóstico inicial de un trastorno complejo como la esquizofrenia, las empresas deben primero identificar los síntomas de su modelo de negocio y la relación con su entorno. Estos síntomas, a menudo sutiles, pueden volverse tangibles con el tiempo, y su reconocimiento no siempre es sencillo.
Al adoptar la economía circular, es común enfocarse en soluciones como el reciclaje o el ecodiseño. Esto puede llevar a preguntas como “¿hasta qué punto es mi responsabilidad?” o afirmaciones del tipo “no hay más que hacer”, que aunque pueden basarse en experiencias y conocimientos válidos, también pueden indicar una tendencia a respuestas preconcebidas que cierran la puerta a otras posibilidades, iniciándose la disociación.
Es esencial tener una visión clara del propósito e impacto de la empresa para determinar si nuestros esfuerzos están alineados con los resultados esperados por la sociedad. Este análisis ayuda a definir el alcance y la efectividad de nuestras acciones abriendo la posibilidad de oportunidades de impacto en lo que hacemos como organizaciones y determinar qué tan consecuente con la realidad y urgencia estamos siendo.
Diagnóstico: Estableciendo una línea base
Después de identificar los síntomas, el siguiente paso es establecer una línea base. Este punto de partida es clave para entender las características de las situaciones identificadas, utilizando datos veraces que respondan a indicadores específicos, metodologías, objetivos y resultados esperados alineados con un plan o teoría de cambio.
A nivel mundial, existen numerosas herramientas, metodologías e inclusive softwares para monitorizar la sostenibilidad corporativa. Probablemente la huella de carbono e hídrica sean las más populares; sin embargo, existen muchas otras que también son reconocidas por estándares de reportería, por lo que su elección debe basarse en qué queremos lograr y qué cambio deseamos porque ello determinará lo que queremos gestionar y, por ende, medir.
“Es esencial tener una visión clara del propósito e impacto de la empresa”.
Tratamiento: Repensando la posición e impacto de la empresa
Tras el diagnóstico y la evaluación, el “tratamiento” en el contexto empresarial implica aplicar herramientas y estrategias que integren principios de economía circular en los modelos de negocio. Similar a la medicina donde se combinan diversos tratamientos, el enfoque debe ser multifacético y permanente.
Una herramienta clave es la innovación constante en cada decisión y en el cuestionamiento de las prácticas preestablecidas, del “así lo hacemos siempre”. El manejo y análisis continuo de datos y la búsqueda de nuevas asociaciones y comparaciones alimenta la curiosidad y fomenta la innovación. Además, la participación en esfuerzos colectivos y sectoriales, así como compartir espacios, son maneras efectivas de identificar oportunidades no vistas anteriormente que pueden inspirar cambios en nuestras acciones.
No podemos continuar haciendo negocios en una sociedad que fracasa y querer resolverlo con soluciones tradicionales. El proceso hacia una economía circular es una jornada de transformación y adaptación continua que requiere motivación y, con la implementación de herramientas adecuadas, las empresas empiezan a percibir cambios positivos. Más allá de los beneficios operativos y financieros, se produce una transformación profunda en la identidad corporativa de las empresas, así como en su relación con los clientes y la comunidad. Se convierten en referentes, inspirando a otras empresas y promoviendo un cambio sistémico más amplio en la sociedad hacia prácticas sostenibles y responsables. El potencial de la innovación, los nuevos modelos de negocio y las alianzas son clave para lograrlo y ver resultados visibles y reconocibles en nuestro entorno.
Te invito a tener estas sesiones creativas con nosotros en Deuman y descubrir juntos si podemos lograr más con menos, si los resultados pueden mejorarse o si nuestras nuevas inversiones o acciones realmente persiguen cambios volumétricos.